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Venezuela: España y la UE se pliegan ante la agenda golpista de Donald Trump

Finalmente los gobiernos afectos al neoliberalismo han acabado cerrando filas en torno a la oligarquía venezolana, que está dando un golpe de estado junto con algunos gobiernos, que no pueden esperar más para volver a explotar los recursos de Venezuela. No solo el petróleo, puesto que el país suramericano posee grandes reservas de gas, oro, agua dulce y grafito entre otros muchos.

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En un primer momento la Unión Europea (UE) no reconoció al golpista Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, pero sí como el presidente de la Asamblea Nacional del país, llamando al diálogo entre las partes como la mejor solución al conflicto desatado por la administración de Donald Trump.

Esa posición inicial ha ayudado a impedir el triunfo del golpe, pero ahora la posición de la organización internacional ha variado en favor de la de Estados Unidos. La oposición ha fijado su estrategia en la exigencia de la celebración de elecciones “libres“, aprovechando el triunfo de su boicot -en el plano diplomático- en las pasadas elecciones presidenciales.

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Una parte importante del mundo –EEUU y sus satélites como Brasil, Colombia, Canadá, Israel, la UE…- ha validado ese discurso que establece que las últimas elecciones presidenciales no deben ser reconocidas por los siguientes motivos:

  • No las convocó el “auténtico” poder legislativo, la Asamblea Nacional. En Venezuela, la oposición ganó las elecciones legislativas del año 2015. Sin embargo tras la realización de las auditorías, se conoció que tres diputados de la oposición hicieron fraude electoral para ganar, por lo que debían ser expulados. La oposición aprovechó esa oportunidad para hacer un show mediático en el que expresaba que el chavismo quería robarle la victoria, algo imposible con solo esos tres diputados, ya que la mayoría de la derecha es sólida (101 diputados frente a los 45 del chavismo). Los hoy golpistas mantienen a día de hoy a los corruptos, lo que provocó que la justicia venezolana determinase que la AN estaría “en desacato” hasta que expulsase a los que hicieron fraude. Por ello, el poder legislativo ha estado paralizado desde entonces, ya que la oposición debía mantener el show, y además no sacar leyes ha ayudado al colapso económico del país. Juan Guaidó, el autoproclamado presidente encargado de Venezuela fue elegido en esas elecciones, organizadas por las mismas autoridades que también se encargaron, con el mismo sistema de voto, de las elecciones presidenciales que el político golpista desconoce.
  • Las convocó la Asamblea Nacional Constituyente “chavista. El chavismo decidió convocar unas elecciones para escoger una Asamblea Nacional Constituyente, con el fin de poder volver a redactar leyes que sirvieran para superar la crisis inducida en el país, pero no solamente eso, ya que se buscaba terminar con la violencia de las guarimbas puesta en marcha por la oposición. La misma fue invitada a participar, pero se negó para evitar perder el poder legislativo, ya que tras las guarimbas su apoyo electoral había caído en picado. La derecha decidió hacer un plebiscito de rechazo a la Constituyente propuesta por Maduro. La oposición recabó 3 millones de votos y el chavismo 8, lo que anuló las guarimbas. Fruto de la ausencia de la oposición, la ANC tiene todos los asientos ocupados por chavistas, cuestión que se ha aprovechado para no reconocerla como poder legislativo. La Constitución Bolivariana permite la instalación de la ANC.
  • Las elecciones no fueron libres ni transparentes, y no participó la oposición. La oposición no quiso participar para mantener en el frente exterior de Venezuela la matriz de opinión de que Nicolás Maduro es un dictador, no porque no se cumplieran los requisitos mínimos de garantías. Los organizadores de esas elecciones fueron los mismos que en todas las anteriores en las que la derecha venezolana sí participó. De hecho hubo dos candidaturas de oposición, la de Henry Falcón (jefe de campaña del excandidato Henrique Capriles Radonsky) y Javier Bertucci, ambos con propuestas neoliberales y antibolivarianas. Además llegaron acompañantes electorales que certificaron la transparencia del proceso. Entre ellos acudieron varios miembros del Centro de Estudios Latinoamericanos (CEELA), entre los que se encuentran expolíticos y funcionarios de poderes electorales de distintos países latinoamericanos que son políticamente contrarios a los postulados ideológicos de Nicolás Maduro, ellos también avalaron el proceso.

La oposición está pidiendo elecciones libres tras haberse opuesto a ellas durante los dos últimos años, al no haber podido triunfar su golpe de estado en el tiempo esperado, lo que ha congelado el derrocamiento. Pedir un proceso electoral es un punto que se puede vender como necesario y democrático en los medios de comunicación, que tienen muy fácil con este argumento señalar a Nicolás Maduro como un dictador si él rechaza presentarse a otras elecciones a unos meses de haberlas ganado.

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La manipulación mediática sobre Venezuela se ha encargado de invalidar en la práctica las anteriores elecciones, debido a que los ciudadanos de los diferentes países que apoyan el golpe nunca han sabido que la AN de Venezuela se ha usado desde 2015 para derrocar a Maduro, y no para hacer leyes para mejorar la vida de los venezolanos, que las sanciones aplicadas han sido pedidas por los que ahora están dando un golpe de estado, que las elecciones presidenciales del año pasado fueron observadas hasta por importantes exfuncionarios de derecha, que se hizo una auditoría pública y que los candidatos de oposición que se presentaron las reconocieron como limpias.

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La Unión Europea -con el apoyo de España-, ha decidido apoyar la estrategia golpista contra el presidente constitucional Nicolás Maduro, chantajeando al venezolano con que si no convoca nuevas elecciones, reconocerán a Juan Guaidó para que lo haga él.

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La respuesta de Nicolás Maduro ha sido la misma que durante todo su mandato, llamar al diálogo. En este último caso ha dado su apoyo a la propuesta de México y Uruguay, para sentarse a hablar con la oposición y encontrar una salida política al conflicto, para evitar derramamientos de sangre.