Podemos se desinfla en su cuarto aniversario
La formación política liderada por Pablo Iglesias cumple cuatro años. A principios del año 2014 el nacimiento de Podemos sacudió el escenario político de una manera impensable unas semanas antes. No solo supuso un terremoto para la izquierda española, ni se conformó con hacer temblar a toda la sociedad de nuestro país, su propuesta se escuchó con atención en Europa Occidental.
Su idea de primarias abiertas, su populismo de izquierdas que busca interperlar los sentimientos de manera transversal, su rechazo a la visión política izquierda-derecha que reemplazó por el nuevo eje arriba-abajo, y su propuesta de funcionamiento interno asambleario, consiguieron que millones de personas creyeran en su inminente asalto a los cielos.
Podemos ha tenido dos oportunidades para entrar en el cielo, pero Pedro –Sánchez, no el discípulo de Jesús que custodia la entrada del cielo en su concepción cristiana- sigue siendo la segunda fuerza política, por lo que Podemos no ha sido capaz de dar el sorpasso que lo pondría ante los ojos de la sociedad como la alternativa frente al Partido Popular (PP).
Muchas cosas han pasado desde el 16 de enero de 2014. Podemos es capaz consumir el tiempo de manera muy intensa, lo que otras formaciones políticas viven en décadas, en la formación morada lo ven pasar en meses. Pese a que el cielo no haya sido asaltado todavía y cada vez parezca más lejano, la formación de Pablo Iglesias no tiene pensado abandonar todavía.
Origen
El origen de Podemos está en Izquierda Unida (IU). Concretamente en los errores de IU. Más concretamente en fallar a la hora de llevar a cabo la refundación de la izquierda. Durante el año 2008 Izquierda Unida celebró su IX Asamblea Federal, en ella dio carpetazo a la era de Llamazares y eligió a Cayo Lara, representante en ese momento de los sectores más revolucionarios y rupturistas de la formación política.
En los documentos políticos aprobados se recogía de manera principal, clara y rotunda, la necesidad de refundar la izquierda. La militancia de IU creía que había que crear un nuevo sujeto político que superase a IU junto al resto de partidos políticos de izquierda y movimientos sociales. Una idea que se desarrollaría cuatro años más tarde en la X Asamblea Federal, en la que se recogía la idea del Bloque Político y Social, una profundización de la refundación.
Sin embargo, la dirección de Cayo Lara no estuvo a la altura de la militancia y no ejecutó el mandato de sus afiliados y afiliadas. Hubo ciertos intentos sí, como una primera reunión pública en 2009 en el salón de actos de Comisiones Obreras (CCOO), al que acudieron representantes de diferentes sectores sociales. Uno de ellos fue, precisamente, un joven Pablo Iglesias, que expresó en su discurso su cercanía a Izquierda Anticapitalista pero mostró a la vez su ilusión por la refundación de la izquierda, expresando que apoyaría ese proceso y que estaba encantado de formar parte de él.
La refundación de la izquierda fracasaría por las presiones de los sectores más moderados e inmovilistas de IU, que veían con miedo la posible entrada de nuevas personas y nuevas formas de hacer política, como primarias, lo que tras décadas en los despachos de las instituciones alejados de la calle, les garantizarían una derrota y una pérdida de poltrona.
El segundo intento en el marco del Bloque Político y Social cristalizó en Suma, la gente primero (SUMA). Una iniciativa de Enrique Santiago para lograr una candidatura unitaria de cara a las elecciones europeas de 2014. En SUMA se encontraron diversos partidos y movimientos sociales. La idea era crear una lista unitaria y redactar un programa desde la base que más tarde fuera defendido en las calles con una intensa agenda de movilizaciones.
Pablo Iglesias e Izquierda Anticapitalista volvieron a apoyar los esfuerzos de los sectores rupturistas de IU. SUMA avanzaba bien, consiguiendo importantes consensos entre sus integrantes que apuntaban a la consecución del Bloque Político y Social teorizado por la militancia de Izquierda Unida. Sin embargo la dirección de Cayo Lara lo estropeó al final cuando rechazó primero la celebración de primarias dentro de SUMA para escoger a algunos candidatos que fueran en los 10 primeros puestos de la lista unitaria, y después negarse a ceder simplemente uno de los puestos centrales de la lista para una persona que representase a SUMA.
Cayo Lara prefirió imponer a dedo a Willy Meyer -aunque los estatutos no lo permitían- y a Paloma López, una desconocida dirigente de los sectores más a la derecha de Comisiones Obreras (CCOO). Fue en ese momento cuando los profesores de la Complutense liderados por Pablo Iglesias e Izquierda Anticapitalista decidieron abandonar SUMA, que se desintegró días más tarde por la imposibilidad de conseguir que los acuerdos alcanzados fueran cumplidos por la dirección de Cayo Lara.
