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Pilar Primo de Rivera como pionera del fascismo

La Segunda República española introdujo cambios y continuidades en las políticas sobre la mujer, porque las cosas no pueden cambiar de un día para otro, e introdujo una amplia legislación relativa a la igualdad entre hombres y mujeres: matrimonio civil, divorcio, derechos laborales de la mujer, sufragio femenino, educación mixta con un currículum escolar igual, etc.

Esto implicaba una identidad femenina igualitaria, con derechos políticos y sociales propios. Esto llevó también a una politización femenina, con presencia de la mujer en partidos políticos, sindicatos y la creación de organizaciones femeninas independientes.

Tras el paréntesis republicano, la dictadura franquista se empeñó en volver a cercenar las aspiraciones de la mujer, en extirparles los deseos de igualdad, en convertirlas en madres y esposas según su ideario nacional-católico.

Recientemente, ha salido a la luz un proyecto de la Universidad de Barcelona, la Universidad de Exeter y la Fundación del Banco Santander sobre mujeres pioneras, que ha incluido a Pilar Primo de Rivera, fundadora de la Sección Femenina de la Falange.

El proyecto se limita a hablar de una memoria general sobre mujeres pioneras, señalando que recuperan a la mujer y no a la ideología. Pero ella no rompió ningún cliché, sino que impuso unas reglas nuevas, frente a muchos proyectos y logros pedagógicos de la República.

El proyecto consiste en una biblioteca web gratuita que presenta y recupera la voz de autoras y pensadoras “pioneras” en España. Pero, ¿se puede considerar a Pilar Primo de Rivera pionera de algo? No rompió con los moldes establecidos sino que, bien al contrario, fomentó costumbres patriarcales bien arraigadas en la sociedad.

Por eso, incluirla en un proyecto de mujeres pioneras, junto a personas como Hildegart Rodríguez (que destacó por su precoz militancia política de izquierdas y por su trabajo en la Liga Mundial para la Reforma Sexual) o la escritora Carmen Laforet parece, cuando menos, esperpéntico.

Esta consideración solo sirve para blanquear el pasado del franquismo, porque incluir a la fundadora de la Sección Femenina como una pionera deja mucho que desear, a no ser que sea como pionera del fascismo.

Es peligroso que se trate a esta persona como un icono de la lucha femenina, cuando lo que hizo fue plantear posturas que legitimaban el papel secundario de las mujeres, que las apartaba de la vida pública y las recluía al espacio doméstico.

El franquismo y la Sección Femenina, con Pilar Primo de Rivera dirigiéndola con mano férrea, instauró un sistema represor para las mujeres españolas. En este sentido sí se puede hablar de Pilar Primo de Rivera como una pionera.

A través de toda la vida, la misión de la mujer es servir (…). La primera idea de Dios fue el hombre. Pensó en la mujer después, como un complemento necesario, esto es, como algo útil (Formación Político-Social del primer curso de Bachillerato, 1963).

A pesar del argumento de que para conocer la historia hay que aprender de todas sus contradicciones y todos sus aspectos, no es posible amparar la entrada de Pilar Primo de Rivera en un contexto de “pioneras“, teniendo en cuenta, además, que se trata de un concepto con unas claras acepciones positivas.

Eso puede llevar a muchos, especialmente entre las generaciones más jóvenes y menos informadas, a suponer algo que no fue. No fue una pionera, fue un martillo que impuso un papel a la mujer que quedaba fuera de los márgenes de la sociedad, restringiendo su papel a servir al hombre y convertirse en reproductora.

Página de la Guía de la Buena Esposa, publicada en 1953.
Pilar Primo de Rivera (1907-1991)

Hija del dictador Miguel Primo de Rivera y hermana de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, Pilar, fue una persona profundamente politizada desde su infancia. Creció en un ambiente castrense, muy conservador, autoritario y religioso, en el que imperaba la imagen predominantemente masculina.

Dentro del proceso de creación de Falange, y debido a que su hermano José Antonio no quería la presencia de mujeres en ese partido político, el 12 de julio de 1934 se organizó, de forma oficiosa, la Sección Femenina de Falange.

Desde el primer momento, Pilar Primo de Rivera se puso a la tarea de organizar la nueva sección del partido. Esa nueva sección, en el momento de comenzar la Guerra Civil, tenía aproximadamente 2500 militantes, y se extendía por todo el país.

A mí siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombres, toda afanada y desquiciada en una rivalidad donde lleva –entre la morbosa complacencia de los competidores masculinos- todas las de perder (José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange).

Si bien el comienzo de la sublevación de los militares golpistas la cogió en Madrid, pronto se trasladó a Salamanca, donde siguió organizando la Sección Femenina, una organización que actuaba en la zona rebelde.

Pronto, su casa de Salamanca se convirtió en un lugar habitual de “camisas viejas” en la zona rebelde. En pocos meses, el número de militantes se elevó hasta 60 000 nuevas afiliadas, convirtiéndose en una de las principales organizaciones femeninas.

La creación, en diciembre de 1936 del Auxilio Social por Mercedes Sanz-Bachiller la llevó a entrar en un conflicto por la competencia que esta suponía para la Sección Femenina. Con el tiempo, Auxilio Social fue absorbido y convertido en una rama de la Sección Femenina.

El 30 de abril de 1937, Pilar Primo de Rivera fue nombrada por Franco como Delegada Nacional de la Sección Femenina. Ese fue el inicio del proceso de monopolio del encuadramiento de mujeres en la zona controlada por los sublevados. También formó parte del Consejo Nacional de FET y de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas).

Fue una de las pocas mujeres que formaron parte de esa organización, junto a Mercedes Sanz-Bachiller y María Rosa Urraca Pastor.

Durante todo el conflicto, la Sección Femenina se dedicó a la asistencia de heridos y a sus familiares en la zona rebelde.

Pilar Primo de Rivera mantuvo fuertes relaciones con la Alemania nacionalsocialista y, en menor medida, la Italia fascista, llegando a convertirse en una especie de “embajadora” del régimen nacionalsocialista en la España franquista, y se realizaron numerosos viajes de intercambio entre las organizaciones femeninas de los diferentes regímenes fascistas.

Tras el final de la guerra, siguió incrementando su ámbito de poder: el Servicio Social pasó a depender de la Sección Femenina, y en 1945 consiguió que el Frente de Juventudes prescindiera de su rama femenina y se integrase en su organización, como una rama juvenil.

A pesar de su oposición a algunos aspectos del régimen franquista, especialmente en referencia a la unificación del Movimiento, Pilar Primo de Rivera nunca cuestionó el poder de Franco, ni la deriva conservadora que adoptaría FET y de las JONS.

Se mantuvo fiel durante todo el régimen, hasta la muerte de Franco, aunque en los últimos años de la dictadura mantuvo un papel meramente marginal.

En la primavera de 1977, el gobierno de Adolfo Suárez la cesó como Delegada Nacional de la Sección Femenina. Meses más tarde, en noviembre de ese mismo año, las “veteranas” de la Sección Femenina crearon una organización de antiguas militantes, Nueva Andadura, de la que fue elegida presidenta de honor, cargo que ostentó hasta su muerte.