¿Irán los buceadores internacionales a Gaza, Sevilla o Yemen?
A pesar de que había carteles prohibiendo la entrada, por la época de lluvias, un monitor de fútbol y doce de sus pupilos entran en una cueva de Tailandia. Como avisaba el cartel, llueve y la cueva se va inundando con tanta rapidez que el grupo de temerarios no puede volver sobre sus pasos, con lo que se ven obligados en adentrarse más y más en la intrincada cueva hasta encontrar un lugar seguro. Pasados unos días de la estancia en la cueva, cunde la voz de alarma internacional. La noticia de la desaparición del grupo comienza a ocupar los primeros minutos de los noticieros de todas las cadenas y emisoras de todos los países. Se moviliza a buceadores de varios países para intentar el rescate una vez que son hallados con vida por dos buceadores británicos. La solidaridad internacional vuelve a funcionar.
Elecciones en Palestina. Hamas gana en la franja de Gaza. La llamada comunidad internacional, es decir, las potencias económicas occidentales, no reconoce los resultados. Los informativos de los países de la comunidad internacional presentan a Hamas como organización terrorista, o sea, una vez más hay que castigar al pueblo que ha elegido mal, ya hay antecedentes como los de Chile o Nicaragua. Se le encargará a Israel deshacer la fechoría popular, con el beneplácito de Occidente, como no podía ser menos.
Pero no serán buceadores internacionales los que ejecuten el mandato, serán valerosos militares sionistas los que hagan llover bombas de racimo sobre la cueva al aire libre en que han convertido a la franja de Gaza. Las gotas de lluvia no acumulaban un caudal mortal de agua, las gotas de esa lluvia eran de fósforo blanco o uranio empobrecido. A los buceadores internacionales no se les permitía guiar a los cientos de miles de niños gazatíes y al pueblo adulto a la salida de esa cueva mortífera, esa vez se quedaron en sus casas con sus bombonas de oxígeno.
Cansados de la pasividad de sus Gobiernos cómplices de las matanzas por omisión, los buceadores internacionales organizaron una flotilla de ayuda a los cientos de miles de niños palestinos y al pueblo adulto. Al contrario que en la cueva de Tailandia, la flotilla sufrió sabotajes, impedimentos para zarpar, todo tipo de marrullerías para evitar que pusieran rumbo a Gaza. Cuando, a pesar de todo, se aproximaron a las aguas de la Franja, la lluvia no fue de agua, fue de balas tal vez de las fabricadas en España. ¿Se mostraba en los noticieros a los niños y pueblo adulto atrapados en ese campo de concentración israelí? No lo recuerdo, pero seguro que mostrarían más de una vez a temibles yihadistas armados hasta los dientes en el cuerpo de la noticia.
Drones gigantescos bien dirigidos por el Íbex35 sobrevuelan el barrio de Los Pajaritos en Sevilla. De repente abren sus enormes panzas y vomitan ejemplares de la constitución de 1978, tan antiguos que son de los que tenían a la gallina con el franquista “Una, Grande y Libre” (no en vano la Constitución del 78 es hija de la última ley fundamental del Régimen, la Ley para la Reforma Política). Cientos de niños, y algún adulto incauto, recogen los ejemplares del sucio suelo. Al abrirlos, advierten que faltan montones de páginas, solo conservan las que contienen los artículos que van del 56 al 65, el 135 y el 155.
Esa lluvia no ha sido del agua que refresca las calurosas tardes del verano abrasador, ha sido la lluvia de los artículos que muestran la única realidad que para ellos supone la Constitución: monarquía, devolución de la deuda a los bancos privados alemanes por encima de sus necesidades y la unidad de la patria a sangre y fuego. La comunidad internacional no se ha enterado de la situación de pobreza que se vive en el barrio más humilde de España. De vez en cuando los noticieros nombran alguna detención sobre narcotráfico o maltratos. Los buceadores internacionales aún no se han organizado para llevar las bombonas de revolución que eliminen la injusticia social que ahoga a miles de niños y a la población adulta del barrio. ¿Lloverá alguna vez en Los Pajaritos los artículos del título I de la Constitución? Mejor que no, tendría el efecto de un ataque letal con gas de la risa, aunque al menos morirían desternillados, que dicen que es una muerte muy dulce, no obstante se han oído quejas de que el artículo 55 cae continuamente, es como una especie de calabobos.
La guerra civil estalla en Yemen. Dicen que un bando apoyado por las superpotencias de Irán y Eritrea, y el otro por el gendarme mundial EE. UU. y las reconocidas democracias de los estados árabes aliados comandados por Arabia Saudí. Los fabricantes de armas de la comunidad internacional se frotan las manos. Ante las movilizaciones de los buceadores internacionales, en España los partidos no constitucionalistas presentan en el Congreso vetar la venta de armas a Arabia Saudí, pero el bando constitucionalista (PP, PSOE y Cs), adalid de la libertad de empresa, vota en bloque en contra de dicho veto. A modo de excusa, aunque algunos maldicentes insinúan que a nadie le amarga una comisioncilla, el príncipe saudí es recibido con honores de jefe de Estado por el poder ejecutivo, el formal y el real, el rey y el presidente del Gobierno de turno respectivamente, para la firma del encargo de unas corbetas que dispararán de todo menos chuches para los niños yemeníes y el pueblo adulto.
La lluvia que caerá en suelo yemení no inundará su polvorienta tierra de agua salvadora, se regará con la sangre de inocentes que caerán abatidos por las mortíferas gotas de munición de fabricación española. Pocos buceadores internacionales, por no decir ninguno, nadarán o se sumergirán en el líquido rojo que inunde las cuevas donde se han refugiado miles de niños yemeníes con el pueblo adulto huyendo de las matanzas que provocan las gotas ardientes que caen de aviones o fragatas en forma de proyectiles. ¿Por qué tienen tan poco interés los noticieros en contar lo que está sucediendo en Yemen? Tal vez por eso de la diversificación del negocio, los señores de la guerra occidentales sean accionistas de los medios de comunicación.
Todo el mundo pendiente del rescate de doce niños y un adulto temerarios que arriesgaron sus vidas a sabiendas de que se metían en una zona peligrosa, pero muy pocos interesados en la suerte que corren millones de niños y adultos atrapados en el infierno de la lógica capitalista. El cuarto poder tiene mucho poder de persuasión.