Estos días se estrena Sin Fin, la última película de los hermanos Esteban Alenda que tiene como protagonistas a María León y a Javier Rey y cuyo hilo conector es una emotiva historia de amor, tiempo recobrado y ausencia dentro de una atmósfera de ciencia-ficción que hace posible experimentar los designios de las relaciones humanas de una forma más profunda.
Sergio de la Puente, consagrado como concertista de piano clásico y reconocido compositor de proyectos audiovisuales, es el que ha fabricado esa magia que solo una música acompasada, sublime y conmovedora es capaz de hacernos sentir. Timeless, pieza clave de la película, representa la fugacidad del tiempo a través de una instrumentación fuera de lo común y la distinguida voz de Ana Franco.
El músico nos hablará en esta entrevista de su notable trayectoria, sus inicios, sus proyectos, y, sobre todo, de la hermosa banda sonora de Sin Fin y nos dará su opinión sobre este largometraje recomendado para nostálgicos, románticos y amantes del cine alternativo de ciencia-ficción.
Tú vienes de una trayectoria clásica en la música. ¿Cómo te introdujiste dentro del mundo de la composición audiovisual? ¿Fue un camino difícil el convertirte en un compositor consagrado?
No sé qué fue primero si el cine o la música. Yo desde siempre he estado muy ligado al cine. Desde pequeño yo veía muchísimo cine, había mucha tradición en casa, veíamos muchas películas y había también mucha tradición musical. Yo desde chico decía: “O quiero contar historias o músico”, entonces al final cuento mis propias historias a través de la música.
Pero sí es verdad que a mí el tema del cine o audiovisual me vino un poco desde pequeño, lo que pasa que la música clásica también ha sido toda mi formación y gracias a esa formación clásica he podido llegar luego, a la hora de componer, a poder trabajar en cualquier ámbito.
El cine ha acercado también la música clásica a muchas personas que desconocían el placer de escucharla, ¿consideras que a través de tu música puedes educar la sensibilidad del espectador?
Siempre he dicho que la música es un transmisor de emociones. Cuando estás contando una historia en una película lo que intentas es llevar esa emoción al espectador. Hay veces en las que hay películas a las que les hace falta una música para realzar el momento, entonces eso hace que la gente se acerque más a la música. Un ejemplo que yo siempre digo es que Spielberg decía que en E.T. las bicicletas no volaban por los efectos especiales, volaban por la música de John Williams.
Sin embargo, a cualquier persona que tenga un ápice de sentimientos le llega la música. Le llega si esa música es acertada o no. A todos los de mi quinta nos ha pasado que, desde chicos, hemos escuchado un disco de Pink Floyd, o de Camarón o de Hombres G…Y llega un momento en el cual te llega esa música, siempre hay un momento en el que hay un transmisor, un momento donde se transmiten emociones. Entonces, tanto con la música clásica como con cualquier otro tipo de música, con el cine es mucho más fácil llegarle a la gente.
El buen músico es aquel que es generoso con una historia. Hay películas maravillosas a las que se ha cargado una mala banda sonora y también hay casos donde una película normal ha pegado una subida solo con la música.
Buñuel llegó a decir que a fuerza de contar con la música se traiciona la imagen. ¿Puede el compositor con su música dar alma a un mala cinta? Por el contrario, ¿puede un excelente producto arruinarse por una composición mal elegida?
Sí, totalmente. El buen músico es aquel que es generoso con una historia. Un ejemplo vuelve a ser John Williams. En La lista de Schindler hay momentos en los que él mismo quita la música porque ya la secuencia es bastante cruda como para hacerla con música.
Hay películas maravillosas a las que se ha cargado una mala banda sonora. Hay ejemplos como Único Testigo donde la música es muy acertada, pero la instrumentación yo creo que no lo es porque se utilizaron sintetizadores de los años 80. Era una banda sonora de Maurice Jarr y esa instrumentación ha hecho que el producto envejezca más rápido.
También hay casos donde una película normal ha pegado una subida solo con la música como Amélie, que es una película que se ha sobrevalorado, pero sobre todo también por su música.
En el caso de Sin Fin, o en general en otros cortos o películas, ¿el compositor musical reescribe el guion pero con música? ¿Desde qué perspectivas sueles trabajar el guion musical?
En el caso de Sin Fin a mí primero me llegó el guion, pero hay veces que nos llega la película. En realidad hay dos formas: o bien nos llega el guion o bien cuando el proyecto está muy avanzado y necesitan un músico nos llaman cuando ya está el montaje avanzado.
Ha habido momentos en los que yo he hecho algunos motivos centrales de la película con un guion, pero después se han desbaratado completamente en cuanto he visto el montaje. En el caso de Sin Fin veníamos de un cortometraje anterior, pero es verdad que aunque el cortometraje y la película partían de una misma premisa, utilizamos música diferente.
