Manuel Zelaya consigue marcar la agenda política de Honduras
El líder de la izquierda de Honduras, Manuel Zelaya (Mel) ha conseguido imponer su agenda política no solo a los partidos del campo progresista del país centroamericano, sino también a la dictadura fascista de Juan Orlando Hernández (JOH), que tras su desempeño gubernamental está pasando por sus horas más bajas.
La acción gubernamental de Juan Orlando Hernández no es peor que la de sus antecesores en el periodo dictatorial que comenzó en 2009. El actual golpista que concentra el poder en Honduras se ha limitado a hacer lo mismo que Roberto Micheletti Bain y Pepe Lobo: la aplicación del neoliberalismo que la embajada de Estados Unidos en Honduras quiso imponer a Manuel Zelaya y no pudo.
Sin embargo la economía de Honduras no puede soportar la receta capitalista, que no sabe contenerse. Las últimas subidas en la electricidad, fruto de la privatización decretada por JOH, el aumento de la gasolina, de las medicinas, y de alimentos tan básicos como los huevos, han provocado hartazgo y un exilio masivo.
La represión a quienes protestan, ya sea mediante asesinatos extrajudiciales como a los estudiantes universitarios, o detenciones ilegales como al periodista Jairo López por tratar en el informativo que presenta, el aumento de precios de la electricidad y las consecuencias que tiene para la mayoría de los hondureños, ha contribuido en la mala imagen de JOH.
Mientras tanto, el apoyo a Manuel Zelaya y a su partido LIBRE aumenta, ya que el revolucionario no solo ha rechazado cualquier puesto en las instituciones del país, sino que ha sido el único de las tres opciones progresistas de Honduras, que ha rechazado la participación en los diálogos propuestos por la dictadura.
Una apuesta que le ha salido bien al líder de LIBRE al verse cumplidos sus análisis, que establecían que JOH solo buscaba perder el tiempo para desmovilizar las masivas manifestaciones contra el fraude electoral. Los que participaron de ellos, denostando a Mel por quedarse fuera, no han logrado arrancar ni una sola medida social a la dictadura, y al tomar parte en ellos han firmado documentos por los que reconocen a JOH como el presidente constitucional, por lo que su credibilidad ha quedado en entredicho.
Mientras que Salvador Nasralla y Luis Zelaya participaban en los debates, reconociendo a la dictadura rechazada en las urnas pero mantenida en el poder gracias a un fraude electoral, Manuel Zelaya mantenía las movilizaciones en las calles, alejado de las prebendas institucionales ofrecidas por la dictadura en los diálogos.
El siguiente paso de Manuel Zelaya fue convocar una consulta popular para que el pueblo de Honduras exprese democráticamente si quiere que JOH se mantenga en el poder, y si quiere establecer una Asamblea Nacional Constituyente. Tanto el resto de los actores progresistas (Salvador Nasralla y Luis Zelaya), como la dictadura se negaron en redondo, acusándolo de populista, demagogo y traidor a la patria.
Sin embargo, tras ver el apoyo ciudadano a la propuesta de Mel, Nasralla y Luis Zelaya decidieron apoyar esa convocatoria, pero no desde un punto de vista de unidad, sino confrontando con Manuel Zelaya para arrebatarle el protagonismo de la consulta. Al no lograrlo, ambos decidieron crear una Plataforma Ciudadana y pedir la renuncia de JOH y elecciones anticipadas, es decir, lo mismo que en los diálogos con la dictadura, solo que desde fuera y con menos apoyo, ya que es Mel el que conserva la base social obtenida por la izquierda en la defensa del resultado en las urnas.
La dictadura también ha cambiado su posición a la vista del creciente apoyo a la propuesta de Manuel Zelaya. Ha sido Mauricio Oliva, Presidente del Congreso Nacional de Honduras, y miembro destacado del Partido Nacional, sostén principal de la dictadura de JOH junto con el Partido Liberal de Luis Zelaya, quien ha expresado su apoyo a una consulta popular para conocer la expresión del pueblo.
Manuel Zelaya se enfrenta de nuevo a una embestida para arrebatarle el protagonismo de su propuesta, y así contener la oposición a la dictadura. Sin embargo Mel ya ha expresado que si no se hace con una nueva autoridad electoral y con observación internacional, hará la suya propia fuera de las instituciones. Una postura que mantiene intacta su coherencia política, y que reta a la dictadura a impulsar su propia consulta, corriendo un riesgo bastante alto de que la de Manuel Zelaya tenga una participación mucho más alta.