Irlanda, más cerca de la reunificación
We’re on the one road sharing the one load
we’re on the road to God knows where
We’re on the one raod
Maybe the wrong road
But we’re together now who cares
North Men, South Men comrades all
Dublin, Belfast, Cork and Donegal
We’re one the one road singin along
Singin’ a Soldier’s Song
Uno de los resultados que puede producir el Brexit -la retirada del Reino Unido de la Unión Europea– es la unión o reunificación de Irlanda. Desde que, el 8 de diciembre de 1922, Irlanda del Norte decidió abandonar el Dominio que se había establecido en la isla de Irlanda, resultado de las negociaciones de paz establecidas entre Irlanda y el Reino Unido como consecuencia de la Guerra Angloirlandesa (1919-1921), nunca había estado tan cerca la reunificación de la isla.
Home Rule y lucha por la independencia
A finales del siglo XIX y principios del XX, Irlanda experimentó un resurgimiento cultural parecido al de otras nacionalidades sin estado en Europa, como es el caso de la Renaixença en Cataluña y Valencia. Irlanda, como otros países dependientes, había sufrido un proceso de diglosia, en su caso entre el inglés y el gaélico irlandés, provocando un largo y continuado declive de su lengua y su cultura propia. El interés por recuperar su cultura creció en paralelo con la aparición de movimientos autodeterministas, como el movimiento del Home Rule, literalmente, “gobierno desde casa”, que exigía la creación de un Parlamento irlandés que legislase sobre los asuntos propios de la isla.
En 1916 se producía el primer intento de independencia, cuando algunos miembros de los Voluntarios Irlandeses, liderados por el gaelicista Patrick Pearse, y del Ejército Ciudadano Irlandés, capitaneados por el sindicalista James Connolly, intentaron alzar el pueblo en armas, en lo que ha pasado a conocerse como el Levantamiento de Pascua. En menos de una semana el ejército británico consiguió sofocar la rebelión, pero la posterior ejecución de los principales líderes irlandeses -hasta quince personas fueron asesinadas- causó tanta rabia entre la sociedad que, poco después, el separatismo irlandés tenía fuerza suficiente como para luchar en su guerra de independencia.
Al terminar la antes mencionada Guerra Angloirlandesa -o Guerra de Independencia, como se conoce en Irlanda-, no obstante, algunos de los participantes irlandeses quedaron descontentos con el Tratado firmado entre Irlanda y el Reino Unido. Estas posiciones condujeron a la Guerra Civil Irlandesa (1922-1923), en la que los partidarios del tratado consiguieron imponerse, aunque perdieran a su principal líder, Michael Collins. A partir de este momento, la suerte de Irlanda e Irlanda del Norte correría distintos caminos.
La separación de las dos Irlandas
Irlanda del Norte, que compone la mayor parte de la provincia del Ulster -una de las cuatro provincias históricas de Irlanda, juntamente con Leinster, Connacht y Munster-, decidió mantenerse fiel a la corona británica por varias razones, pero la principal fue la cuestión demográfica. Belfast, capital del Ulster, era la ciudad más industrializada del país, además del puerto más cercano a la Gran Bretaña. Por este motivo, había experimentado un fuerte crecimiento demográfico con inmigrantes provenientes, en su mayoría, de Escocia. Estos ciudadanos británicos, de bajos ingresos, juntamente con la burguesía inglesa que se había instalado en esta importante ciudad portuaria, provocó que los irlandeses pasasen a ser minoría en la región.
Tampoco hay que olvidar que no todos los irlandeses estaban a favor de abandonar el Reino Unido. Buena parte de la élite aristocrática irlandesa, muchos de los cuales eran grandes terratenientes, así como la alta burguesía, con muchos intereses económicos invertidos, era reacia a la separación, aunque algunos de ellos sí fueron impulsores de las demandas del Home Rule.
A pesar de la separación de las dos Irlandas, existió una corriente dentro del Ulster favorable a la reunificación con la República de Irlanda -llamada así desde 1937-. En este artículo no se profundizará sobre este tema que, de todos modos, es ampliamente conocido; la existencia de un brazo armado, IRA –Irish Republican Army, o Ejército Republicano Irlandés, en castellano-, que durante décadas realizó distintas campañas armadas tanto en Irlanda del Norte como en el Reino Unido, y que finalizó, en líneas generales, con el Acuerdo de Viernes Santo de 1998.
Durante las últimas dos décadas, la situación parecía normalizada. Aunque todavía existía una mayoría del bloque unionista, es decir, los partidarios de seguir formando parte del Reino Unido, los resultados electorales de los partidos independentistas cada vez eran mejores. Entre los probritánicos se culpaba, en parte, a la mayor tasa de natalidad de los irlandeses católicos frente a la de los anglicanos o presbiterianos -corriente mayoritaria entre los descendientes de escoceses-. Esta valoración es la misma, por cierto, que utilizan los partidarios de negar derechos políticos a los árabes en Israel.
El Brexit
El panorama dio un giro de 180º, no obstante, después de la celebración del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. A pesar de imponerse la opción del Brexit, es decir, la retirada del país de la UE, con un porcentaje global del 51,9%, en Escocia, Irlanda del Norte y Gibraltar se impuso la permanencia a la Unión. En el caso irlandés, el porcentaje concreto que optó por seguir en la UE fue del 55,8% de los votantes.
Ante este nuevo marco, muchos ciudadanos de Irlanda del Norte volvieron a reclamar la reunificación de la isla, preocupados por la crisis económica que podría suponer un Brexit duro, es decir, sin acuerdo con la UE. Si se llegara a tal extremo, la frontera que divide las dos Irlandas podría provocar graves pérdidas económicas en ambos lados. Ahora porosas, los aranceles y las tasas podrían perjudicar gravemente las dos economías, tanto en el norte como en el sur. Por este motivo, cada vez son más los que prefieren la unión de la isla a una salida de la UE.
Por si fuera poco, en los últimos años ha surgido una nueva organización que reclama el nombre del IRA, y que el pasado mes de enero hizo estallar un coche bomba en la ciudad de Derry, una de las ciudades más “irlandesas” del Ulster. Posteriormente, durante el mes de marzo, la policía del Reino Unido detectó paquetes bombas en Londres, Glasgow, Essex y Westminster, provocando que las autoridades incrementaran el nivel de alerta por la posibilidad de que los ataques aumentaran de nivel.
El futuro
En geopolítica, es muy complicado hacer predicciones sobre lo que pasará en un futuro. La lógica dicta que, tarde o temprano, los dos países que componen la isla de Irlanda volverán a unirse en un solo Estado, a pesar de los intereses del Reino Unido. Desde el Acuerdo de Viernes Santo, los servicios de inteligencia británicos han dejado de atizar las diferencias religiosas entre las distintas comunidades, con lo que se ha conseguido acercarlas y sanar, poco a poco, la fractura existente.
Además, los casos de abusos sexuales que han sido descubiertos en el seno de la iglesia católica irlandesa también han contribuido a rebajar el fervor religioso de los propios irlandeses. Prueba de ello ha sido la aprobación de una Ley sobre el Aborto, refrendada por la ciudadanía, así como la victoria en el referéndum sobre el matrimonio homosexual, que se impuso con más del 62% de los votos. Hace pocos años estas hazañas eran impensables.
La reunificación de Irlanda será un hecho en un futuro, aunque no se puede predecir cuándo va a llegar. Hace tres años parecía muy lejos, pero los resultados del Brexit acercan mucho más esta posibilidad; pese a ello, una reanudación de las tensiones pasadas podría volver a enquistar el problema, haciendo más complicada la unión definitiva de la isla.