Nacimiento
La siguiente vez que se vio a los profesores de la facultad de Ciencias Políticas y a Izquierda Anticapitalista juntos fue en el acto de presentación de Podemos. Al no poder alcanzar los objetivos políticos que ellos creían imprescindibles para ganar dentro de la izquierda política existente en esos momentos, decidieron crear su propia organización.
Tras su nacimiento y ya como representante de su organización morada, Pablo Iglesias y los suyos pidieron una reunión con Izquierda Unida para intentar alcanzar una candidatura común. Estando de acuerdo en las propuestas programáticas, solo impusieron un requisito, que se realizasen primarias abiertas para elegir la lista electoral al Parlamento Europeo. Cayo Lara se negó en rotundo argumentado que las primarias eran un invento norteamericano y que cualquier empresario podría comprar el resultado. Por lo que no hubo acuerdo.
Podemos volvió a recordar su voluntad de unidad pese a no fructificar el acuerdo con IU y se dispuso a trabajar en sus propias primarias. La sorpresa llegó con los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo. Con las encuestas señalando que Podemos no lograría ni un solo escaño e IU en máximos históricos rozando el 20% en estimación de voto, nadie esperaría que la nueva formación de Pablo Iglesias, pese a no superar a los liderados por Cayo Lara en esos momentos, adelantase a su hermana mayor en importantes ciudades como Madrid. El impacto del resultado fue tan brutal que Podemos desbancó en ese instante a IU como referente de la izquierda alternativa en España.
Nueva política
Habiendo desplazado a IU como referente de la izquierda alternativa española, los de Pablo Iglesias podían ahora construir un nuevo relato y una nueva manera de hacer política. Su relato y a su manera. Las que habían intentado consensuar y no habían podido. El enemigo ya no era la oligarquía, sino la casta. Los aliados ya no eran los de la izquierda sino aquellos que tuvieran sentido común dando igual si eran progresistas o conservadores. El objetivo ya no era el pueblo sino la ciudadanía en un sentido transversal: tanto los empresarios como los trabajadores. El medio para lograrlo ya no era la movilización en la calle sino la toma de las instituciones. Tampoco servía ya la defensa de los anticuados valores de la izquierda, así que Podemos dejó de rebatir la matriz de opinión que la casta -hoy la trama– fabrica desde sus medios de comunicación, si no que pasó a interpelar los sentimientos de los ciudadanos.
Todo eso se tradujo en una visible bajada en el número tanto de movilizaciones como de asistentes a ellas, en abandonar la defensa de procesos progresistas que se dan en otros lugares del mundo como en Cuba y en Venezuela, en guardar la bandera republicana y cualquier otro símbolo de la izquierda y en iniciar una mala relación con la gente de IU, a la que Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero dedicaron varios insultos y malas palabras, lo que a la postre se les volvería en contra cuando se aliaron con la formación de izquierdas para las elecciones generales de 2016.
Pero antes se celebraron las elecciones municipales y autonómicas y generales en 2015. En las municipales y autonómicas, Podemos e IU se encontraron en varias candidaturas. Casualmente donde hubo unidad se obtuvieron mejores resultados e incluso sonadas victorias. Ferrol, Santiago de Compostela, A Coruña, Zaragoza, Barcelona y Madrid tienen a día de hoy alcaldes y alcaldesas de la izquierda alternativa. Yendo separados IU solo logró Zamora y Podemos Cádiz. Pero existe un dato aún más clarificador: tomando solo la ciudad de Madrid, yendo juntos en Ahora Madrid obtuvieron medio millón de votos (concretamente 519.210) mientras que para la comunidad en Madrid, Podemos obtuvo cerca de trescientos mil votos (concretamente 286.973) e IU 67.084, es decir, sin unidad solo en la ciudad de Madrid se perdieron 200.000 sufragios.
La lección no fue o no quiso ser aprendida por la dirección de Podemos, quienes siguieron con sus ataques a IU e incluso llegaron a concertar una cita con Alberto Garzón, para hacerle lo mismo que Cayo Lara les hizo a ellos en las elecciones europeas, solo que esta vez, el desplante lo acompañó Pablo Iglesias con un punto de soberbia. No habría unidad con la coalición de izquierdas para las elecciones generales de 2015. Después de todo las encuestas les favorecían a ellos y señalaban el paso de IU al extraparlamentarismo, con lo que Podemos solo debía esperar al más que posible descalabro de IU para hacerse con sus votantes y algunos valiosos cuadros.
En esos momentos Pablo Iglesias era un líder muy bien valorado, dirigiendo una formación política que rompía los esquemas de los estudios demoscópicos y además se identificaba a Podemos cuando se hablaba en positivo de los Ayuntamientos del Cambio (así es como se llaman a los consistorios gobernados por la izquierda alternativa que acudió unida a las elecciones municipales).