Cada proyecto se trata de una forma diferente. A la hora de abordarlos suelo trabajar con motivos centrales o leitmotivs, ya que lo mismo que hay personajes y tramas que son la columna vertebral de una historia, en el guion musical tienes que tener varias melodías que sean la columna vertebral.
Sin Fin es una historia de ciencia-ficción, pero los directores querían darle más importancia a la historia de amor que hay entre ellos. La ciencia-ficción es circunstancial. La banda sonora tenía que ser eso, sobre todo una historia de amor; en algunos momentos utilizando instrumentos que diesen el aspecto de ciencia-ficción, pero siempre marcando la historia de amor.
También al no ser una película de muchos personajes, en la que teníamos solo dos que son los únicos que te llenan la pantalla todo el rato, no podíamos utilizar grandes orquestas, ni grandes formaciones musicales. Entonces opté por utilizar un piano y una guitarra arropados por varios instrumentos, pero los solistas son sobre todo el piano y la guitarra. Esa fue la forma de abordar la forma entera de Sin Fin.
¿Cómo ha sido este trabajo en concreto? ¿Te han dejado los directores, los hermanos Esteban Alenda, las manos libres para aplicar la música o ha sido un trabajo en codirección? ¿Cómo ha sido trabajar de nuevo con ellos?
Cada director es un mundo. Hay directores que trabajan por ensayo y error y te dicen: “No sé lo que me gusta, pero sé lo que no me gusta”. Después está el director que lo sabe todo, que sabe perfectamente la música que quiere en su película y lo tiene clarísimo. Y luego hay directores como los hermanos Esteban Alenda que, yo siempre lo he dicho, más que dirigir coordinan y para mí eso es muy acertado. Hacen que te involucres tanto en la historia que esperan a que tú propongas también. Aunque ellos también te llevan por el camino para que des con esa solución.
En el momento en que ellos me dan la historia yo les propongo una historia musical. También porque yo siempre estoy enamorado de su trabajo y todos los cortometrajes se los he hecho yo, menos uno de ellos. Ya nos conocemos bastante y además compartimos hasta las mismas listas de Spotify. Con ellos he pisado sobre un terreno bastante seguro.
En cuanto a los actores o a personajes que representan en la película,¿los has identificado con alguna música o algún instrumento concreto? ¿Influyó más la personalidad de los personajes que las propias escenas a la hora de definir la música?
Como te he dicho antes he utilizado un piano y una guitarra, y los he utilizado por varias razones: como son dos personajes solo utilicé un piano y una guitarra porque los dos son instrumentos de cuerda. Además, no estamos acostumbrados a utilizar un piano y una guitarra acústica porque por sonoridad funcionan, pero tampoco es que funcionen porque uno es cuerda pulsada y otro cuerda percutida.
No obstante, en esta película los que he querido utilizar de tal forma que se compenetren, aunque siempre hay uno que se come al otro. Y eso pasa en las relaciones. Y aquí pasa que hay melodías que, de repente, se comen a la otra. En Sin Fin hay un personaje que al principio parece que se come al otro. Entonces, musicalmente, a la hora de elaborar los personajes he querido ser ambiguo. En la película hay dos melodías claras que al final se unirán en una.
La composición de Timeless trata de representar la fugacidad del tiempo, a parte de esto, ¿qué sentimientos crees que han guiado la composición de la pieza?
Sobre todo la pérdida, la pérdida y la ausencia. El darte cuenta de que la vida es muy bonita y maravillosa, pero también duele. Que el tiempo pasa y se nos quedan cosas por hacer, por decir. Es lo que dicen los hermanos Esteban Alenda, que esta película trata de las segundas oportunidades, sobre qué haríamos si tuviéramos la oportunidad de volver atrás en el tiempo: si cambiaríamos algo o si es mejor no tocar nada.
Yo creo que esta película, musicalmente, me ha llegado tanto porque a todos nos han pasado este tipo de historias. No viajar en el tiempo porque no se puede, pero sí el decir: “Tendría que haberle dicho en su día algo”, o el acordarte mucho de personas con las que ya no estás, o el pensar en cómo sería tu vida si hubieses seguido con otra persona. Siempre alrededor de las relaciones humanas y, sobre todo, de las relaciones sentimentales. Todo gira alrededor de ellas. Entonces es un bucle sin fin. A todos nos pasa que hay historias en las que entramos, pero no podemos salir porque no queremos salir.
¿Qué os ha hecho incluir la maravillosa voz de Ana Franco en este trabajo? ¿Qué ha podido aportar la cantante a esta película?
Ana y yo llevamos varias canciones juntos y siempre teníamos la broma de: “Vamos a cerrar nuestra trilogía de canciones, de colaboración”. Y es verdad que me he acostumbrado mucho a trabajar sobre su voz porque para mí es otro instrumento más. Además ella canta en un grupo Coffee&Wine, que siempre he escuchado y que me gusta mucho.
