El campo progresista en Honduras tiene tres fuerzas políticas que se lo disputan. Por un lado está el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), surgido de la lucha contra el golpe de estado que sufrió Manuel Zelaya en 2009; por el otro está el Partido Liberal (PL) que en el momento del golpe estaba liderado por Zelaya, y pese a eso la dirección del partido apoyó la asonada. Por último está Salvador Nasralla, quién entró en política aprovechando su presencia mediática como presentador de televisión.
LIBRE mantiene una posición socialista que lo acerca a Evo Morales, Nicolás Maduro, Rafael Correa, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel. El PL lleva siendo desde hace varias décadas la pata izquierda del bipartidismo neoliberal de Honduras, funcionando como muro de contención de la izquierda alternativa, aunque en las dos últimas convocatorias ha sufrido el sorpasso por parte de LIBRE. Salvador Nasralla es uno de esos políticos que surgió en plena ola de la equidistancia política, su argumento giraba en torno a la lucha contra la corrupción, sin cuestionar el modelo neoliberal.
En 2016 LIBRE y Salvador Nasralla cerraron un acuerdo para presentarse juntos a las elecciones bajo la coalición Alianza de Oposición contra la Dictadura (La Alianza). De la noche a la mañana, Salvador Nasralla adquirió un discurso revolucionario que lució en cada mitín y entrevista de la campaña electoral. Él era el candidato presidencial de La Alianza.
Tras ganar las elecciones pero sufrir un fraude que le arrebató a la izquierda su regreso al poder, Salvador Nasralla inició un viaje a la derecha que terminó en ruptura con LIBRE. El excandidato presidencial de La Alianza no siguió lo acordado por la militancia en asamblea abierta, y reconoció la dictadura de Juan Orlando Hernández (JOH) participando en los diálogos, como un intento de aprovechar el espacio que dejaba libre Manuel Zelaya al preferir la movilización en las calles.
Ahora Salvador Nasralla se ha unido con el PL creando la Plataforma Social Ciudadana de Honduras, desde donde ambos piden la celebración de elecciones anticipadas, abandonando el discurso que señala a JOH como un dictador, por haberse presentado pese a la prohibición expresa de la constitución, pese a mantenerse en el poder aunque se haya confirmado el fraude electoral y a pesar de haber desencadenado una represión brutal contra la oposición. La Plataforma Ciudadana no considera que el problema del país sea la política económica neoliberal, sino que centran el problema en la corrupción, que en la práctica es solo una consecuencia del neoliberalismo.
Mientras tanto el partido LIBRE con Manuel Zelaya a la cabeza, sigue sin querer participar en los diálogos con JOH porque el dictador no quiere hablar del fraude, y ha expresado en varias ocasiones que lo allí hablado no tiene por qué aplicarse más adelante, es decir, que los acuerdos no serán vinculantes. Además LIBRE no reconoce su autoridad, por lo que exige mediación internacional que la dictadura rechaza.
Zelaya está apostando por mantener la movilización en las calles y por la celebración de un referéndum popular en el que se planteen cuestiones como la continuidad de JOH en la presidencia, la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente y la idoneidad de mantener los Tratados de Libre Comercio.
El líder de LIBRE es el que lleva la iniciativa política en Honduras, y no ha sufrido el desgaste que sí ha padecido Salvador Nasralla por su errático cambio de opinión, y por su fallida participación en los diálogos, ya que no logró sacarle nada a la dictadura que pudiera justificar mediáticamente su participación en ellos.