La batalla electoral de la izquierda en la CAM, clave para el liderazgo de Pablo Iglesias
El líder de la izquierda transformadora en España es Pablo Iglesias. El de Podemos lidera una coalición política que integra a las principales fuerzas progresistas del país ibérico, pero su situación interna empieza a ser cuestionada seriamente a causa de los malos resultados de las elecciones generales celebradas el pasado domingo 26 de mayo.
Su cambio de estrategia por la que volvió a situar al PSOE en el campo progresista en vez de un miembro más del Régimen del 78, le ha hecho perder dos millones de votos que ha recogido Pedro Sánchez, pasando a ser la muleta de Partido Socialista, posición que sostenía de igual manera Izquierda Unida (IU).
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La pérdida de casi la mitad de los diputados de Unidas Podemos (de 71 a 42) ha provocado una marejada en las fuerzas internas de la coalición, pero más aún dentro de Podemos, cuyos dirigentes disgustados con la dirección de Pablo Iglesias permanecen callados porque en menos de dos semanas llegan las elecciones municipales, autonómicas y europeas, en las que ellos se juegan sus cargos institucionales, por lo que no quieren ponerlos en peligro con unas disputas que se harán públicas y alejarían a los votantes.
Sin embargo ya ha habido un conato de la explosión que se vivirá después del ciclo electoral. Protagonizado por Irene Montero con los líderes territoriales de la formación morada, se puso en evidencia que los diagnósticos sobre los errores que han llevado a la actual situación son diametralmente opuestos. La dirección acusa a los responsables de los territorios de no haberse implicado en la campaña, mientras que éstos responden negando la mayor y acusando a los líderes estatales de haberse equivocado en la estrategia política.
Mientras tanto el principal socio de Podemos, Izquierda Unida (IU), tampoco está contento con los resultados, y cada vez hay posturas más críticas que rechazan, no el acuerdo con Podemos, sino el actual entendimiento, que consideran poco democrático, sin comunicación interna e insuficientemente rupturista.
Una vez termine el actual ciclo electoral, la izquierda deberá ir a un proceso de reflexión que determine cuáles han sido los errores, que diagnostique soluciones y que escoja a una dirección capaz de aplicarlas. Que Pablo Iglesias siga siendo la cabeza visible del proyecto de unidad dependerá no solo de los resultados dentro de dos domingos, sino de su capacidad de imponerse frente a Íñigo Errejón en la Comunidad de Madrid.
Errejón era uno de los principales líderes que fundaron Podemos, que decidió abandonar la formación por sorpresa, el día en que se celebraba el quinto aniversario del partido, y robando a Pablo Iglesias el fundamental apoyo de la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, un desafío en toda regla al secretario general, que lo aceptó al calificarlo como un traidor.
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Que el de Más Madrid obtenga un resultado superior al de Unidas Podemos (en la Comunidad de Madrid Podemos se presenta junto con Izquierda Unida), significaría que habría ganado el desafío a Pablo Iglesias, estando en posición de hacer mucho daño político a Podemos, iniciando un proyecto estatal que arrebatase muchos cuadros a la formación morada, e incluso socios electorales. Como mínimo habría demostrado que su estrategia electoral -motivo de la ruptura entre ambos- era la correcta.
En ese escenario, el liderazgo de Pablo Iglesias estaría seriamente afectado, de igual manera el de su más que posible sucesora, Irene Montero, ya que ella ha mostrado en todo momento estar de acuerdo con las decisiones tomadas por el secretario general que han ido conduciendo hasta esta situación.