¿La prensa vota al PSOE?
Nadie pone en duda que los medios de comunicación son el cuarto poder, y en muchos casos el primero y más poderoso, del Estado, a pesar de los constantes problemas económicos que están experimentando en las últimas décadas.
Uno de los grandes debates referentes al papel de los medios de comunicación en la política se refiere a su parcialidad, que no su objetividad. Y es que un prerrequisito para conseguir una auténtica libertad de información es contar con medios de comunicación solventes, con economías saneadas que les permitan lidiar con las presiones de los diferentes sectores. Pero en nuestro país todos los grupos mediáticos están en bancarrota y eso los hace más vulnerables a esas presiones.
Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido. (Malcolm X).
Un ejemplo de esto fue el grupo PRISA, uno de los mayores del sector que, en períodos de las grandes inversiones y créditos baratos llegó a acumular más de 5.000 millones de euros de deuda. Pero cuando llegaron las vacas flacas y esas deudas fueron reclamadas éstas se mutaron por acciones del grupo, de forma que la banca pasó a hacerse con gran parte del accionariado de esos grupos.
Si asumimos que un medio de comunicación privado tiene todo el derecho a tomar partido por una postura política o por otra, debemos asumir también que la libertad de información es un derecho fundamental que incluye la defensa de la línea editorial que considere oportuna, o que venga marcada por la empresa que controla ese medio de comunicación. Porque en democracia es legítimo que cada empresa invierta su dinero allí donde lo crea más rentable, incluyendo los medios de comunicación.
Diferente es el caso de los medios públicos, pagados entre todos, cuando éstos se convierten en órganos de propaganda de los partidos políticos. Y esta es una situación que, desgraciadamente, hemos vivido muchas veces en nuestro país: Telemadrid, a la sombra de Esperanza Aguirre; TVG con Núñez Feijóo; o el uso partidista que hacen todos los gobiernos de la RTVE. Al final, la televisión pública se convierte en un instrumento de propaganda del partido gobernante que la controla.
En realidad, son las grandes corporaciones del IBEX35 los que controlan la información que recibimos en nuestra vida cotidiana.
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¿De quién son los medios de comunicación?
La pregunta es pertinente, si tenemos en cuenta que los medios sobreviven, a pesar de que pierden enormes cantidades de dinero, especialmente desde que se ha extendido el uso de plataformas digitales y la población ha dejado de acudir a los medios tradicionales como fuentes de información. En realidad, son las grandes corporaciones del IBEX35 los que controlan la información que recibimos en nuestra vida cotidiana: bancos y fondos de inversión son propietarios de gran parte del accionariado, lo que supone, claramente, un condicionamiento de las líneas editoriales.
El Banco de Santander tiene parte de sus inversiones en Mediaset España (Telecinco) y en el grupo PRISA (El País, Cadena SER, Cadena Dial, entre otros); el BBVA y el Banc Sabadell tienen inversiones en Atresmedia (Antena3 y La Sexta); CaixaBank también tiene inversiones en Atresmedia, en El Periódico de Catalunya y en el grupo PRISA. Etc. Hace unas semanas la CNMV publicó que la banca cuenta con acciones por valor de más de 600 millones de euros, repartidos entre todos los grandes grupos de comunicación en España, y en algunos casos se supera el 50% del accionariado, lo que supone el control efectivo de las decisiones estratégicas de esos medios.
Es decir, que los grandes bancos españoles, pero también grandes multinacionales, empresas de construcción, etc., invierten ingentes cantidades de dinero en empresas (medios de comunicación) que son completamente deficitaria. Así, surge la pregunta: ¿son tontos los bancos? La respuesta es obvia. Y más si tenemos en cuenta que, según datos de 2017, tres grupos controlan el 58% de los medios de comunicación, el 60% de las audiencias y el 87% del mercado de la publicidad. Esos grupos son Mediaset, Atresmedia y PRISA.
También es problemática otra de las fuentes de financiación de la prensa, como es el tema de la publicidad, tanto institucional como privada. La caída feroz de la inversión en publicidad en los medios tradicionales provocó que los pocos anunciantes que quedaban (el IBEX35 y el partido político de turno en el poder) se quedasen con el conjunto del pastel. Para muchos, la publicidad institucional, con un reparto totalmente a demanda del gobierno de turno, junto a algunas de esas empresas que, a menudo, actúan en coordinación con el gobierno, por un mal llamado “sentido de Estado”, han pasado a controlar todas las fuentes de ingresos de los medios de comunicación.
Otro problema derivado de esta situación es todo aquello que se deja de hacer, en virtud de estos intereses: se deja de investigar, se deja de invertir en periodistas de calidad (sólo hace falta un vocero), se presiona en búsqueda de la exclusiva más sorprendente, etc. Todo esto impide que se haga periodismo de calidad, investigación de calidad. Al mismo tiempo se está despidiendo a periodistas de calidad, que se atreven a salirse de la línea marcada por el inversor principal, como fue el caso del humorista gráfico Eneko las Heras hace unos meses. De este modo, los pocos espacios de opinión que pudiesen quedar están siendo manipulados y manejados por esos intereses creados.
