Nadie lo preveía, pero era vox populi en las redes sociales. Nadie lo pudo evitar, pero nació de las noticias falsas y germinó en páginas y canales de contenido ultraderechista de dudosa calidad. Era sencillo ridiculizarlos, pero ellos siempre se consideraron héroes conservadores del nuevo tiempo.
Aquellos que acudieron el pasado sábado al mitin de VOX a Vistalegre no son muertos vivientes salidos de debajo de las losas del Valle de los Caídos, ni tan siquiera son todos iguales. Como siempre, la jerarquía y la ley de Pareto cumplen su función. En VOX están los dirigentes poderosos y herederos del franquismo, pero también víctimas de la crisis que -como no es nuevo ni en la historia y como ya está sucediendo en el resto de Europa- abrazan a las corrientes extremas con una desesperación y un odio al diferente previamente gestado.
El todopoderoso líder de VOX, Santiago Abascal, solo vio el pasado domingo como el fruto de un trabajo de desinformación y falsa bandera brotaba después de años de trabajo. Un cargamento entero de mentes transgénicas y engrosadas a base de fertilizantes compuestos de racismo, sexismo y nacionalismo extremos era expuesto frente a las gradas de la plaza de toros de Vistalegre. Más de 9000 asistentes tiñeron el ambiente del mitin de rojo, amarillo y caspa antigua mientras sus dirigentes acaparaban el protagonismo con un discurso evidente sobre españolismo, enemigos y jerarquías.
VOX nunca fue una parodia
Es sencillo ridiculizarlos y condenarlos por su discurso de odio, pero más sencillo tuvieron victimizarse teniendo entre sus filas a personas que realmente sufrieron el terrorismo como el cotizado Ortega Lara. Ese al que el Partido Popular quiere recuperar a toda costa diciéndole que ha cambiado, que va a dejar eso de la corrupción y que va a ser más valiente y rancio que nunca. Pero el PP no ha dado la cara lo suficiente y aunque Pablo Casado se ha atrevido al fin a desnudar a la formación azul ante España dejando al descubierto su auténtica figura, su márquetin de centro le ha hecho perder a sus votantes más radicales.
Después de eso, VOX lo tuvo todo resuelto. Solo fueron necesarias estadísticas, perfiles falsos y un buen relleno de ideas refritas para constituir un programa claro y una publicidad convincente para un único sector. Sin tratar de excederse en sus posibilidades, el partido de Abascal se ha sabido crear un público fiel. Un público al que aquellos que frecuentamos YouTube y las redes sociales hemos visto comentar masivamente en vídeos que ofrecen información sesgada o errónea o en carteles de dudosa veracidad y peor ortografía, como esos que suelen explicar la historia de un español pobre que no recibe ayudas mientras que a su vecino marroquí con tantos hijos como Iphones le traen oro, incienso y subvenciones gubernamentales.
El método Trump
Podríamos decir que tal vez sea un poco conspiranoico el pensar que este auge de las noticias falsas, anécdotas y testimonios anónimos esté orquestado desde arriba. Podríamos decirlo, pero sería faltar a una realidad ya pronunciada por expertos e incluso líderes. El Presidente Donald Trump ganó las elecciones de este modo y partiendo de una clara desventaja frente a su némesis Hillary Clinton.
El equipo publicitario del líder republicano sabía que la clave del éxito de su cliente solo podría nacer del enfado de la gente contra ciertos grupos discriminados. A partir de ahí, regueros de desinformaciones y posverdades sobre los supuestos horrores de la inmigración y los inmigrantes corrieron por los muros de Facebook y Twitter de aquellas personas a las que los algoritmos consideraron vulnerables, indecisas o afines a Trump. Esta realidad ha sido revelada por miembros de la propia campaña y diversos analistas de datos que ofrecen sus estudios al mejor postor cual mercenarios.
Vencer a la falta de originalidad
Algunos lo sabíamos desde que veíamos páginas y páginas cargadas de comentarios que decían que la única solución era votar a VOX. La agrupación política de Abascal ha jugado con las matemáticas tanto como con la pobreza, la ignorancia o las víctimas de ETA. Importar una fórmula electoral que ya había creado tendencia en otros países no era asumir riesgo alguno y resulta relativamente fácil conseguir información relevante cuando se cuenta con un cierto poder adquisitivo. Para que nos hagamos una idea, Santiago Abascal ha sido como ese pordiosero no necesitado que se pone monedas dentro de su propio sombrero para aumentar sus posibilidades de éxito.
La estrategia de VOX no ha sido innovadora, pero la de los que están a su reverso tampoco lo ha sido. Mientras todos estos años se dedicaban a ridiculizar a los votantes de VOX, los dirigentes y periodistas de izquierdas no se han preocupado de cuidar su propio jardín. Y no hablo del de la casa rural (me niego a llamarle chalet a algo tan mal diseñado, como diría Ter) de Pablo Iglesias. Hablo de esa izquierda o ideologías no fascistas que no han sabido colaborar ni comprender. Que han calificado de fachas a aquellos que tal vez no lo eran tanto en vez de mirar hacia un objetivo común y buscar un consenso coherente.
Espero de todo corazón que esto cambie, que no permitamos que estas corrientes extremas sigan creciendo por culpa de no saber ni ponernos de acuerdo ni atender a las necesidades de la población. La falta de originalidad se vence con creatividad. Y sería muy innovador que un cargo político comenzase a escuchar de verdad aún habiendo llegado al poder.