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La vicepresidencia de Ecuador está vacía de principios, de democracia y de pueblo

La vicepresidencia de Ecuador está vacía. De principios, de democracia, de pueblo. Los ecuatorianos votaron para que su vicepresidente fuera Jorge Glas, pero Lenín Moreno lo mantiene bordeando los límites de la vida en una oscura y sucia celda en Latacunga, porque el vicepresidente constitucional no quiso traicionar a la Revolución Ciudadana.

El cargo de Jorge Glas lo ocupó María Alejandra Vicuña, quién no ha podido sostener en sus hombros el peso de la dignidad política. Compañera de filas del vicepresidente constitucional durante los gobiernos de Rafael Correa, aceptó un puesto que había quedado vacante por las convicciones de Jorge Glas en las que el pueblo, y no el mercado, debía seguir siendo la prioridad para el Estado ecuatoriano. Dar el “sí” a Lenín Moreno, convirtió en ese instante a María Alejandra Vicuña en responsable directa de todo lo que le ha pasado, y pueda pasarle al vicepresidente constitucional. Ese espurio “sí” también puso un granito de arena más en favor de que la lucha de su excompañero quede en vano.

Sin embargo, cuando la corrupción empieza a colarse por debajo de las puertas del Palacio de Carondelet, carcomidas por los remordimientos de las conciencias de quienes todavía no tienen el corazón helado, el régimen cuasidictatorial de Lenín Moreno sacrifica ante el altar neoliberal a una cabeza de turco. María Alejandra Vicuña ha sido la última, muestra de que la podredumbre ética es el traje que viste el actual presidente de Ecuador. La rápida destitución de la exvicepresidenta indica un acuerdo con el poder institucional -hecho uno por las purgas de Lenín Moreno– para dar una imagen de renovación que no termine con ella en la cárcel-. Roma no paga traidores, Ecuador sí porque el mayor traidor de todos es quien paga.

En unas horas se conocerá al siguiente vicepresidente de Ecuador, un nuevo personaje sombrío con tan pocos escrúpulos e inexistente amor por sus conciudadanos, que la visión del despacho vicepresidencial puede más que alinearse con la dignidad política mostrada por el vicepresidente constitucional, aquél que llegó por voluntad popular, Jorge Glas.

Tanto Nancy Vasco de Maldonado, como Otto Sonnenholzner y también Agustín Albán, ya forman parte de las páginas enngrecidas por la ponzoña, de la historia de Ecuador. Son cómplices de la pobreza que ya ha llegado, de la corrupción, del nepotismo, de los recortes en educación y sanidad, derechos con Rafael Correa que hoy pasan a ser privilegios de nuevo. El capitalismo en fase neoliberal los ha logrado deshumanizar de tal manera que la terrible situación por la que está pasando Jorge Glas, soportando un gran dolor, no les importa lo más mínimo para tomar su cargo.

La democracia ya no es el corazón que mueve a Ecuador.