Hay un sector que niega que la identidad sexual, (sexo subconsciente), es una característica biológica natural y no una construcción, incluso llegan a distinguir sexo anatómico o biológico, para adueñarse o legitimar los cuerpos cisnormativos. En la década de los sesenta la medicina señaló que el sexo era el conjunto de características que incluían el sexo cromosómico, el sexo hormonal, el sexo genital, las características sexuales secundarias y el sexo psicológico. Más tarde la categoría de sexo psicológico sería cambiada por la de identidad sexual y/o de género.
Sin embargo es importante señalar que si el sexo psicológico, definido como el sentido de pertenencia que cada persona tiene a un sexo en particular, si se consideró como un nivel de los componentes del sexo, fue porque en las primeras décadas del siglo XX la llegada a los consultorios de personas intersexuales, y de personas que más tarde se les calificó como transexuales. Esto generó que los médicos constataran la existencia de una dimensión sexual al nivel de lo psíquico que se presentaba como irreductible a cualquier otro nivel de las características que comprendían el sexo.
En 2002, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Sentencias de la Gran Sala de 11 de julio de 2002, en los casos Christine Goodwin contra el Reino Unido e I. contra el Reino Unido–, estableció que: la definición del sexo-género de una persona va mucho más allá de la apreciación visual de sus órganos genitales externos en el momento del nacimiento y no es un concepto puramente biológico, sino, sobre todo, psicosocial.
Querer insistir en la representación del género que es algo que obedece a un factor socio cultural y aseverar que el sexo, como quien sienta cátedra, es igual a caracteres sexuales, cromosomas, genitales, además es biológico en función de estas características, es una aseveración carente de objetividad, no tiene en cuenta la opinión de la observancia empírica de disciplinas psicomédicas, del derecho internacional ni de la antropología, con el fin de negar que la identidad sexual de todas las personas, cis o trans, son biológicas y naturales. No es casual, es intencionado y obedece a un “fundamentalismo” promovido desde el privilegio cis, que niega que la biología lo que nos muestra es que la naturaleza es diversa y se niega a no serlo.
La antropología igualmente nos enseña que las identidades trans acompañan al mundo desde los orígenes; hemos tenido presencia en todos los tiempos, culturas y situaciones geográficas dispares.
Asúmanlo y sean más exhaustivos a la hora de hacer ensayos que en un ejercicio de vericuetos, mezclan conceptos; género/sexo, con el único objetivo de que sus privilegios no se muevan y seguir perpetuando un orden binario de los géneros, de los cuerpos fundamentados en el privilegio cis.