Con Ana Franco es fácil trabajar y en este caso le dije que la canción “Sentarme con ella” no solo la interpretase, sino que la hiciésemos juntos. Entonces cogí el tema central de la película y se la mostré cuando ya estaba en una fase muy avanzada de montaje. Además ella tiene más o menos los mismos gustos que yo de ciencia-ficción, de este tipo de cine independiente.
El meter a Ana fue por la elegancia que tiene su voz, porque tiene una voz muy volátil y ella además en Timeless hace las voces, los coros; jugamos con las idas, venidas, ecos; jugamos con esos susurros del paso del tiempo, de secretos de confesiones, del amor, de todo…Y eso fue lo que hizo que metiese a Ana en el proyecto, pero yo siempre he dicho que la mitad de Timeless es ella, tanto en composición como en interpretación.
Sin Fin es una historia de ciencia-ficción, pero los directores querían darle más importancia a la historia de amor que hay entre ellos. La ciencia-ficción es circunstancial. La banda sonora tenía que ser eso, sobre todo una historia de amor
Además de cine y teatro has compuesto música para televisión ¿Existen grandes diferencias entre componer para una película como Sin Fin o hacerlo para una serie de televisión? ¿y para una obra de teatro?
Cine y televisión es muy parecido, lo que pasa es que para una serie de televisión el trabajo y el guion musical es mucho más largo y no puedes ir desde el principio mostrando ya todas las cartas. Eso es lo único que diferencia una serie de televisión de una película. Aunque ya es verdad que las series empiezan a ser casi películas.
En el tema del teatro, es todo muy diferente porque no es que hagas una música para un montaje que ya se queda para siempre, sino que cuando la ves con el público piensas: “Pues esto lo tendría que haber hecho más rápido, ahora me parece lento…”. En el teatro puedes ir cambiando y lo ves todo con los ensayos. El efecto es muy diferente. Ahí sí más que una imagen prima una interpretación y la música está más en segundo plano que en una película.
¿Seguirás compaginando tus trabajos musicales componiendo para cine,teatro o publicidad con tu carrera como concertista de piano? ¿Qué faceta crees que definirá más tu futuro?
Hubo un momento en mi vida que llegué a Madrid y dije: “O concertista, o intérprete o compositor”. Y siempre la composición me ha tirado mucho, pero ahora estoy otra vez en un ciclo en el que el cuerpo me está pidiendo tocar en directo. El año pasado di un concierto en Granada bastante grande del cual estoy muy contento por el disco que saqué y ese gusanillo del directo me está llamado a gritos.
No sé si será por los malos tiempos que corre el cine, pero me estoy empezando a sentir más seguro en el escenario y en una producción discográfica que en una película. Pero bueno, son fases, a todos nos pasa. Hay momentos en los que te apetece comer sushi y momentos donde te apetece comer carne.
Has decidido abrir tu propio estudio de grabación. ¿Has tenido facilidades? ¿Cómo está España en el sentido de apoyo a la cultura?
En España o lo haces tú solo no haces nada, porque no tienes mucha ayuda. El estudio de grabación realmente no lo monté como un negocio, sino porque llegó un momento en el que tenía un volumen tan continuo de producción en cine, en televisión y en teatro que me era más operativo crearme mi propia infraestructura que irme a otro estudio a cierta hora.
En verdad todo empezó como una sala pequeña y fue abriéndose hasta que he llegado a tener un estudio bastante apañado. Y ahora mismo todas las producciones las estamos grabando ahí y también he abierto un poquito la puerta a la gente que quiera grabar: a amigos, a gente que me lo alquila cuando no estoy grabando para hacer sus mezclas y para pequeñas cosas. Lo cierto es que mientras no lo use yo, lo puede utilizar otra persona.
En el futuro quiero tener más historias del tipo Sin Fin. Eso es lo único que quiero. Historias que disfrute como he disfrutado esta.
Ahora ya después de este proyecto, ¿qué nuevos proyectos o encargos tienes? ¿En qué estás trabajando?
Estoy con una obra de Yllana, que estoy terminando; tengo una película documental que se llama All the soul que habla sobre la trata de seres humanos en Nepal. El tipo de instrumentación de esta película me va a hacer trabajar en una dirección con sonidos de cuencos tibetanos, cantos de monjes budistas.
Me viene bien de vez en cuando cambiar un poquito de tercio. Y como también se me ha caído ahora un megaproyecto, yo creo que si no hay nada tengo ganas de meterme en otro proyecto personal discográfico que tengo en mente.
Para finalizar, ¿cuál sería tu mayor sueño para el futuro?
Pues seguir así, seguir haciendo un tipo de cine con películas como Sin Fin porque a mí la verdad es que el cine me llena. No te voy a decir que no me interesa el blockbuster, pero me interesa siempre que haya una historia bonita que contar. Quiero tener más historias del tipo Sin Fin. Eso es lo único que quiero. Historias que disfrute como he disfrutado esta.