Crítica de “Nosotros”: terror a plena luz
El cine de terror, desde sus inicios más empíricamente prosaicos, ha deseado provocar en el espectador emociones tan antropológicas como animales. Sensaciones como angustia, incomodidad, miedo, inquietud o pavor. Los creadores del género, de una manera u otra, siempre han recurrido a todo lo inefable e incomprensible que rodea al ser humano.
Sin ir más lejos, la que se dice ser la primera película de la historia, la famosa “La llegada del tren” de los Hermanos Lumière, de 1896, provocó el miedo más escénico, generando una estampida general del público asistente a causa de la proyección de un tren que parecía que iba a salirse de la pantalla para atropellarlos a todos. A día de hoy, tenemos muy asumido ver imágenes cinéticas en una pantalla, pero en aquella época se consideraba pura brujería. De este modo, esa sucesión de fotogramas simples y descriptivos, acabaron convirtiéndose en la primera película del género de terror, sin siquiera pretenderlo.
El gran maestro Alfred Hitchcock le contaba a François Truffaut, en unas entrevistas recogidas en el genial libro “El cine según Hitchcock”, que el buen terror no es el que se guarda la información para provocar miedo y susto, sino el que le aporta el conocimiento al espectador. Ponía un ejemplo muy revelador: si en una reunión de amigos que charlan, de repente estalla una bomba, se genera sorpresa y susto. Sin embargo, si observas una bomba a punto de estallar debajo de la mesa sobre la que charlan los amigos, se genera verdadera tensión e interés. Cualquier conversación banal que estuvieran manteniendo se vuelve completamente crucial e imprescindible. Son precisamente estas enseñanzas las que aprende y modela Jordan Peele, creador de “Déjame Salir” y “Nosotros”.
Cuando se encienden las luces de la sala donde vemos la proyección, soy incapaz de desentrañar mis impresiones y sentimientos hacia la película. Me meto en el Metro, confuso y maravillado, y comienzo a pensar. A digerir, a procesar lo que acabo de ver. Por desgracia, pocas cintas exigen tal grado de concentración y análisis posterior. Y, precisamente, ese es el primer gran valor que le encuentro a “Us”. Un tipo de terror que usa las técnicas de siempre, pero con un estilo como nunca. Y no es únicamente la forma en la que está montada o fotografiada, sino las reflexiones que Peele nos transmite discretamente, que sin embargo, calan en el espectador. Recurre a una especie de subterfugio visual, donde ves lo que no ves y sientes lo que no deberías sentir.
Decía antes que las distintas vías para construir un ambiente terrorífico ya están creadas y explotadas. Y, contra todo pronóstico, cada vez más cineastas consiguen sorprendernos con sus metamorfosis y nuevos monstruos. En “Nosotros”, se consigue que los momentos más angustiosos se desarrollen durante el día, a plena luz, cuando nada escapa a la vista y todo se muestra. Ese es el verdadero horror que plantea la película. El verdadero enemigo no es el bueno por conocer, sino el malo conocido. Y no solo lo muestra a través de la luz, sino a través de la mítica figura literaria que es el doppelgänger. Dobles, extremadamente similares a cada uno de nosotros, que auguran malos presagios, porque muestran nuestra cara menos amable y más egoísta. Esas facetas que nos sorprenden de vez en cuando. Las vemos aparecer, sin ni siquiera reconocernos en ellas, pese a la verdadera similitud que hay entre ambas.
En un terror mucho más temperamental que asustadizo, también tiene cabida un humor que va directo a la yugular de la sociedad. Mientras veía la cinta, encontraba momentos en los que me reía de una forma muy incómoda. La risa nerviosa que te sale cuando te muestran algo que aún no has sido capaz de procesar o aceptar. Y, a pesar de esto, encuentro muy orgánica la conjunción de miedo y humor, nada forzada. Todo fluye, y no hay un sólo párrafo del guion que rellene tiempo, como suele ocurrir en muchas obras del género. Las acciones y la narración acaban desembocando en un cierre que te trastoca y consigue darte la vuelta a todas las creencias generadas sobre la película hasta ese momento. El final no deja moralejas, sino preguntas que cada uno, a través de su moral interior, debe responder.
Es un trabajo completamente redondo, que no perfecto (ni necesita serlo), que merece ser visionado en una sala de cine, presenciando las reacciones del público como masa, a quien alude el mensaje incrustado en el cine de Jordan Peele. La gran película de terror del 2019 (al menos, hasta el momento), que no dejará indiferente a nadie.