Los comunistas frente a ‘La izquierda’. Una mirada marxista al nuevo frentepopulismo
¡La unidad es una gran cosa y una gran consigna! Pero la clase obrera necesita la unidad de los marxistas y no la unidad de los marxistas con los enemigos y falseadores del marxismo. Lenin en Unidad, 1914.
La rápida atomización de los nuevos partidos y uniones socialdemócratas, así como la paulatina cohesión de aquellos partidos más reaccionarios de la misma burguesía, ha levantado en todo el espectro socialdemócrata y sirviente -léase revisionista- los vientos de una nueva unidad en ‘la izquierda‘, de un nuevo y compacto Frente Popular. Estos vientos se convertirán, con toda probabilidad, en un tornado que intente azuzar a los agotados obreros de España; que ya suman casi la mitad de su población activa en abstención de votos, en el desencanto y el repudio frente al régimen del patrón, el paro y la miseria.
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La intención del presente artículo no es el análisis de la ruptura en las uniones socialdemócratas, ni de las contradicciones que éstas levantarán en sus distintas facciones burguesas. Es, en cambio, la crítica al frentepopulismo como fetiche en los diferentes Partidos, órganos y embriones comunistas del Estado Español.
(I) La naturaleza del marxismo leninismo frente a las concesiones ideológicas
El marxismo-leninismo nace de la ciencia y el combate; de la observación y el estudio de las condiciones materiales que suponen toda opresión por un lado, y de la pugna ideológica contra toda idea que dificulte la rotura del yugo sobre el proletariado por otro. Ceder ante quienes retrasen la toma del poder por parte de los oprimidos significaría, indiscutiblemente, ceder la revolución ante los opresores.
Suele destacarse el carácter extraordinariamente combativo y extraordinariamente revolucionario del leninismo. Esto es muy cierto. Pero esta particularidad del leninismo se debe a dos causas: en primer lugar, a que el leninismo brotó de la entraña de la revolución proletaria, cuyo sello no puede por menos de ostentar; en segundo lugar, a que se desarrolló y se fortaleció en las batallas contra el oportunismo de la II Internacional, combatir al cual ha sido y sigue siendo una premisa necesaria para luchar con éxito contra el capitalismo. No hay que olvidar que entre Marx y Engels, de una parte, y Lenin, de otra, media todo un período de dominio indiviso del oportunismo de la II Internacional, la lucha implacable contra el cual no podía menos de ser una de las tareas más importantes del leninismo. Stalin en Los principios del Leninismo, 1924.
Las ideas revolucionarias [se entiende] surgen de la confrontación entre el mundo que está y muere, y el mundo que está por venir y nace; de la lucha ideológica. Renegar de dicha lucha, cuando vencíamos ante los pueblos o en nuestra actual derrota y repliegue, en pos de la unidad de acción con viejas facciones y traidores -socialdemócrtas, trotskistas, oportunistas etc.- no solo sería desarmarnos ante la burguesía, si no cavar la tumba del Estado Mayor de la revolución, del Partido.
>>Diccionario Político: Comunismo<<
Sin embargo, y a contracorriente de la naturaleza marxista de la organización y del militante, la deriva peceísta, pecepeísta, pecoísta -y todo un largo mar de siglas, lideruchos y distintas formas de llegar al mismo reformismo-, siempre ha abogado por la unidad de ‘Las izquierdas‘ sin disputas y límites, por hacer concesiones a quienes mentían y mienten al pueblo, a quienes mataban y matan a muchos camaradas, a quienes renegaban y reniegan de desechar al rey, a los cuerpos de represión y a la maldita burocracia fascista que el Estado español perpetuó del franquismo. Siempre ha abogado por perdonar lo imperdonable a quienes eran parte del problema.
Pero si construir el futuro y asentar todo definitivamente no es nuestro asunto, es más claro aún lo que, al presente, debemos llevar a cabo: me refiero a la crítica despiadada de todo lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer los resultados a los que conduzca como en el de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el poder. Marx en Carta a Arnold Ruge.