Los pocos espacios de opinión que pudiesen quedar están siendo manipulados y manejados por esos intereses creados.
Asimismo se ha dado la paradoja de que los medios de comunicación hayan logrado quedar por encima de la ley. Los medios lanzan mensajes con alto contenido de lo banal, del consumismo, pero también, directamente, lanzan noticias que son mentira, como se ha estado descubriendo estos últimos meses, a raíz del escándalo Villarejo, que está implicando a algunos medios de comunicación y periodistas de renombre de este país y que, a pesar de eso, siguen lanzando sus mentiras por televisión o prensa escrita.
Pero también tienen fuertes inversiones en otro sector que, aunque asimismo es fuertemente deficitario, también le reporta grandes beneficios: los partidos políticos. Y es que los partidos políticos, con la sana excepción de Podemos, están fuertemente endeudados con esos mismos bancos que controlan los medios de comunicación. Por ejemplo, un titular de prensa de hace pocas semanas señalaba que “PSOE y PP piden un adelanto de 60 millones a la banca para las elecciones”; ¿piden un adelanto sobre la base de qué garantía? Evidentemente, en este caso también la respuesta es obvia, pero es revelador que, en numerosas ocasiones, los bancos hayan perdonado las deudas a esos partidos políticos que, no hace tanto, rescataron con 60.000 millones de euros a los mismos bancos que ahora los rescatan a ellos, una cantidad que ni siquiera se han planteado en devolver.
Pero este es un problema que no es nuevo. Basta retroceder unos años para volver a encontrar cifras escandalosas: en las elecciones generales de 2015 el PP recibió 24 millones de euros del Banco Popular y más de 16 del Banco Santander; el PSOE fue financiado con más de 24 millones por el Banco Popular, más de 21 por el BBVA y 7,5 por La Caixa; mientras tanto, Ciudadanos recibía el 100% de su financiación, más de 8 millones, del Banco Popular. Así, podemos ver que los bancos juegan a diferentes bandas, para asegurarse la jugada con los partidos políticos más importantes. Podemos no recibió ni un euro de la banca.
Por todo esto, saber de dónde viene la información que recibimos, más que la información en sí misma, se ha convertido en un factor de gran relevancia para la sociedad.
Por todo esto, saber de dónde viene la información que recibimos, más que la información en sí misma, se ha convertido en un factor de gran relevancia para la sociedad. Es necesario que sepamos calibrar la intención de una determinada información o los intereses que puede haber tras una noticia o unos datos proporcionados por un determinado medio de prensa. Es decir: saber quién nos informa es saber lo que quieren decirnos. Pero también lo que nunca nos van a explicar. Después, todos nos venderán la supuesta independencia de los medios, su libertad, pero todos sabemos que es lo contrario: lo que cuenta es el resultado económico de las empresas. Y, cada vez más, en función de quién reparte el dinero, así se trata al interesado, sea gobierno o empresa.
En las últimas décadas, la extensión de las redes sociales ha provocado un profundo cambio en las complejas relaciones de los partidos políticos con los medios de comunicación: el recurso a las redes sociales y el esfuerzo por introducir sus mensajes en la agenda mediática han sido elementos clave para la política comunicativa de los grandes partidos españoles. Han sido estas nuevas tecnologías y plataformas las que permiten, a día de hoy, obtener información de fuentes alternativas (no siempre fiables) y no sujetas a ningún poder económico que las pueda manipular según sus intereses.
No es difícil imaginar que la información que recibidos por los medios de comunicación, ya sean públicos o privados, están siendo manipulados según un sesgo que obedece a los intereses de los grupos empresariales, bancarios o de interés que están detrás, y de la necesidad de controlar la opinión pública de forma concreta y en su provecho.
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¿La prensa vota ahora al PSOE?
En los últimos meses estamos viendo un cambio de estrategia que llama poderosamente la atención. Algunos de los medios de comunicación que, antiguamente, habían apoyado de forma incondicional a los candidatos del PP o de Ciudadanos están comenzando a abandonar ese barco. Es posible que sea debido a los constantes problemas de corrupción del primero, que tanto están dañando su imagen entre la ciudadanía, o a su nuevo líder, que no parece tener el carisma de otros líderes populares anteriores (evidentemente, no hablamos de M.Rajoy). En el caso de Ciudadanos, parece ser un problema derivado de un posible desgaste de su base, por la irrupción de un nuevo jugador en el escenario de la derecha y ultraderecha española, que sería VOX.
Algunos de los medios de comunicación que, antiguamente, habían apoyado de forma incondicional a los candidatos del PP o de Ciudadanos están comenzando a abandonar ese barco.
