¿Qué tiene que hacer la izquierda en el panorama actual?
¿Qué hacer? Con esa pregunta, iniciaba V.I Lenin una de las obras de teoría política más importantes del siglo XX. Pese al siglo que hay entre él y nosotros, la pregunta renueva su actualidad a cada segundo y continuará renovándola mientras exista la sociedad de clases, la propiedad privada y el trabajo. Este artículo es un humilde intento de resumir qué se puede hacer en la sociedad del capitalismo tardío, financiero y globalizado.
La obra de Lenin es una batería de respuestas a una batería de preguntas que se planteaban en el terreno de batalla político en el primer cuarto del siglo XX. Hoy en día los paradigmas de la sociedad actual, la coyuntura política ha cambiado tremendamente, pero la matriz generadora de esos problemas sigue siendo la misma.
A diferencia de lo que muchos intentan, no podemos plagiar las tesis de hace 100 años y ejecutarlas con plena literalidad, la situación política en el panorama español es profundamente distinta a la de la Rusia zarista y nuestra táctica y estrategia debe ser en buena parte distinta a aquella. Por eso en cada momento debemos preguntaros ¿Qué hacer ahora?
El panorama tiene poco a nuestro favor, la cruda realidad es que no sabemos por donde empezar. Ya que perseguimos un fin concreto: la emancipación de las clases, nuestros actos deben ir dirigidos a ese fin concreto. A ese fin solo podremos dirigirnos mediante acciones racionales, reflexionadas y concienciadas. Por ello defendemos que ese polo de poder, o hegemonía (en términos Gramscianos) debe partir de la lucha teórica.
Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta ese grupúsculo heterogéneo llamado “izquierda“, es la disgregación. ¿Y si esa disgregación fuera una manifestación del problema de que realmente no sabemos cómo actuar? Es fácil pensar que toda esa montaña de partidos son consecuencia de ese no saber qué hacer. Que estos partidos surgen de la cabeza de una persona que se le ocurre que sería buena idea hacer un conjunto de cosas distinto al de otro partido, y que así pueden conseguir resultados (sobre todo electorales) ventajosos respecto a otro partido que tratan de superar.
Sin embargo los datos nos dicen que eso no ocurre nunca. El lector avispado pensará en los partidos comunistas españoles, unos se suceden a otros como el nudo sigue a la introducción y el desenlace sigue al nudo. Un nuevo partido se funda para hacer las cosas ligeramente distintas al anterior y conseguir lo que no se han conseguido en años, sin embargo calcan su base teórica y práctica y pese a que lo saben, piensan que son capaces de lograrlo. La pregunta a hacerse aquí sería ¿por qué están fallando y cómo podemos evitar eso?
La experiencia histórica en la creación de hegemonía
Tendemos a creer que la sociedad actual es radicalmente distinta a sociedades anteriores, la consecuencia: creemos que el siglo XXI es un eslabón roto de una cadena que justo antes de romperse, antes de nuestro eslabón, estaba unida. Así somos incapaces de ver el pasado que nos condiciona y cuando echamos la vista atrás no vemos la historia del hombre y su trabajo, sino un vacío inabarcable que nos obliga a pensar que nuestra historia contemporánea es fortuita.
Este no es el caso, como hemos dicho anteriormente la matriz generadora de los paradigmas de la sociedad posmoderna, espectacular, neoliberal etc sigue siendo la misma: la lucha de clases. Las derrotas de hoy cabalgan sobre las victoras y (otras) derrotas del pasado. Por ello el análisis histórico es relevante, para conocer cómo hemos llegado hasta aquí, y para el tema que nos ocupa, ver qué se ha hecho en situaciones similares.
La Europa actual, políticamente, se parece más sin duda a la del siglo XIX que a la del siglo XX. Todos los partidos que representaban el horizonte emancipador de la humanidad tuvieron que ser creados de cero. Sin duda antes que esos partidos en primer lugar se formaron las bases teóricas que los regirían, lo mismo para los sindicatos. En España, por seguir el ejemplo, la teoría marxista existía antes que el PSOE. Hoy en día necesitamos la renovación de la teoría para para poder actuar.
Una de las cosas que se han perdido en la marea de la historia son los consejos, los soviets, esas prácticas de autoorganización que existían en el siglo XX y que fueron desapareciendo por el influjo de la URSS. Es raro ver hoy en día esas prácticas de libertad en los países capitalistas, no existen consejos de fábrica, ni prácticas de autoorganización que auguren la sociedad que viene. Lo que vemos hoy en día no es más que la defensa a viva voz de un nuevo mundo que queda muy lejos.
En resumen, ¿sabemos qué hacer? Nadie lo sabe, de momento. La historia es nuestra proveedora de pistas que sin embargo, pese al estudio concienzudo de muchos teóricos, no está llevando a ningún sitio, las contradicciones del capitalismo crecen, aumenta la miseria y pese a todo el capitalismo se fortalece a medida que cava su propia tumba y la de la humanidad. El pensar es la principal herramienta de la que debemos servirnos para organizar nuestra lucha, y combatir todas aquellas embestidas que se realizan contra la izquierda en el terreno teórico, sin dejar de lado la praxis del día a día.
Hasta ahora, todos los intentos emancipatorios han sido en balde, desatados por grupos desideologizados, en pos de una mayoría que no responde a esos intentos. La tarea más inmediata es trabajar porque esa masa social responda, con todas las consecuencias.