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No es el perro, es la rabia: de conspiradores con tricornio y boli

Diego Pérez de los Cobos no es una oveja descarriada, ni a caso un lobo con piel de oveja. Pérez de los Cobos es mucho más que eso.

Este funcionario nació en Iecla, Murcia. Es miembro de Opus Dei. Ha visto pasar múltiples gobiernos del PP y PSOE, y para nada su colaboración ha sido discreta, al contrario. Entre otras responsabilidades, el fallecido ex-ministro de interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo incorporó como asesor personal en el Ministerio de Interior. En 2011 fue nominado como Director del Gabinete de Coordinación de Estado de Seguridad con Justo Zambrano como Secretario de Estado, en el gobierno Zapatero. También asesoró en materia penitenciaria al ministro del interior Jorge Fernández Díaz.

Entre sus sombras cabe citar el caso Urra. Caso que implicó hasta seis guardia civiles en la acusación de tortura a Kepa Urra, supuesto miembro del comando Bizkaia. Pérez de los Cobos fue declarado inocente en 1997 no sin antes haber sido acusado de torturas por el Comité de la Naciones Unidas contra la Tortura.

Y quizás, su momento estelar ha sido en sus declaraciones durante el juicio a los líderes políticos del Procés. De los Cobos, de este juicio presidido por el alto magistrado Marchena, salió como siempre exento de toda culpa, pero la sombra de la duda y la mentira, al menos en Cataluña, le seguirá para siempre.

El escándalo saltaba de nuevo esta semana; se filtraba el informe manipulado y presentado por la Guardia Civil -elaborado entre otros por Pérez de los Cobos- a la juez Carmen Rodríguez-Medel con el propósito de acusar al delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco (PSOE) de supuesto delito de prevaricación administrativa.

Todo ello a raíz de la denuncia que un particular presentó contra el presidente Pedro Sánchez, y los 17 delegados del Gobierno, a quienes culpaba de autorizar las manifestaciones del 8M a sabiendas de que podrían suponer un foco de contagios por la pandemia.

No deshilacharemos aquí los “intríngulis” de este informe pues ya se han hecho públicas las muchas manipulaciones o interpretaciones intencionadas que contiene este documento confeccionado en la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid.

Lo que sí cabe destacar es la voluntad claramente política de crear una nueva causa política -fue en su momento contra el Procés y ahora contra el gobierno Sanchez-, usando para ello las múltiples implicaciones de activos policiales, mediáticos y políticos en confeccionar una trama político-judicial  perfectamente urdida en los sótanos de las alcantarillas de Estado.

Solo hace falta atar cabos de esta trama que como ha dicho recientemente Pablo Iglesias, huele “a conspiración“. Cabe resaltar que la trama se lía con la excusa por la celebración del 8-M, curiosamente, un hito de la reivindicación feminista que rompe los patrones de la derecha del orden y la autoridad.

Elaborar un informe técnico con algunas declaraciones manipuladas por agentes policiales significa que el entramado de funcionarios implicados es amplio.

Por poner un ejemplo: el atestado a Antonio O’Connor fue confeccionado por un agente en el cuartel de la Guardia Civil en Tres Cantos, el cual posteriormente manipuló la declaración de este sindicalista. Eso quiere decir que a parte de este agente, hubo al menos un superior en su rango que dio por válidos estos cambios tramposos a la declaración oficial de O’Connor. Estamos hablando de un simple cuartel en Tres Cantos, no se trata de ningún alto mando de este cuerpo policial; la implicación de agentes parece ir más allá de altos cargos como Pérez de los Cobos.

Pero judicializar la acusación al gobierno Sanchez por la gestión “bochornosa” requiere para esta trama conspirativa dominar el relato: hacer converger actores tan importantes como para crear un marco mental propicio a la acusación.

La caverna mediática, y también la política, ya ha creado un argumentario básicamente político y de parte que repiten día sí, día también: el gobierno Sánchez mata, Sánchez va contra la democracia, Iglesias es la mano derecha revolucionaria de Sánchez, el estado de alarma va contra la libertad, etc. 

La presencia mediática constante de Ayuso y sus “postureos” como las manifestaciones “por la libertad” en Salamanca, no dejan de ser símbolos similares a lo que supuso para Franco la conquista de El Alcázar. Un espacio-tiempo que simboliza todo aquello contrario a lo que quiere el gobierno Sánchez.

Es una buena síntesis del mensaje elaborado por la derecha en esta trama, el que la fundación FAES -nunca dudosa de estar en el centro moderado de alguna causa que implique acusar a los “enemigos de España“- hiciera público su comunicado el pasado día 20 de mayo con el título “Un disparate inmoral“.

Este es otro juego, dirigido por Sánchez en el que se une la líbido dominandi sin escrúpulos del líder del PSOE y el apetito revolucionario de Iglesias, unidos en una coalición de gobierno impresentable en Europa. Pero no es por Europa, es por nosotros como ciudadanos libres por lo que es preciso seguir defendiendo sin reservas la dignidad de la democracia. FAES.

Moral-inmoral, dictadura-democracia, libertad-confinamiento. Aunque parecen ser argumentos simples y falsos, la tesitura que quiere confrontar la derecha es entre legitimidades políticas, entre los que respetan su idea de libertad y democracia, contra los que la manipulan y la usan para fines “revolucionarios, criminales y separatistas“. Nada de hablar de crisis humanitaria o social, el valor moral lo quieren elevar al punto álgido: “la democracia está en peligro con Sanchez, hay que hacer caer su gobierno“.

Ciertamente, el gobierno Sánchez es débil, pero también es demasiado prematuro saber cuáles son sus capacidades en los próximos meses.

La derecha se codea por ganar legitimidad. Vox está erosionando ese espacio político. La diferencia está en que la derecha se cree moralmente capaz de hacer “lo que sea” para hacer caer la izquierda, y en cambio, la izquierda navega sin rumbo desde hace muchos años -al menos la izquierda socialdemócrata- y se ha visto claro con la destitución de De los Cobos por el ministro Marlaska. No se trata de destituir, se trata de restituir la legitimidad de gobernar por parte de la izquierda.

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