El pasado lunes fue encontrada muerta en su casa una mujer de 71 años de edad con una nota de suicidio. La encontró la comisión judicial que iba a desahuciarla ese mismo día.
¿Cómo de desesperada tiene que estar una persona para cometer suicidio? ¿Hasta qué punto puedes verlo todo perdido para tener esa opción como única posibilidad?
Detrás de la tragedia del desempleo en España viene la de los desahucios provocados por ese desempleo y también en muchas ocasiones por la precariedad de los empleos actuales. Muchas familias no se pueden permitir pagar la vivienda ni siquiera trabajando. Por no hablar de los pensionistas, muchos de ellos pagando alquileres y con pensiones que no llegan ni a los 600 euros.
Solamente el año pasado se contabilizaron alrededor de 60000 desahucios entre alquileres e hipotecas. Hay que tener en cuenta que esos son los datos oficiales ofrecidos por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), y según denuncia la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) se producen muchos otros a los que ellos llaman “desahucios silenciosos” que no se tienen en cuenta. Por ejemplo los producidos por finalización de contrato de alquiler o familias que tienen que buscar algo más económico por no poder pagar alquileres tan desorbitados.
Después de la burbuja inmobiliaria de 2008, los precios fueron cayendo más o menos hasta el año 2014, en el que la recuperación se empezó a vislumbrar y los precios volvieron a subir hasta el día de hoy.
La situación de los alquileres está completamente descontrolada. El arrendador tiene libertad absoluta para poner el precio que le convenga. En grandes ciudades como Barcelona y Madrid se está dando el caso de subidas desproporcionadas de alquileres en zonas turísticas y de ocio que los arrendatarios no pueden asumir. O directamente, al terminar el contrato se procede a no renovar y de esa manera el inmueble se puede vender o volver a alquilar por un precio muy superior al que se estaba cobrando anteriormente.
Con las viviendas de propiedad todos sabemos que es lo que ocurrió con las hipotecas flexibles en plena crisis gracias a la subida de los tipos de interés. Dejamos nuestro futuro en manos de cuatro variables arbitrarias que suben o bajan aleatoriamente según como esté el mercado, o incluso según decidan agencias como Standard and Poor’s, sin duda “gurús” de la economía mundial.
Evidentemente a la señora que estira los veinte euros que le quedan para ir al mercado le interesa bien poco cómo están los tipos de interés, tan solo se pregunta por qué no tiene ni para ir a comprar cuando lleva quizás 40 años cotizando.
En la página web 15mpedia.org tienen la sección lista de suicidios relacionados con desahucios desde donde podemos encontrar todos los datos acerca de los suicidios o intentos de suicidio que se han producido a raíz de desahucios. En la misma página te informan que las listas están incompletas ya que, aunque parece que cada vez que se produce un suicidio los medios de información lo comunican, muy probablemente en realidad esconden la mayoría de ellos. Es decir, el alcance de la tragedia podría ser mucho mayor.
Llegados a estas alturas quizás deberíamos preguntarnos cómo es posible que estas cosas ocurran en pleno siglo XXI. ¿Cómo puede ser que no se nos esté cayendo la cara de vergüenza al permitir todo lo que permitimos a gobiernos y bancos? ¿Por qué no estamos exigiendo a nuestros representantes sean del partido y del color que sean que acaben ya con esto? Debemos recordarles que el derecho a la vivienda figura en nuestra sacrosanta Constitución con la que ellos tanto se tapan las vergüenzas.
Cataluña ha recuperado la ley que en un principio tumbó el gobierno de Mariano Rajoy con la que se pretende evitar los desahucios de las familias más vulnerables entre otras medidas. Podría ser un buen comienzo y un ejemplo a seguir por los gobiernos del resto del estado pero aún así queda mucho camino por hacer.
Estamos en un sistema capitalista en el que manda la ley de la oferta y la demanda, donde te dicen que trabajes para tener un estatus pero a partir de cierta edad ya no sirves para trabajar, increíblemente tampoco sirves para cobrar una pensión ya que cada vez irán retrasando más la edad de jubilación. Si trabajas, tampoco te llega para pagarte las necesidades básicas y por supuesto, si dejas de pagar se quedarán con lo tuyo. No importa que tengas 30 años u 80, ellos vendrán escoltados por la policía como si fueras un delincuente a echarte de tu propia casa lleves en ella dos días o veinte años. Y con toda esa presión hay personas que no logran soportarlo y deciden quitarse la vida como solución más factible.
No es justo. No son suicidios, son asesinatos.