La apuesta de Unidos Podemos por la república como eje del próximo ciclo electoral
El campo progresista español está dividido en dos grandes bloques. Por un lado aparece el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que desde el inicio de la transición ha sido un muro de contención que ha impedido que la izquierda se haya hecho con el poder en el país ibérico.
Por el otro lado se encuentra la izquierda alternativa, actualmente unida en el ámbito nacional dentro de Unidos Podemos (UP), y en diferentes coaliciones locales en el ámbito municipal y autonómico dependiendo del territorio en el que se encuentre, ya que no en todos los lugares del Estado español la unidad se ha dado de la misma forma, e incluso hay regiones donde no se ha producido ni se espera que lo haga.
El PSOE es la pata izquierda del bipartidismo español, por lo que su función consiste en concentrar en él el voto de la izquierda para evitar que otras organizaciones rupturistas ganen las elecciones, lo que comenzaría una política más o menos contraria al capitalismo, que reduciría los privilegios de la oligarquía para aumentar los derechos de las mayorías.
Esas organizaciones han sido el Partido Comunista de España (PCE) durante los últimos años de la década de los 70 y los primeros de la de los 80, Izquierda Unida (IU) desde mitades de los 80 hasta 2014, Podemos, y ahora Unidos Podemos (UP), donde están integrados el PCE, IU y Podemos como organización líder, junto con otras fuerzas progresistas minoritarias.
Al PSOE para ganar en las elecciones, entendiendo ganar como cumplir su papel de muro de contención contra la izquierda transformadora, siempre le ha bastado con aplicar la misma estrategia, que no es otra que difundir en los medios de comunicación una alerta: “¡Que viene la derecha!“, y una solución inmediata para evitarlo “es necesario el voto útil a la izquierda -refiriéndose a ellos mismos- para frenar a la derecha, votar a otras opciones sin posibilidades de vencer es a fin de cuentas ayudar a que la derecha llegue al poder“.
Con los medios de comunicación de masas plegados a la estrategia bipartidista, el PSOE nunca ha tenido problemas para imponer ese argumento por encima de cualquier voz de la izquierda transformadora. Por un lado los medios aparentemente progresistas que lo apoyan difunden ese argumento, mientras que por el otro lado los medios cercanos al PP, lo califican como una organización extremista, para que no se le escape tampoco el voto más escorado a la izquierda.
Hasta el día de hoy ningún partido de la izquierda transformadora ha podido superar esa barrera, siendo paso fundamental para alcanzar el poder, ya que mientras Unidos Podemos no sea capaz de que la sociedad lo vea como la organización que puede frenar a la derecha, el PSOE seguirá siendo el que se enfrente al PP como el representante de la izquierda.
Da igual que cuando el PSOE está en el poder actúe como el PP, no importa que cuando el Partido Socialista Obrero Español está en la oposición tenga un discurso de izquierda que siempre olvida al llegar al poder, ni que Pedro Sánchez lleve adelante un gobierno de gestos que no cambie el fondo de los problemas.
El apoyo mediático consigue que nada de eso cuente a la hora de meter el voto en la urna, como tampoco influye que en campaña electoral, las promesas que el PSOE lleva haciendo a los españoles 4 décadas pero que nunca las ha llevado a cabo estando en el poder, tengan el mismo gancho electoral que el primer día, es el eterno “ahora sí que sí” del siempre esperanzado votante del PSOE, que solo necesita un mínimo gesto para recobrar la fe perdida durante los gobiernos de su partido.
Sin embargo Unidos Podemos parece haber encontrado una brecha por la que atacar a su enemigo político para conseguir el ansiado sorpasso: La república. Una apuesta estratégica que Alberto Garzón, el coordinador federal de IU, siempre ha mantenido en el seno de UP, pero que había sido rechazada por Pablo Iglesias, por considerar que espantaría a los votantes moderados.
Sin embargo desde hace cuatro años la monarquía ha visto cómo su popularidad ha caído en picado. Una posibilidad que se demuestra en el secretismo del CIS, que dejó hace años de preguntar a los españoles por la Casa Real, viendo que en cada oportunidad los números de las valoraciones eran más bajos.
La corrupción de varios de sus miembros, incluidas las sospechas sobre el rey emérito Juan Carlos, el conocimiento de la vida de lujo y desenfreno del anterior monarca, y las figuras decorativas que son el actual rey Felipe y su familia, quienes se aumentan el sueldo sin desempeñar un trabajo que lo justifique, habiendo accedido a esa injusta posición por encima del resto de los españoles por el simple hecho de nacer, ha dado como resultado que el número de republicanos doble al de los monárquicos, por lo que una victoria sobre la monarquía en un referéndum es hoy posible.
Ese avance histórico de la sociedad española ha sido inteligentemente recogido por Unidos Podemos, que por fin ha aceptado la estrategia de Alberto Garzón. En las últimas semanas Pablo Iglesias en casi todas sus intervenciones ha hecho profundas críticas a la monarquía, preguntándose para qué sirve, tras lo cual ha empezado a lanzar vivas a la república.
Por lo que parece, este discurso republicano de la izquierda transformadora va a intensificarse más a medida que se acerque el ciclo electoral, porque es un desmonte al principal argumento del PSOE comentado anteriormente. La organización de Pedro Sánchez ha ligado su futuro al de la monarquía, institución que la pata izquierda del bipartidismo español apoya de manera total e irrestricta, llegando a reprobar a instituciones democráticas integradas por funcionarios elegidos en elecciones, por emitir declaraciones contra la monarquía, e incluso ordenar a todos sus concejales a no apoyar las declaraciones republicanas que IU está impulsando en todos los ayuntamientos del país.
La república es un anhelo del pueblo español según las últimas encuestas, concentrando la mayoría de quienes desean el fin de la monarquía en los apoyos electorales de PSOE y UP, por lo que una apuesta clara de Unidos Podemos por la república, a la vez que el PSOE se reafirma en su apoyo a la Casa de Borbón, podría provocar un trasvase de votos de los de Pedro Sánchez a los de Pablo Iglesias. Puesto que el campo progresista español tiene una imagen idealizada de la II República, una propuesta política que desean ver cumplida antes que cualquier otra, al identificarla como un necesario avance social progresista que aumentará los derechos de la mayoría de los ciudadanos, como consideran que pasó en el anterior periodo republicano.