Primarias en los demócratas americanos. Entre contradicciones y renovación.
Este artículo no se basa en hablar de Trump, sino en hablar de las alternativas políticas que pueden existir. Como dicen los italianos eppur si muove (sin embargo, se mueve) y los demócratas se mueven.
Los Dem –demócratas- empiezan a imbuirse en un proceso de elección de candidatos y candidatas a las presidenciales para el año 2020.
El Partido Demócrata (PD), como la mayoría de partidos convencionales, vive inmerso en profundas contradicciones; ideológicas y de praxis. No es objeto valorar la conducción política en el PD, sino visualizar los cambios que se están cociendo en el seno de este partido. Esos cambios pasan por la visualización de una mayor pluralidad social de sus candidatos y por la adopción de nuevos modelos políticos.
19 candidatos y candidatas: 19 caras, con 19 maneras de pensar, aunque no siempre piensen muy diferente entre ellos. En las elecciones parciales –midterm elections– del pasado mes de noviembre de 2018, CNN publicó a pie de urna una encuesta que confirmaba el avance de los demócratas en tres segmentos sociales: los jóvenes, las mujeres y los universitarios.
Además, por primera vez en años, los demócratas consiguieron aumentar más votos en los distritos rurales -tradicionalmente conservadores- que en las áreas urbanas. Subieron 8 puntos en las áreas rurales y 4 puntos en las urbanas.
Para los demócratas, el aumento de votos en las zonas tradicionalmente conservadoras es fundamental. Laboratorios como el del estado del Medio Oeste, Kansas, casi por naturaleza conservador, donde Laura Kelly -demócrata, 68 años- consiguió desbancar a Kris Kobach -conservador, 52 años-, son un buen peldaño.
Tampoco hay que menospreciar los números de uno de los candidatos más relevantes en la formación blue: Beto O’Rourke. Nacido en El Paso, Texas, estado frontera con México y feudo ultraconservador. O’Rourke fue derrotado por el conservador Ted Cruz aunque tan solo por una distancia de 2,6 puntos. Este fue un resultado histórico para los demócratas y una catapulta ideal para O’Rourke para presentarse como candidato sureño a las presidenciales.
Los laboratorios Dem’s, en marcha
Sorprende la cantidad de orígenes y condiciones sociales que se están conformando en la carrera hacia las primarias en el PD. Latinos, judíos, indios aborígenes, palestinas, samoanas…mujeres, gays, activistas sociales, profesores de universidad, grandes empresarios, millennials, exmilitares, alcaldes. Un mapa que si se mira con perspectiva rompe de lleno con la idea única clasista y de supremacía del origen racial blanco de Trump.
Entre ellos se vislumbran grandes personajes como el incansable opositor a “la casta Wall Street” Bernie Sanders: que sigue batiendo récords en el tiempo y la cantidad de recaudaciones voluntarias que consigue captar. La senadora por Massachussets, Elisabeth Warren: con propuestas como su modelo de tasación a los más ricos, avalada por académicos de Berkeley, o la eliminación de las donaciones de las grandes corporaciones a políticos (Citizens United). O el exvicepresidente Joe Biden, recientemente acusado de abusos a dos mujeres, que representa el ala más conservadora entre los Dem’s.
Pero hay figuras emergentes muy opuestas a los perfiles de Warren, Sanders y Biden. Como ejemplos, tenemos al senador por New Jersey, Cory Booker, exalcalde de Newark, que propone profundas reformas del sistema de justicia criminal y es un convencido defensor del colectivo LGTBI.
Y aunque aún no se ha proclamado como candidata, Ocasio-Cortez, la más joven entre todos los congresistas jamás escogidos, nacida en el Bronx, representa una expresión política muy afín a la generación millennial. Con más de 3,7 millones de followers en Twitter e Instagram, se está convirtiendo en una estrella mediática que ha conseguido incluso remover a los ultra conservadores con sus propuestas de tasación a los más ricos y su Green New Deal.
Como fondo político entre los candidatos demócratas, hay una gran disparidad de ideas. Pero hay un cierto consenso de fondo en que hay que parar los pies al control político de las grandes corporaciones, crear una economía verde real y construir una igualdad basada en fiscalizar las grandes riquezas del país.
La campaña está ahí, pero lo que importa es ver como se gestan estos cambios sin tener en cuenta la figura omnipresente de Trump; sino de valorar el quién y el cómo se consolida o no, un nuevo ejemplo de alternativa política en el siglo XXI.