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¿Por qué los musulmanes no comemos carne “normal”?

Los musulmanes además de no comer cerdo tampoco comen carne “normal”, aunque sea de ternera, pavo o pollo. Entendiendo por normal carne de cualquier supermercado, restaurante o bar. La explicación, igual que la prohibición del cerdo, es por motivos religiosos. En el Corán, libro sagrado en el islam, se recoge que, (traducción literal del árabe al castellano):

“Os ha sido prohibido la carne mortecina, la sangre, la carne de cerdo y la de todo animal que no ha sido sacrificado en mi nombre, pero no habrá pecado para quién lo ignore o quién se encuentre en máxima necesidad.” [Corán 2:173]

En este verso, la interpretación es bien sencilla para los musulmanes. Queda completamente prohibido ingerir carne de un animal ya muerto, la sangre, la carne de cerdo y de todo animal que no ha sido sacrificado en dirección a La Meca por un musulmán y recitando los versos correspondientes.

En cuanto al cerdo, como ya habréis escuchado, su prohibición es debido a que se le considera animal impuro y sucio. La sangre, incluyendo la carne poco hecha, -en la que aún se aprecien restos de esta en el plato-, así como la de animales ya muertos, son ilícitos en el mundo islámico.

Parece complicado, pero en realidad no lo es. No es que cada musulmán tenga que realizar todos esos rituales antes de poder comer carne, sino que simplemente debe comprarla en aquellos lugares de marca o garantía “Halal”. “Halal” es un término árabe para expresar que algo está permitido religiosamente o la ausencia de pasado. Hay carnicerías que son exclusivamente de carne Halal en todas las partes del mundo.

Por lo que los musulmanes en occidente, no consumen carne, ni nada que contenga nada de la misma, que no tenga esta garantía. No obstante, muchas empresas están interesadas en abrir su mercado a los musulmanes. Así mismo, Mercadona ha anunciado hace apenas unos meses que se están incluyendo un apartado en la sección de carnicería de carne con sello Halal.

McDonald’s en los países árabes ha tenido que adaptarse, como siempre hace la cadena, para que todos sus productos sean Halal. Cabe recordar, que como todas las tradiciones o costumbres religiosas, no es imprescindible que todo el mundo, religiosos o no, las entiendan, pero sí se requiere que se tolere y se acepte, por muy extrañas o absurdas que le parezcan a cada uno. Es fundamental reivindicar el derecho a la libertad de ser, pensar y en este caso, comer como cada uno quiera o crea conveniente.