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Venezuela sale masivamente a las calles contra el golpe de Juan Guaidó

La derecha venezolana no solo no es moderada en su contenido, sino que tampoco lo es en las formas. Su acción política se ha basado en desatar la violencia en las calles, la búsqueda de sanciones económicas internacionales, el boicot interno, el contrabando, el sabotaje… y también los golpes de estado.

El último lo ha dado Juan Guaidó el pasado 23 de enero. Una iniciativa muy arriesgada por parte de uno de los sectores más radicales de la derecha venezolana, ya que el fracaso podría movilizar al chavismo, que en ese caso saldría de sus horas más bajas, y además podría dejar herida de muerte a la oposición.

Este último golpe de estado ha sido muy arriesgado por diferentes motivos. En primer lugar la oposición no ha aprendido de los errores de su primera aventura golpista en 2002. En ese momento fracasó estando unido el campo conservador venezolano y de acuerdo unánimemente en quebrar la voluntad democrática del pueblo de Venezuela. Contaba con varios altos mandos militares y una estrategia con la que lograron ocupar el despacho presidencial menos de dos días, hasta que cientos de miles de ciudadanos en las puertas de Miraflores, los hizo huir.

Es cierto que en ese momento la Revolución Bolivariana tenía más apoyo social que en la actualidad, pero también lo es que la economía del país caribeño no estaba siendo golpeada por la mayor potencia mundial, tampoco sufría sabotajes en sus infraestructuras, ni era víctima del boicot empresarial interno, ni del paramilitarismo colombiano ni del contrabando legalizado en Colombia.

>>Juan Guaidó: la manipulación mediática desplaza las coordenadas de la realidad<<

Quizá los sectores fascistas de la oposición de Venezuela, comandados por Voluntad Popular (VP), el partido al que pertenece Juan Guaidó, creyeron que sus ataques a su propio país habían puesto a la mayoría social en contra el Gobierno de Venezuela, gracias al bombardeo mediático constante que señala a Nicolás Maduro como el culpable de que EEUU haya robado las divisas internacionales de Venezuela y el Estado no pueda comprar alimentos y medicinas, errando el análisis.

En esta ocasión no han logrado que el líder del golpe llegue al despacho presidencial. En un primer momento porque no han podido mantener la presión popular en las calles. Después de una marcha significativamente masiva en la que Juan Guaidó se autoproclamó presidente sin pasar por las urnas, que sí referendaron a Nicolás Maduro con 6,2 millones de votos en 2018, la oposición mantuvo su fragmentación.

Por un lado los sectores moderados liderados por el excandidato presidencial Henry Falcón, no ven con buenos ojos ni la guerra civil ni los bombardeos sobre población que pide Juan Guaidó, por el otro los sectores aliados de VP consideran que EEUU ha elegido al diputado de Voluntad Popular sin contar con ellos, solo porque le tocaba ser presidente de la Asamblea Nacional en base a un acuerdo de rotación con Un Nuevo Tiempo (UNT), Primero Justicia (PJ) y Acción Democrática (AD).

>>Juan Guaidó: expectativa contra realidad<<

En un segundo momento, Juan Guaidó no ha sido capaz de conseguir el apoyo de los militares venezolanos, que han permanecido al lado de Nicolás Maduro. El fracaso del golpe se puede leer en clave mediática: las noticias sobre Juan Guaidó escasean y las que se publican contienen un nuevo lenguaje, ya no es el “presidente encargado“, sino “dirigente“, “político” o, como mucho, “presidente de la AN“.

El tiempo corría a favor de Nicolás Maduro, que ha salido reforzado. No solo ha conseguido mantener sus argumentos como hegemónicos en la sociedad venezolana (“los problemas son causados por la oposición que pide anular nuestra soberanía y ataca nuestra economía“), sino que ha sido capaz de volver a movilizar a su base social, parcialmente desmovilizada desde el fallecimiento de Hugo Chávez en marzo de 2013.

El chavismo sale regularmente a las calles en movilizaciones masivas que no se veían desde hace más de un lustro, mientras que Juan Guaidó insiste en convocar a sus seguidores seguidamente, consiguiendo demostrar un escaso apoyo que ejemplifica la pronta llegada  de su muerte política.