(II) El desarrollo en caso de la unidad
Los reformistas y oportunistas siempre han sacado el mantra, acertado a medias tintas, de la lucha conjunta contra un mal mayor. Unas veces cómo “votos útiles” ante la UCD o el PP, otras veces cómo uniones ante -o con- el PSOE, y en nuestro actual momento, cómo totalidades izquierdistas frente a los males que, en tanto enaltecieron los votos útiles, son hijos sagrados del sistema al que jamás se han atrevido a derrocar.
Pese a todo, a veces es preciso la unidad. Para ella se deben poseer los mismos enemigos, sin estar ninguna de las partes a sueldo de ninguno de ellos; unas veces éstos enemigos pueden ser los estados de excepción en la burguesía, una potencia imperialista o el propio Estado burgués en guerra frente a un Partido Comunista aún demasiado débil. En cualesquiera de los casos, la unión es en tanto el enemigo único es derrotado, y con él el común de los males; una vez suceda la victoria, las contradicciones de clase no pueden llevar a los comunistas a otra guerra que contra la burguesía nacional -en caso de haber enfrentado al imperialismo-, contra las facciones burguesas de la socialdemocracia -en caso de haber enfrentado a los estados de excepción burgueses-, o en contra de cualquier suerte de aliados momentáneos que sirvan o pertenezcan a clases mayores.
A los comunistas no les está permitido establecer un frente único sin principios; por eso, hay que combatir toda maniobra encaminada a diluir, restringir, contener o reprimir al Partido Comunista, y, junto con ello, oponerse al oportunismo de derecha dentro del Partido. Pero, al mismo tiempo, los comunistas no pueden infringir la política de frente único del Partido y, por lo tanto, deben unirse, sobre el principio de resistencia, con cuantos estén dispuestos a resistir al Japón, y deben combatir el oportunismo de “izquierda” dentro del Partido. Mao Tse-Tun en Unidad hasta el fin.
(III) Conclusiones ante nuestro actual momento
A fin de evitar carnicerías y sufrimientos en el pueblo y la muerte de los cuadros, en periodos bélicos y de pugna revolucionaria, la unidad es un deber. Aunque un deber con principios y delimitaciones, pues entregar la ideología, el M-L, para la toma de un trono solo se podría traducir en el asesinato a plazos del obrero en auge.
Nuestro momento actual no puede exigirnos la unidad, sino la consecuencia. ¿Qué lucha somos capaces de ofrecer ahora a quienes ostentan el poder? Desde la caída soviética, la toma revisionista de China, y el arrastre de todos los pequeños focos socialistas del mundo nos hemos consumando en decenas de elementos externos al marxismo. La única lucha capaces de ofrecer ahora, los comunistas, es la lucha ideológica; pues nos hallamos en una desventaja numérica procedente de una derrota en las ideas. Estamos, a fin de cuentas, derrotados.
>>La izquierda no se mueve, trabajador tú eres la izquierda<<
La unidad con las marxistas debe entonces preceder a la unidad con los estratos superiores, aunque vapuleados en mayor o menor grado, de las clases. El Partido, órgano o embrión comunista debe unir a todos los marxistas alejándose de todos los revisionistas, desmarcándose en su práxis de toda desviación que retrase el desarrollo de la lucha de clases; debe fortalecerse combatiendo.
Nota final del autor El aspecto general, aunque corto, de ésta crítica responde a lo global del Movimiento Comunista del Estado Español, no a lo regional. Es decir, las concreciones han quedado aisladas de ésta entrada; tales como la excepcionalidad de Catalunya y su pequeña-burguesía, la cual se ha enfrentado al Estado Español con el MCEE y el MCC -Movimiento Comunista Catalán- derrotados. Para concretar el debate se hace necesario concretar el estudio, el tiempo y la crítica. Quizás éstas formulaciones no serían validas en determinados casos, tal hecho lo dejo en manos de los camaradas a los que le sea urgente.