La inmigración se está convirtiendo en una de las cuestiones troncales del discurso político actual, y no siempre ese discurso es veraz. Se hacen declaraciones en las que las cifras se inflan, como cuando Pablo Casado expresó que había un millón de inmigrantes esperando en la frontera para poder entrar, desacreditado poco después por el propio director de la Guardia Civil, que hablaba de unos cientos.
Estas “equivocaciones” pueden darse por dos circunstancias: o bien las hace para apuntalar un discurso del miedo y sacar réditos electorales, o bien puede ser que el líder conservador se hubiese saltado también las clases de matemáticas en su momento.
Personalmente y bromas aparte creo que esa utilización de las cifras denota a partes iguales un gran desprecio por la verdad y por la vida, puesto que ese discurso del miedo y del odio finalmente repercutirá en el trato de los que al final son nuestros vecinos, compañeros de clase y trabajo. Para cimentar ese argumento racista hay que tener un gran conocimiento de los datos en España, y saber con qué y cómo se puede engañar a la población.
Hablo de engañar cuando al sacar cifras irreales de la chistera sabe que según encuestas más de la mitad de los españoles dice no saber cuantos inmigrantes viven en este país, en concreto un 53% frente al 29% de la media europea. Tampoco conocen el estado de los inmigrantes que viven aquí.
Un 38% de la población española considera que existen más inmigrantes ilegales que legales en estos momentos en territorio nacional, en Europa la media vuelve a ser del 29%,. Más centrado se encuentra el debate sobre si la inmigración se ve como un problema o como un oportunidad o las dos cosas, en este caso las cifras son 26% los que lo ven como un problema, también un 26% los que lo ven como oportunidad, y los que eligen ambas respuestas son el 33%, por una vez en estas cuestiones no nos pasmos de frenada frente Europa donde la media se sitúa en el 38% entre los que lo consideran un problema y un 20% los que lo consideran una oportunidad.
Por último y no menos importante la encuesta lanza el dato sobre la percepción del porcentaje de inmigrantes que viven en España. Los encuestados estiman que en el país hay un 23,1% de inmigrantes cuando no se llega ni al 9%, en concreto un 8,8%.
Respecto a la convivencia con los inmigrantes, el 60% de los españoles creen que su presencia tiene un impacto económico positivo, pero un 48% considera que quitan los puestos de trabajo, uno de los reclamos de los discursos antiinmigración que como podemos ver, cala en la sociedad. El 67% considera positiva su aportación cultural frente al 41% que los considera una carga para el sistema de bienestar.
También cabe destacar que los datos del INE de la evolución poblacional española en el 2017, señalan un aumento por segundo año consecutivo después de una serie de 4 años de descensos. En 2016 el aumento fue del 0,19% y en el 2017 de un 0,28%, siendo en este último año la inmigración lo que sube la población, ya que el saldo vegetativo (nacimientos – defunciones) es negativo -en concreto 390.024 – 421.269- lo que da un saldo de -31.245 personas compensado por el saldo migratorio (inmigración – emigración ) -532.482 – 367.878- lo que nos da un saldo de 164.604 personas.
Si miramos por segmentos de edad, la población desciende en los menores de 10 años, en los que tienen edades comprendidas entre los 25 y los 39 años, -población que podemos considerar en plenitud de condiciones para el trabajo-, también desciende en el segmento de 80 a 84, pero asciende en el resto de edades siendo los que más crecen los segmentos de 60 a 64 años, con lo que en 15 años la totalidad de este segmento pasará a formar parte de la población beneficiaria del sistema de pensiones y de 70 a 74 años, segmento que se integrará a este sistema antes.
Con estos datos se puede ver una falta de renovación de la pirámide poblacional en España, que con el saldo vegetativo actual, el decrecimiento de los individuos de la base, o sea los niños, y la reducción de los segmentos que apuntalan el sistema de bienestar con su fuerza laboral, las pensiones no serán viables dentro de unos años.
Dentro de la población migrante se ven tendencias de crecimiento negativas, siendo la más acusada la comunidad ecuatoriana que perdió un 3,6% de su población en España seguida de la población del Reino Unido que perdió un 2,6%. En el apartado de entradas vemos como se destaca con mucho la población de Venezuela que aumentó sus ciudadanos en el país un 44,2% hasta situarse en 91.228 personas. El segundo país que más aumentó su población en nuestras fronteras fue Colombia con un 15,7% situándose con 160.111 personas.
Como datos a tener en cuenta podemos ver que por nacionalidades la mayoritaria es la marroquí seguida de la rumana pero por sorpresa para muchos en tercera posición encontramos a personas provenientes del Reino Unido con un total de 285.698 personas. Después está Italia. Dentro de la lista encontramos únicamente como país de origen con aumentos poblacionales significativos a Marruecos, que aumenta su población en un 2.5%.
El caso de los países del África subsahariana no aparecen en estos datos. Puede deberse a que se contabilizan solo a las personas que están legalmente en nuestro país. La cuestión que en estos países prima una política de puertas cerradas ya que las embajadas y consulados tienen orden de no conceder visados a los que pretenden migrar, y se ven abocados a tener que hacerlo con las mafias que se aprovechan de la desesperación de estas personas, acabando en situación irregular en nuestro país en el que la regularización es casi una misión imposible, debido a una ley de extranjería impulsada por el PP que hace que las personas pasen por un calvario en el que deben de equilibrar muy bien la balanza entre cumplir los requisitos de la ley para poder regularizar su situación y subsistir, equilibrio que no es fácil de conseguir actualmente.
Con estos datos en la mano podemos observar de primeras un gran desconocimiento de la situación, y la cantidad de los migrantes que residen en el país, extremo del que se alimenta el discurso del miedo y del odio. Si las personas conociesen realmente las cifras tendrían los datos necesarios para poder rebatir estos argumentos falaces, pero la cuestión es que queda mucho por hacer a este respecto, en muchos sectores hace falta pedagogía que por cualquier circunstancia no se está llevando a cabo.
Desde ciertos sectores de los poderes políticos se frotan las manos; como dice el dicho popular “un pueblo ignorante es buen esclavo”, y que conste que no llamo al pueblo español inculto, llamo la atención sobre la información que consciente o inconscientemente se le priva, y por ende se le impide acceder a los mecanismos de defensa ante las mentiras.