Mientras el Mundo mira escandalizado a Brasil por la llegada del fascismo al poder ejecutivo, la oscuridad ya ha cubierto Ecuador vestida con un manto de silencio mediático, que convierte el viaje al fascismo de Lenín Moreno en una doble injusticia; por un lado los medios de comunicación han impuesto un cerco mediático que impide a los ciudadanos de otros países saber lo que está pasando -lo que anula la presión internacional-, y por el otro permite a la nueva dictadura reprimir y perseguir impunemente.
Da la impresión de que la victoria del fascista Jair Bolsonaro en Brasil ha impulsado ciertas dinámicas que, o estaban paradas –invasión militar en Venezuela– o se ejecutaban a un ritmo más lento –persecución política en Ecuador-. En las últimas horas el revanchismo de la ultraderecha que gobierna junto a Lenín Moreno se ha intensificado.
La concesión del asilo político a Fernando Alvarado ha molestado profundamente al régimen ecuatoriano, porque es una astilla que se ha clavado en el discurso oficial, reproducido por todos los medios de comunicación que se reparten el espacio mediático del país -banqueros y grandes empresarios-. Esa astilla ha provocado una grieta que pone en duda la versión oficial.
Hasta ahora el discurso del ejecutivo sostenía que Rafael Correa y sus seguidores eran los únicos que veían una persecución política que en realidad no existe, que es simplemente una lucha contra la corrupción de la anterior administración. Sin embargo, que un tercer país de la Comunidad Internacional le haya concedido el asilo político a Fernando Alvarado, significa que un poder ejecutivo extranjero, tras investigar la situación en Ecuador, ha comprobado que existe persecución política, y que la vida de Fernando Alvarado podría estar en peligro de seguir en el país, consideran que las causas abiertas en su contra se corresponden a una persecución política.
Sin embargo antes de eso, la justicia belga propinó un severo varapalo al discurso oficial de Lenín Moreno al dar la razón a Rafael Correa en un juicio contra un conocido periodista, dejando además ir libre al expresidente cuando se suponía que estaba vigente una alerta roja contra él en la INTERPOL.
La marcha de Fernando Alvarado enfureció de tal manera a la dictadura, que lo pagó con el vicepresidente constitucional Jorge Glas, trasladándolo de cárcel para alejarlo de su familia, y además sin previo aviso, lo que atentó contra los derechos fundamentales del político revolucionario, que aún no ha visto en el proceso judicial que lo ha encarcelado la presentación de pruebas que demuestren las acusaciones en su contra.
Sin embargo el régimen de Lenín Moreno no estuvo satisfecho con ello, y ha ordenado la prisión preventiva para varios colaboradores de Fernando Alvarado, justificándose en un proceso penal en el que Alvarado ni siquiera participó.
Uno de los nuevos perseguidos por la extrema derecha que ha llegado a Ecuador, Marco Antonio Bravo, señala que fue Andrés Michelena -mano derecha de Lenín Moreno y actual secretario de comunicación- el responsable de lo acontecido: una pequeña inversión de dinero que la fiscalía de Ecuador sostiene que no se gastó en su totalidad en lo pactado. Ya que en ese momento (2013) era él el administrador del contrato de Gota Azul.