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Zoonosis: corolario del irrespeto por los bienes comunes

La complicidad de un pequeño grupo de corporaciones y gobiernos, les ha permitido controlar, a partir de la acumulación de capital, el sistema alimentario mundial, el agua, el petróleo, la tierra, la infraestructura material y técnica del planeta, los acervos de información y los aparatos represivos para ejercer la violencia.

En su avidez de ganancia, atropellan bienes comunes, espacios de humanidad, la diversidad de la vida y la visión de los pueblos. En esa dirección, la proliferación de enfermedades que superan la barrera inter especies o zoonosis (de especies no humanas al homo sapiens sapiens) se han exacerbado producto del exterminio de selvas y bosques para implantar monocultivos.

Las dimensiones son tan abusivas que la fauna silvestre termina diezmada y confinada en pequeños reductos, cuya elevada densidad de población facilita la multiplicación y mutación de su carga vírica y microbiana, posibilitando la zoonosis (el contagio a los seres humanos).

En este contexto, el COVID-19, según Silvia Ribeiro (Comida digital, No Gracias), las empresas digitales y de la agro alimentación tomaron nuevo impulso para afirmar que la digitalización de toda la cadena agroindustrial es la clave para superar la crisis.

En dicha cadena se incluye la producción de semillas, agroquímicos, fertilizantes sintéticos, maquinaria para la agroindustria, farmacéuticos animales, genética y cría de ganado, comerciantes de materias primas agrícolas, el procesamiento de alimentos y bebidas, industria de la carne, proteínas y comercio minorista de comestibles.

La alianza, de las empresas digitales y de la agro alimentación, argumenta que, en el marco de la COVID-19, gracias a ellas las personas han podido hacer sus compras online, que los robots no se enferman (ni hacen huelga o piden mejores condiciones) y que el dinero electrónico no necesita contacto personal.

Esta alianza agro-digital reclama su esencialidad por ser proveedores de alimentos y plantean que los estados deben garantizar el acceso internet en cualquier espacio geográfico de su territorio, que se hagan cargo de la infraestructura, que instalen redes 5G, para permitir mucho mayor volumen de datos, sin interrupciones (para que los sistemas de entregas con drones o vehículos no tripulados no se interrumpan) y que se den pasos determinantes para el Internet de las Cosas en agro-alimentación.

De esta manera, Microsoft ha diseñado programas especiales para digitalizar todo el trabajo en campo y varias empresas digitales han firmado contratos con empresas de maquinaria, como John Deere y CNH para la recolección en sus nubes electrónicas, a través de sus tractores, de datos de suelo, siembra y clima.

Las mayores empresas globales de comercio de materias primas agrícolas Cargill, ADM, Cofco, Bunge, Louis Dreyfus y Glencore, sostienen una colaboración para el desarrollo de plataformas de tecnologías digitales (especialmente blockchain e inteligencia artificial) para la creación de monedas digitales y automatizar el comercio global de granos.

Walmart compró el año pasado el 77% de las acciones de cadena de ventas electrónicas Flipkart en India por  16.000 millones de dólares y la cadena francesa de supermercados Carrefour, gran perdedora de los últimos años en el ámbito de los supermercados producto del auge de las ventas online, firmó un acuerdo con Google para impulsar ventas de comestibles con ayuda de las redes sociales.

A su vez, la cadena francesa de supermercados Monoprix tiene un contrato de ventas en línea con Amazon. Alibaba y Tencent, de China, se están disputando el control del mercado de ventas de alimentos de China.

Recordemos que mientras millones de personas migrantes, trabajadores informales y temporales rurales y urbanos, con la pandemia quedaron sin sus fuentes mínimas de ingresos, las empresas digitales y de agronegocios reportaron en abril, 2020 fuertes ganancias.

Amazon, por ejemplo, reportó 24.000 millones de dólares en ganancias. Nestlé, la mayor empresa global de alimentos y bebidas, productora de refrescos azucarados y otros alimentos ultra procesados (que producen diabetes y obesidad) reportó en plena pandemia, un reparto de ganancias de 8.000 millones de dólares.

No obstante, las mayores empresas de agro-negocios, como Tyson Foods, segunda productora global de carnes, se quejan de que la crisis los afecta y alegan que el sistema alimentario está roto y por ello necesitan apoyos y exenciones de impuestos de parte de los Estados.

En Estados Unidos los grandes productores de lácteos y huevos han tirado a la basura su producción, y otros han sacrificado miles de pollos o puercos, porque no era económicamente viable mantenerlos si no pueden venderlos en el momento preciso en que llegan al peso y tamaño que calcularon.

La simplificación de los ecosistemas, producto de las grandes extensiones de tierra que requieren los monocultivos bajo el actual sistema alimentario agroindustrial es una verdadera fábrica de zoonosis y una alta fuente de contagios de sus trabajadores y trabajadoras durante la crisis del COVID-19.

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