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¡Santiago y cierra, España!

¡Santiago y cierra, España!” era, supuestamente, un grito de guerra que utilizaban las tropas cristianas en España durante las guerras contra los musulmanes del sur de la Península. Aunque el lema no aparece documentado hasta el siglo XVII, se ha convertido, entre algunos sectores, en una frase recurrente que pretende glorificar la mal llamada “reconquista” y unir esfuerzos contra todos los enemigos. Es aquí cuando aparece Santiago Abascal, líder del partido ultraderechista VOX.

Santiago Abascal Conde (Bilbao, 14 de abril de 1976) se ha convertido en el político de moda, desde que en las pasadas elecciones andaluzas consiguió meter a su partido dentro del Parlamento andaluz. A muchas personas les chocó el estilo de la campaña electoral, en la que se pudo ver un spot publicitario en el que aparecía el propio Abascal, montado en un caballo como si fuera un guerrero medieval, anunciando que la Reconquista, en este caso, empezaría desde el sur. Pero, ¿quién es realmente Santiago Abascal?

Nacido en Euskadi, su padre era Santiago Abascal Escuza (Amurrio, 30 de octubre de 1949 – Galdakao, 23 de julio de 2017), político que militó en Alianza Popular, Partido Popular y, finalmente y hasta su muerte, el partido de su hijo, VOX. Abascal hijo afirma que siempre lleva un  revólver Smith & Wesson para, en un principio, proteger a su padre de un posible atentado de ETA y, posteriormente, para proteger a sus hijos. Quizás por este motivo VOX ha propuesto legalizar la posesión y el uso de armas.

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A pesar de presentar VOX como un partido nuevo que, en parte, pretende regenerar la política española, la verdad es que Santiago Abascal ha vivido siempre del dinero público. Con dieciocho años se afilió al Partido Popular, organización de la que fue miembro entre 1994 y 2013, y ya en 1996 entra a formar parte del Comité Provincial del PP en Álaba. Con veintitrés años (1999) asumió su primer cargo público, siendo concejal del Ayuntamiento de Laudio (Álava); en las siguientes elecciones volvió a ser elegido, así que mantuvo el cargo hasta el 2007.

Entre 2004 y 2009 realizó dos sustituciones como diputado en el Parlamento vasco, siendo representante por Álava del Partido Popular. Además, y desde el año 2000, encadenó distintos cargos ejecutivos: primero en Nuevas Generaciones -las “juventudes” del PP-, también en la Junta Directiva Nacional, por poco tiempo, y, entre 2000 y 2013, miembro de la Ejecutiva del Partido Popular en Euskadi.

Finalmente, enfrentado con el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, Abascal tuvo que buscarse la vida en otros lares. Así, en febrero de 2010 era nombrado director de la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid, cargo que ejerció hasta 2012. Amigo personal de Esperanza Aguirre, en abril de 2013 era nombrado director de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social. Aunque esta organización no realizó ninguna actividad, Abascal cobró un total de 82.491 euros del erario público. Evidentemente, cuando se publicó, Abascal dimitió y la fundación desapareció.

Es entonces cuando, visto que no tenía más recorrido político en el Partido Popular, decide crear VOX. Por supuesto, VOX ha sido creado por y para Abascal. Es su plataforma particular. Se ha comparado en ocasiones el personalismo de Abascal con el de Albert Rivera, líder indiscutible de Ciudadanos. Pero mientras que Rivera se hizo con el partido desde dentro, Abascal lo creó directamente para dirigirlo. Es una situación parecida a la vivida en Cataluña hace años con Plataforma per Catalunya, que era la organización inventada por el ultraderechista y xenófobo Josep Anglada. Este personalismo es el propio del ideario fascista y falangista, que necesita de un líder fuerte y popular para hacerse hueco.

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Un personalismo que se aleja de la ultraderecha para adentrarse en el fascismo. En el catálogo encontramos, además, acciones propagandísticas tan curiosas como desplegar una bandera de España o retirar un trozo de hormigón en aguas británicas, en la costa de Gibraltar, para “denunciar” la soberanía británica en el peñón. Algunos de los miembros del partido de Abascal están en búsqueda y captura por parte de las autoridades británicas, como es el caso de su secretario general, el abogado y exmilitar Javier Ortega Smith.

El problema no es lo excéntrico que pueda resultar el personaje. La principal cuestión de fondo es que, una vez Partido Popular y Ciudadanos han radicalizado sus posturas, se han acercado tanto a la ultraderecha que, a ojos de los votantes conservadores, es difícil apreciar diferencias entre unos y otros. El combate que abrieron pensando que sería una cosa de dos, ha llegado tan a la derecha que ha invitado a VOX a unirse a la lucha -electoral, se entiende-.

Un partido que obtuvo 47.182 votos -un 0,20%- en las elecciones generales de 2016, podría entrar en el Congreso este abril con hasta 20 diputados y porcentajes de voto del 10% sobre el total. Estos resultados solo se explican teniendo en cuenta la radicalización de los dos partidos de derechas y de un PSOE que se ha mostrado incapaz de entender y enfrentarse al problema.

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La radicalización de la vida política genera la radicalización de la sociedad. Comentarios en precampaña que antes podían parecer estrambóticos o peligrosos, ahora son habituales, convirtiendo el voto de la derecha en una especie de carrera armamentística para conseguir ser el más duro del campo de batalla. Y no hay nadie más radical que Santiago Abascal, que va armado por la calle y asegura que debería ser legal disparar contra un ser humano si éste te quita la merienda.

El problema de la radicalización es que es muy fácil generarla, pero mucho más complicado frenarla. Y una persona radicalizada puede hacer mucho daño, como demostró Brenton Tarrant en Nueva Zelanda hace poco. Para ganarse sus sueldos en política, estas personas están jugando con el futuro de millones, los millones de españoles que viven en el país. Santiago Abascal nunca será un Brenton Tarrant pero, con su populismo, su demagogia y su discurso xenófobo, machista y racista, puede ser el culpable de que surjan millares de Tarrant en España. “Santiago cierra España”.