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Poesía afgana: Landays

Los Landays, literatura poética recurrente en la etnia Pastún, recobraron importancia para su población en la guerra civil-imperialista de Afganistán (1978-2014). Donde la insurgencia muyahidin –entrenada y financiada por los Estados Unidos de América; que más tarde pasaría a llamarse Al-Qaeda- se enfrentaba al gobierno afgano -apoyado en el transcurso de la contienda por la Unión Soviética-.

Mujeres en Afganistán tras la Revolución de Saur

Los pastunes, que habían sido la principal fuente de militancia para la yihad en el país, vieron como la guerra santa, auspiciada y fomentada por los yankees, condenó a la muerte, a la pobreza, a la enfermedad y al exilio a muchos de sus hombres, mujeres, niños y ancianos. Fue el exilio, la añoranza al hogar y la guerra quien trajo de nuevo la poesía a los hombres.

Sin embargo, tan pronto como éstos recobraron la poesía como arma, las mujeres pastún hicieron lo propio, aunque desde el lado opuesto. Pues la revolución de Saur, que ahora sería combatida y derrocada por la cruzada islámica y la Casa Blanca, implementaba el laicismo, la libertad de estudio, trabajo, vestimenta y relación para las mujeres en el Estado Afgano; además de una serie de reformas y mejoras progresistas para la nación.

Ellas, con la yihad, volverían al hogar, al burka y al amor negado; las relaciones pastún están acordadas por los hombres de la familia. La lectura y la escritura pasarían a estar penadas para las mujeres con la carcel, el castigo físico o la muerte. Es aquí donde los landays dejan de ser el reflejo del mundo, para convertirse en su martillo y yunque.

Las mujeres pastún comenzaron a cantarlos, a crearlos, memorizarlos y transmitirlos de forma oral. Ya no giraban en torno a la pasión marital o el hogar y la espera al hombre-soldado, sino en torno a los amantes, la huida, la revolución y el odio al hombre obligado; al que suelen referirse liricamente como “pequeño horrible”.

Los Landays están compuestos por dos versos, de nueve y trece sílabas. Aunque por la naturaleza de los expuestos, recitados, de boca a boca, prohibidos…, es común que sean en verso libre.


Me vendiste a un hombre viejo, padre,

Que Dios destruya tu casa, yo era tu hija.


Cuando hermanas se sientan juntas, siempre alaban a sus hermanos.

Cuando hermanos se sientan juntos, venden a sus hermanas a otros.


Oh cariño, tú eres Americano para mis ojos,

Eres culpable; lo siento.


Las viudas llevan dulces al altar de un santo.

Yo le llevaré a Dios palomitas, rogándole que mate al mío.


Mi cuerpo me pertenece a mí;

a otros su dominio.


Amor mío, salta a mi lecho y no temas nada,

si se rompe, el pequeño horrible está ahí para arreglarlo.


En la prisión de Policharki, nada tengo que me pertenezca,

excepto el corazón de mi corazón que vive entre sus muros de piedra.


Que Dios destruya a los Talibanes y termine sus guerras,

Ellos han hecho de las mujeres afganas viudas y rameras.


Hermanas mías, anudaos los velos como cinturones,

Tomad los fusiles y partid al campo de batalla.


El pequeño horrible no quiere morir de fiebre,

He decidido, mañana, enterrarlo vivo.