La dirección de Podemos liderada por Pablo Iglesias ha perdido parte del impulso transformador de sus orígenes, al menos en lo que se refiere a democracia interna. Las primarias abiertas como herramienta para conformar listas de unidad con posibilidades reales de ganar, fue una de sus señas de identidad en los primeros pasos políticos del partido. No en vano Pablo Iglesias puso esa condición como línea roja para acudir con IU a las elecciones europeas de 2.014.
Cayo Lara, en ese momento Coordinador Federal de IU lo rechazó argumentando que cualquier enemigo externo con dinero podría imponer a su propio candidato y echar por tierra las opciones de la izquierda. Un argumento que quedó reducido al cenizas al año siguiente en Madrid, cuando la candidatura que apoyaba Cayo Lara no consiguió el mínimo necesario para entrar ni en el Ayuntamiento de la capital, ni en el Congreso Autonómico de la comunidad, mientras que Ahora Madrid (AM), que hizo primarias conjuntas con listas de Podemos y una parte de IU, no solo entró en el Consistorio, sino que lo gobierna en la actualidad.
Durante la campaña electoral en Madrid se produjo un apoyo masivo a la candidatura de Ahora Madrid liderada por Manuela Carmena que superó los límites del equipo de campaña de AM. Según Podemos, ese desborde fue gracias a las primarias conjuntas y a una elaboración desde la base del programa político. Dos herramientas de democracia participativa.
Sin embargo, a medida que varios cargos internos de Podemos han llegado a las instituciones, han creado sus pequeños círculos de influencia que no están dispuestos a perder en favor de otras familias políticas diferentes de su propio partido, mucho menos en beneficio de partidos aliados.
Esta situación ha hecho que Pablo Iglesias ocupe la posición que antes sostenía Cayo Lara. No se harán primarias conjuntas y los puestos se decidirán a dedo en mesa camilla teniendo en cuenta los resultados de las fuerzas aliadas en el escenario electoral anterior, lo que favorecerá a Podemos, ya que según señalan las encuestas IU crece levemente mientras que Podemos desciende.
La IU de Alberto Garzón pidió primarias conjuntas para decidir las listas del próximo ciclo electoral, pero Podemos las rechazó para proteger sus puestos de poder, sin la más mínima intención de arriesgarse a que las primarias las ganasen militantes de otros partidos. Sin embargo, pese a que IU cedió en la negociación para no romper la unidad, Andalucía se ha rebelado y ha recuperado las propuestas del Podemos originario. La dirección de IU ha dado el visto bueno a la iniciativa de los líderes andaluces de Podemos (Teresa Rodríguez) e IU (Antonio Maíllo), pero los líderes estatales de Podemos se han volcado en desdibujar el acuerdo ya refrendado mayoritariamente por los militantes andaluces de las dos formaciones.
Los argumentos de la dirección de Podemos, representada por Pablo Echenique no se sostienen porque lo que quieren obligar a asumir en Andalucía, no es necesario hacerlo en Galicia, ni en Cataluña. La ofensiva contra Adelante Andalucía responde al miedo de que cunda el ejemplo en otros lugares. Si la unión democrática entre Podemos e IU mejora los resultados electorales en Andalucía, con unas posiciones en favor de las primarias abiertas conjuntas, la redacción del programa desde las bases, y el rechazo a entrar en gobiernos del PSOE, el descenso de Unidas Podemos en el resto del Estado abocaría a los diferentes territorios a fijarse en el lugar en el que se tiene éxito.
En un momento en el que Podemos ha decidido conformarse con un estable 15% del voto para entrar en el Gobierno de Pedro Sánchez e influir en las políticas del ejecutivo socialista, algo que intelectuales de la organización morada como Juan Carlos Monedero y el propio Pablo Iglesias rechazaban de la antigua IU, Adelante Andalucía podría demostrar que el camino marcado por Iglesias no es la mejor estrategia para vencer al Régimen del 78, en vías de recomposición tras la llegada a la presidencia de Pedro Sánchez y la victoria de Pablo Casado en el Partido Popular.