Pablo Iglesias y los suyos mantuvieron una retórica triunfalista desde su nacimiento. Estaban convencidos de que con su estrategia ganarían las elecciones de 2015, demostrando a la izquierda tradicional sus errores y limitaciones. Sin embargo en las elecciones de 2015 no fueron capaces de dar el sorpasso al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y obtuvieron 3 millones de sufragios, siendo la cuarta fuerza política en votos por detrás del bipartidismo y Ciudadanos. Con los votos de los aliados catalanes, gallegos (coaliciones en las que sí estaba IU) y valencianos, fueron 5 millones de votos. IU, gracias a una campaña magistral de Alberto Garzón y su nueva dirección, logró salvar los muebles consiguiendo 1 millón de votos.
Cambios
Tras las elecciones generales de 2015, Pablo Iglesias decidió cambiar el rumbo de Podemos. Su discurso giró a la izquierda y junto a él comenzó a teorizar la necesidad de crear un movimiento político y social que recuperase las movilizaciones en las calles, ya que sin acumulación de fuerzas que pidan un cambio, éste será imposible de llevar a cabo en las instituciones, sabiendo que los poderes fácticos estarán en contra de esos cambios por una cuestión de supervivencia.
En ese camino encontró a la IU de Alberto Garzón, con la que ahora sí se quería lograr un acuerdo electoral para ir unidos a las elecciones generales de 2016. Sin embargo las inercias de las tesis populistas de Laclau lastraron el acuerdo. Se consensuó un programa de centro izquierda que dejó fuera las principales reivindicaciones de la izquierda española: ni república, ni estado laico, ni bases de la OTAN fuera. No se permitió la celebración de primarias, se impuso a Pablo Iglesias como candidato sin pasar por primarias. Se fijó un discurso socialdemócrata precisamente en el momento en que la socialdemocracia española representada en el PSOE se hunde. Las heridas abiertas en años anteriores a causa de la agresividad de Podemos con IU no se habían cerrado, lo que provocó que en muchas ciudades las militancias de ambas fuerzas, acostumbradas a odiarse, no supieron trabajar juntas. La imposición de candidatos tampoco ayudó mucho. Al final la unidad sirvió para mantener lo conseguido, 5 millones de votos.
Tras esas elecciones, Pablo Iglesias insistió en el camino recién iniciado, la apuesta por la unidad de la izquierda, por aumentar la agenda de movilizaciones sociales y en definitiva, por dar un giro a la izquierda. Por supuesto a ese cambio de rumbo no estaba dispuesto todo el mundo. El núcleo fundador de Podemos se dividió. Juan Carlos Monedero apoyó a Iglesias, Errejón se situó en contra liderando un documento en el que apostaba por mantener la transversalidad y alejarse de IU. Mientras tanto Carolina Bescansa quiso mediar y cayó al abrirse las dos tierras y no estar pisando ninguna.
Tras la Asamblea Ciudadana Vistalegre II, la militancia apoyó a Pablo Iglesias mayoritariamente, por lo que sus tesis quedaron aprobadas. Errejón fue relegado a una segunda fila, siendo ahora la apuesta de la formación morada para las elecciones autómicas de Madrid. Sin embargo, a día de hoy Pablo Iglesias no ha ejecutado ninguna de sus propias propuestas, llevando adelante las tesis de Errejón que perdieron en Vistalegre II.
Realidad
Al final asaltar los cielos no está siendo fácil. Podemos ha ido desgastándose con el tiempo. Luchas internas tanto a nivel autonómico como estatal, gestión institucional sin incidencia en la realidad cotidiana, purgas e imposiciones desde la dirección, variaciones en los reglamentos para garantizar una mayoría favorable a Pablo Iglesias, la terca existencia de la lucha de clases que impide que la transversalidad funcione porque no se puede trabajar para mejorar las condiciones laborales de los y las trabajadoras sin que el empresario se posicione en tu contra, un vaivén ideológico que muestra carencias de liderazgo… Son muchas cosas que representadas por el político peor valorado de España están provocando la caída de Podemos en las encuestas.
Llamazares ya intentó un acercamiento al PSOE para condicionar su política, igual que Diego Valderas. También Llamazares convirtió a IU en una maquinaria electoral alejada de la calle y volcada en las instituciones. Cayo Lara desoyó la estrategia elaborada y aprobada por las bases. Podemos está transitando esos mismos caminos. Con éxito al principio sí, pero con peores resultados a cada convocatoria electoral.
Vistalegre II señaló el camino: movilización popular, unidad de la izquierda y funcionamiento democrático tanto dentro de Podemos como en las candidaturas unitarias. Sin embargo Pablo Iglesias parece haber decidido a los candidatos para las municipales y autonómicas en Madrid, y en vez de primarias con el resto de actores, se habla de imposición de la listas. No existe movilización popular que sirva para acumular fuerzas y lograr en la calle un apoyo masivo a los cambios a los que se opondrán todos los medios de comunicación de la trama, ni tampoco hay ningún esfuerzo en presentar batalla en la matriz de opinión que impone el Régimen del 78.