Aznar pudo con todos, menos con Pablo Iglesias
En el marco de la comisión de investigación sobre la supuesta financiación ilegal del Partido Popular (PP), tocó por fin el regreso de José María Aznar al Congreso de los Diputados como compareciente. El expresidente no defraudó lo más mínimo, su bravuconería y su actitud chulesca hicieron acto de presencia durante toda la comparecencia.
Sus argumentos variaban dependiendo del interlocutor. A Simancas le habló sobre la frustración de perder unas elecciones, (refiriéndose al bochornoso caso de transfuguismo en 2003 cuanto él ya era presidente del PP). A Gabriel Rufián lo acusó de promover el golpismo y querer romper las instituciones, una provocación en la que el político catalán cayó de lleno, aumentando la tensión del diálogo, un momento en el que salió la vena mas ultra del expresidente.
El argumento de ETA no pudo faltar cuando el representante de EH Bildu tomó la palabra. Dicho sea de paso, el abertzale le tuvo que recordar al compareciente que su partido no forma parte del entramado de la banda terrorista, como lo atestigua que EH Bildu pasase el filtro que impone la ley de partidos, por lo que tiene pleno derecho a estar en las instituciones.
Todos estos exabruptos de José María Aznar fueron aderezados continuamente con la desautorización de las sentencias judiciales, la reducción a la mínima expresión de la corrupción llevándola solo a dos municipios de la Comunidad de Madrid, y evitando en todo momento siquiera que se trasluciera cualquier atisbo de delito de corrupción. Extremo que se acredita en la sentencia judicial de la Gürtel, en la que se indica que se lleva financiando ilegalmente desde su fundación. Pero para él el PP solo es partícipe a título lucrativo.
Por desgracia para la comisión estos cruces de palabras desdibujaron el fin de la misma. No estoy diciendo que no apoye que Gabriel Rufián le mostrase una camiseta de José Couso, como todos recordamos asesinado durante la invasión de Iraq que apoyó el trío de los criminales de las Azores en busca de las famosas e inexistentes armas de destrucción masiva. Solo José María Aznar no reconoce su inexistencia a día de hoy. No es que no apoye que se pueda decir que el PP tuvo que ver en el Tamayazo en Madrid, no es que no apoye tantas cosas que se le espetaron al expresidente, simplemente no era el foro adecuado.
Ojalá se le pudiese pedir una honesta rendición de cuentas por todas las tropelías que su gobierno cometió, y todas las decisiones que se tomaron, que pusieron el germen en muchos casos para la destrucción del estado de bienestar que sufrimos actualmente.
Llegamos al momento en el que José María Aznar se ve con Pablo Iglesias. Se esperaba un espectáculo bronco, de bajarse al barro. Pero en un ejercicio de parlamentarismo y de dignidad ejemplar, el líder de Podemos centró sus preguntas en el tema que trataba la comisión: la corrupción del PP.
No cayó en las provocaciones de José María Aznar, quién no dejó de lado la actitud chulesca, barriobajera y por momentos con un deje que podría enseñarle al mismo Vito Corleone un par de trucos para amedrentar, o por lo menos intentarlo, a sus interlocutores.
Iglesias en el principio de la intervención pregunta directamente si observó irregularidades en la financiación del PP. Obviamente la respuesta del expresidente siguió el mismo patrón que en las ocasiones anteriores: provocación para desviar la atención. Trató la cuestión de la financiación por parte de gobiernos extranjeros.
Vuelve Venezuela a la palestra como comodín para desviar la atención. Desde ese momento el debate sube el tono por parte de Aznar, sobre todo cuando Iglesias saca a relucir de nuevo la obligación de decir la verdad. Le recuerda las sentencias que acreditan que el Partido Popular se financió ilegalmente, y que disponía de una estructura financiera y contable paralela a la oficial. Hace referencia a las escuchas del caso Naseiro, desmontando poco a poco las afirmaciones de Aznar, por lo que comienza a crisparse y a perder los papeles haciendo referencias a Venezuela, a Irán y a la consulta de Podemos sobre el Chalet de Irene Montero y Pablo Iglesias.
Pero los momentos bochornosos llegan cuando Aznar, después de que se le pregunte por su relación con Correa, (algo que él niega, pese a que se le recuerda que Correa hizo importantes regalos en la boda de su hija), expresa que Iglesias es un peligro para las libertades y la democracia, para continuar con un ejercicio de vileza sin precedentes intentando hacer sangre con los momentos duros que la pareja formada por Irene Montero y Pablo Iglesias han pasado en los últimos tiempos debido al nacimiento prematuro de sus hijos. Demostrando así la falta de empatía y la catadura moral de la persona que llevó las riendas del país durante ocho años.
A partir de este momento nos encontramos a Aznar retozando en el barro, acabando con un último alegato infame donde pone en marcha el ventilador de suciedad, soltando todos los titulares panfletarios que cierto tipo de prensa publica para alimentar a los sectores fascistas de la sociedad que ansían esas informaciones para alimentar el odio contra los que son diferentes a ellos. Pero Pablo Iglesias en un ejercicio de dignidad, mantiene la compostura ante los exabruptos prefiriendo no bajar a la ciénaga para continuar el trabajo para el que varios millones de conciudadanos le dieron su confianza mediante el voto.
Ante todo este espectáculo bochornoso para los que nos consideramos demócratas, y sentimos vergüenza de quien ostentó el cargo de presidente, que toma la vía perversa cuando le ponen contra las cuerdas, quisiera recordar una cita de Pablo Iglesias Posse, fundador del Partido Socialista Obrero Español: “Merecer el odio de los que envenenan al pueblo, de los que le roban, será para nosotros una honra”.