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La otra cara de Alberto Fernández

A pesar de la urgencia con la que el instinto obligaba a redactar esta nota, me sustraje de la escritura en nombre de la unidad latinoamericana, el espíritu de la Pachamama y la consolidación del sueño Bolivariano. Pero la función ha comenzado, las máscaras comienzan a caer y no se puede tapar el sol con un dedo. Sí, ya lo había advertido en Twitter con algunos trinos que presagiaban la tormenta diplomática. Ahí les va.

Es evidente que la actuación de Alberto Fernández como Presidente de Argentina es fundamental en el panorama político de una convulsionada América Latina, atravesada diagonalmente por rebeliones y protestas populares. En el inicio, Fernández asoma la intención de convertirse en el líder continental llamando (o levantando de sus tumbas, según lo prefiera) a varios expresidentes (con un leitmotiv: víctimas de golpes de estado producidos por Estados Unidos y víctimas a su vez de lawfare) latinoamericanos, identificados con aquella filosofía integradora y telúrica que pregonaba Hugo Chávez.

El Grupo de Puebla no es más que el heredero del portaaviones continental Chávez. Hoy, se asoman al balcón de sus casas a ver pasar la historia política de sus respectivas naciones y es en gran parte culpa de la inexistencia de las articulaciones en el tejido orgánico de los pueblos de conceptos revolucionarios.

Todos y todas sufrieron en carne propia las consecuencias de políticas vacías, de abrazos en cama con el capitalismo, la traición de sus partidos, el olvido de las mayorías, la venganza de las transnacionales y las burguesías locales, el despiadado accionar del deep state incrustado en lo más profundo del aparato económico.

El Grupo de Puebla no va a poder sustituir a UNASUR. Ni siquiera va a reemplazar al ALBA, como sospecho. Incluso la pedantería, la negación de la insurgencia liderada por el venezolano que le cambió el paso al baile latinoamericano por parte de Fernández quedó registrada en un lamentable video, donde una comunista en España le hace algunas preguntas sobre el tema:

Para una operación de blanqueamiento (en el caso de Fernández, está obligado a blanquear su pasado lobbysta y neoliberal) y posicionamiento continental, hace falta dinero. Y es que el currículum del presidente argentino deja mucho que desear, y se lo presento acá:

Decía que hace falta dinero, y les voy a decir dónde lo encontró Fernández: en la España eurocéntrica, supremacista y nostálgica. Con antelación incluso a su nombramiento oficial recibió a la titular del Banco Santander, Ana Botín, quien le anunció créditos por 500 millones de dólares para exportación.

Y consecuentemente, decir Banco Santander es decir PSOE. Que Botín lo afirme o no, es irrelevante.

Basta seguir las actividades de la entidad financiera, su apetito por neocolonizar las transacciones de América Latina, su apoyo frontal a la candidatura del actual presidente de España y mucho más oscuro, su manejo ancestral de la política española tras bambalinas con uno de sus peores alfiles, Felipe González.

Decir Banco Santander para los latinoamericanos es decir neoliberalismo salvaje, injerencia en las políticas internas, fuga de capitales y apoyo a políticos “demócratas” que les permitan seguir en el juego. Parece obvio, pero hay que decirlo: el apoyo a Fernández por el Santander pasa por la obligación de atacar a Nicolás Maduro como presidente legítimo de Venezuela.

No les quedó claro el mensaje, al parecer. No bastó con que Chávez le nacionalizara el banco ante su negativa rotunda a trabajar de la mano en el proyecto bolivariano. Quieren el mercado venezolano. Quieren volver, en una perspectiva de subida de precios del petróleo y economía dolarizada, con frecuentes descubrimientos de oro y minerales raros, con reservas naturales y lugares paradisíacos (una de sus extensiones más voraces es el turismo). Quiere volver el Santander a Venezuela y van a usar a Fernández para hacerlo.

El PSOE y la monarquía española quieren destrozar a la Revolución Bolivariana y se han encontrado a un Fernández babeando y moviendo la cola para hacerlo.

¿Están solo los españoles detrás de esta nueva conspiración contra Venezuela? No. El Partido Demócrata de Estados Unidos ya había seleccionado mucho antes a Alberto Fernández como el serafín de su ideología en Argentina. Wikileaks le enseñó al mundo el correo de John Podesta (fundador del Center for American Progress) a Dan Restrepo (quien fuera asistente especial del presidente Barack Obama y director para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional) sobre Alberto Fernández, y esto nos demuestra que la Casa Blanca preveía la caída de Macri y el ascenso de Kichner. Y ahí va tu caballo de Troya, Cristina.

Por eso, no sorprende la actividad diplomática de su canciller, el eternamente antichavista Felipe Solá. No sorprende ni su nombramiento. Su retórica incendiaria, su falta de respeto frente a Venezuela solo es el comienzo de una era gris (y pobre Argentina) de declaraciones altisonantes contra el FMI, pero debajo de la mesa negocian un TLC con Europa, ¿tutelado por quien? El FMI.

No sorprende su rápido y altruista accionar en el golpe de estado en Bolivia contra Evo Morales, en una operación impecable de get in-get out para sacar a Morales del país, domiciliarlo y callarlo en México blanqueando el golpe. Y por supuesto no sorprende su actuación en la charada de la Asamblea Nacional con Juan Guaidó. Pero se debe ver este vídeo antes de seguir, puesto que es revelador acerca de lo que comentaré:

Efectivamente. Juan Guaidó se negó a entrar en la Asamblea Nacional porque se enfrentó a una rebelión de diputados de derecha. La verdad que necesita sepultar el imperialismo norteamericano es que la corrupción de Guaidó y sus operadores políticos alcanza casi los 1.300 millones de dólares, según las informaciones recientes. El affaire Cúcuta dejó expuesta una gangrena en donde se robaron los fondos de la ayuda humanitaria enviada por la USAID a los “defensores de la libertad” venezolanos.

El caso salpicó varios medios de comunicación pero sigue siendo silenciado por las grandes transnacionales de la comunicación, y es la verdadera razón de la voltereta olímpica de los diputados criollos que antes lo apoyaban. Ni siquiera la derecha más rancia puede salir inmune a esta putrefacción, porque está obligada a seguir apoyándolo.

Sin embargo, aún quedan algunos vestigios de decencia y patriotismo en varios diputados, y no se hicieron esperar las acciones legislativas. En pleno cónclave, Guaidó perdió la presidencia de la Asamblea Nacional y lo peor es que lo sabía. No le quedó más que seguir los consejos de los peores y más oscuros personajes de la massmedia venezolana, Federico Alberto Ravell y J.J. Rendón, e intentar saltar una reja para lograr la imagen que soporte la matriz internacional.

Hombre, que Fernández no podía dejar pasar esta oportunidad para acusar al gobierno venezolano de antidemocrático. La nomenclatura de dictador a Maduro, el apoyo tácito al imperialismo (Guaidó), el paso adelante al caos y por supuesto, el futuro apelativo de “estado fallido” a Venezuela.

Tristes los días por venir para Latinoamérica en el sur. Seguimos.