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Una victoria de López Obrador en México supondría la derrota de Trump en su agresión a Venezuela

Para millones de mexicanos, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lleva siendo el presidente de su país desde el año 2006. Y no lo creen por un dogmatismo ciego, si no porque López Obrador ganó las elecciones de 2006 y 2012. ¿Qué por qué no ha ostentado el cargo? Pues porque ni la oligarquía mexicana ni los EEUU querían a un Lula radicalizado o un Chávez moderado gobernando México. Le robaron las elecciones dos veces. De las dos veces hay pruebas pero de la primera, por aquello de ser novatos en golpes de estado electorales, hay más. Se pueden ver en el excelente documental Fraude: México 2006.

López Obrador ha tenido que hacer frente a esto y a un cisma en su anterior partido, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que fue tomado por los sectores más moderados que se vendieron a los que le robaron la presidencia para mantener sus cargos políticos. Pese a esto AMLO se ha mantenido como el político más valorado de México durante todos estos años, soportando además una constante manipulación en su contra de la poderosa Televisa.

¿Cómo lo ha hecho? Rechazando acomodarse en un cargo institucional. Ha pasado los doce años recorriendo México, tomando parte en las luchas de su pueblo, y organizando a los sectores desfavorecidos en su nuevo partido Movimiento de Regeneración Democrática (MORENA) cuyas bases y línea política son ligeramente más de izquierdas de lo que ya era el PRD, hoy socio de la derecha mexicana del Partido de Acción Nacional (PAN).

A poco menos de un año de las elecciones federales de México en las que se eligen presidente, senadores y diputados, AMLO vuelve a ser el que lidera las encuestas con una diferencia mayor respecto a las anteriores ocasiones. Ahora lo hace con mucha holgura, la distancia contra los otros candidatos es enorme, superior al 10%. Mucho ha tenido que ver la gestión del PAN y del PRI pero también las constantes agresiones de Trump.

El pueblo mexicano vive en una continua crisis y la historia reciente no se cansa de demostrar que para salir de ella se escoge ruptura y no reformismo. En el país vecino de EEUU la opción rupturista la representa la izquierda liderada por López Obrador, que ha sido el único político mexicano con posibilidades presidenciales reales en plantar cara a Donald Trump y oponerse tanto a la construcción del muro, a un nuevo TCLAN neoliberal y a las agresiones contra Venezuela. Sobre ésto último López Obrador sostiene el principio de no injerencia en ningún país. Que cada pueblo resuelva sus problemas haciendo uso de su soberanía, en todo caso apoyará el diálogo como manera de resolver cualquier crisis, en Venezuela y en cualquier otro lugar.

Estas posiciones en los tres temas clave con EEUU supondrán, de llegar El Peje -así le suelen llamar a AMLO-, un duro golpe a los intereses estadounidenses, que verían como tras haber acabado con el bolivarianismo a base de golpes de estado (Honduras, Paraguay y Brasil), podría volver a resurgir la izquierda en el sur del continente. AMLO apuesta por las nacionalizaciones de los sectores estratégicos, la mayor parte de sus bases consideran una buena idea integrarse en el ALBA y él mismo ya ha declarado que quiere dejar de mirar a EEUU para volver la vista hacia América Latina.