En este nuevo escenario parece que algunos de los medios que más habían atacado al PSOE y a su líder, Pedro Sánchez, han comenzado a cambiar su estrategia. Vemos, por ejemplo, como algunos medios, que retransmitieron en directo y con toda la saña que les fue posible, el “golpe de estado” interno que se produjo en la dirección del PSOE hace algunos meses, y que pronosticaron el caos, la destrucción y la desaparición de ese partido debido a esos problemas internos, ahora comienzan a tratar al partido y a su líder con un guante blanco como antes no habían tenido.
Es cierto que el PSOE ha diseñado una estrategia de “presión máxima” en los medios de comunicación, de cada a las próximas citas electorales, a través de un plan para intensificar la presencia en los medios de ámbito nacional. A través de esta nueva estrategia socialista, se ha mejorado su capacidad para atraerse la complicidad de los medios de comunicación: a través del control de la televisión y radio públicas, y la mejora de las relaciones con los medios privados, Pedro Sánchez aparece, cada vez más, como el líder que puede salvar a España de todos sus problemas.
Este cambio se puede apreciar si se analizan los comentarios en diferentes medios de comunicación sobre los debates electorales para esta campaña del 28-A. Evidentemente, algunos medios se han mantenido en la línea preestablecida en sus directrices editoriales.
- ABC, que dio como ganador del debate a un Albert Rivera que estuvo francamente bronco y excesivamente vulgar en sus formas.
- La Razón, igual que ABC, siguiendo su línea editorial habitual, siguió apoyando a Casado, con una crítica furiosa, además, hacia Rivera.
- El País, un diario que en los últimos años se ha transformado y ha pasado de ser un referente de izquierdas a tener un claro visaje pro-Ciudadanos, hizo un recuento de las “mentiras” o exageraciones de los diferentes líderes y destacó que, el “ganador” de ese recuento fue Pablo Casado, dejando a Sánchez en un segundo plano, pero sin atacarlo.
- La Vanguardia, un medio de comunicación claramente de derechas, ante la encuesta que preguntaba “¿quién ha ganado el debate?” señalaba a Sánchez como ganador, seguido de Iglesias, Rivera y, por último, Casado.
- El Periódico de Catalunya, un medio claramente afín al PSOE, dio como vencedor del debate a Iglesias, pero mantuvo a Sánchez como otro de los ganadores, ensalzando su papel.
- 20 Minutos, otro medio de derechas, ha realizados valoraciones muy positivas de Sánchez en las últimas semanas.
- La Voz de Galicia, un diario claramente favorable al PP, también ha publicado titulares favorables al PSOE (“El PSOE se dispara”).
- InfoLibre, de izquierdas, también ha ensalzado a Sánchez, atacando constantemente a Rivera.
Otro elemento que destaca en los medios en las últimas semanas es el ascenso del PSOE en las encuestas (favorecido por la “cocina” del CIS, que todos critican desde la oposición, pero que todos están deseando controlar cuando llegan al gobierno), al mismo tiempo que se “regodean” en la lucha PP-Ciudadanos para cubrir la parte de la derecha “tradicional”. Esto ha llevado a la prensa a destacar en muchos de sus titulares y editoriales que ambos partidos andan a la gresca para conseguir reunir a la mayoría de los sectores de derecha y convencer, en la medida de sus posibilidades, a la ultraderecha, intentando alejarla de VOX.
En general, la campaña a favor del voto al PSOE en los medios de comunicación se está centrando en el voto del miedo.
>>El fantasma del voto útil y el peligro de las encuestas<<
En general, la campaña a favor del voto al PSOE en los medios de comunicación se está centrando en el voto del miedo, lo que ha llevado a que algunos hablen de “miedos de comunicación”. Es decir, el famoso “voto útil” para el partido socialista, que debe frenar a la derecha y extrema derecha en estas elecciones.
Sin embargo, estos argumentos tan habituales en las declaraciones de periodistas, tertulianos y en titulares, olvida que el PSOE ya ha pactado, de forma habitual, con la derecha española, como lo demuestran los últimos gobiernos andaluces, o el pacto de investidura que cerraron Sánchez y Rivera en 2016.
Ese “voto útil”, que tan presente estuvo también en los debates electorales televisados, ha sido reclamado por los líderes de los dos partidos mayoritarios tradicionales, PSOE y PP, pero últimamente la prensa ha preferido destacar la necesidad que la izquierda tiene de que ese “voto útil” se aglutine en torno a Sánchez y los suyos.
También es interesante saber si ese cambio de actitud ha venido derivado del hecho de que Sánchez sea ahora presidente. Cuando se llega al poder aparecen los nuevos amigos, que no cambian de ideología, pero saben quién tiene el poder en cada momento. Es decir, que saben quién reparte el dinero público en subvenciones opacas y publicidad institucional y, por tanto, algunos que no lo hubieran aplaudido nunca ahora están pensando en su futuro económico. Ahora llega el momento de calcular cómo se va a repartir el pastel de la publicidad institucional que, en realidad, se va a repartir como siempre, en función del apoyo y la “lealtad” que demuestre cada medio.