Maquis y bandoleros en Sierra Morena
He aquí un sincero homenaje desde el recuerdo a aquellos maquis que fueron los últimos luchadores por la libertad, que no tiraron la toalla aún terminada la guerra. Maquis que dieron su vida y siempre lucharon por lo que creían.
Maquis de Sierra Morena
Una vez acabada la Guerra Civil española oficialmente, no todo terminó. Grupúsculos más o menos grandes de antifranquistas siguieron la resistencia en las montañas contra la dictadura. Se podían componer de una mezcolanza de personas presas políticas o perseguidas por la guardia, soldados republicanos y guardias de asalto en espera de destino de destierro junto con otras personas de índole más puramente delictiva y menos ideológica.
Uno de los sitios más señalados es Sierra Morena. Las zonas más activas con maquis fueron las sierras nortes de Sevilla, Córdoba y Jaén. Por su parte norte se nutrió de las fugas de la prisión de Azuaga (Badajoz), y también había entre sus filas algunos brigadistas. En el sur andaluz, Granada tuvo muchísima actividad, durante y después de la guerra, y Málaga y Cádiz también tenían zonas agrestes donde resistieron estas pequeñas guerrillas.
En Andalucía, dentro del jornalerismo existía mucho anarquismo, gente que no se contentarían con aceptar una dictadura, o abandonar su país. El pueblo andaluz ha demostrado ser, históricamente, luchador y rebelde. Los últimos maquis de esta situación geográfica se cree que ejercieron hacia alrededor del año 1950.
La represión en Andalucía fue brutal, desde las sucesivas matanzas de Queipo de Llano hasta la situación actual, que las fuentes de la Junta de Andalucía estiman más de 700 fosas y cerca de 50.000 víctimas de represalias. Andalucía es donde más se sufrió estas ansias de sangre, y la respuesta de parte de la población era algo lógico.
Sierra Morena es la frontera natural de Andalucía. Durante mucho tiempo, la única manera de sortearla era rodearla o usar el único punto de entrada que permitía, el cruelmente recordado como paso de Despeñaperros. Esto no solo ha permitido una defensa eficaz, desde uno u otro lado, sino que su inaccesibilidad ha dado lugar a un fenómeno que se conoce en otros lugares igual de escarpados, donde alguien conocedor del terreno podría sobrevivir indefinidamente.
Pero lo que destaca a la figura histórica del maqui o del bandolero es precisamente su falta de inactividad, su lucha constante contra un poder opresor que le ha colocado en esa situación y amenaza a su pueblo.
Antecedentes del bandolerismo andaluz
El bandolerismo no es un fenómeno aislado en la historia andaluza.
Desde la Baetica se tiene constancia de casos, si bien menos documentados, aunque podemos trazar una clara continuidad desde el bandolerismo monfí en La Alpujarra, tras las imposiciones de la Corona de Castilla al pueblo morisco.
Un caso señalado es cuando a Abén Humeya, último Rey de Andalucía, se le hizo una corona de plata en Cádiar tras asaltar una iglesia.
“Luego le pusieron encima de la cabeza una corona de plata dorada y rica, que era de una Imagen de Nuestra Señora”. Ginés Pérez de Hita.
>>Análisis histórico y contexto político de la Toma de Granada<<
La visión que tenemos a día de hoy está parcialmente romantizada en parte por los relatos, libros, zarzuelas, series, películas y otros medios de difusión. No obstante, conocemos de manera certera muchos casos de personas que lo pierden todo bajo un sistema de opresión y persecución, bien sea ésta económica, legal o política, y que “se echan al monte”, en parte para huir de la situación y en otra parte para enfrentarse a ella desde una posición más defendible.
Por supuesto, cuanto más osado el bandolero, más fama recibía. Así, la banda de Los Niños de Guadix, que fueron quemados vivos en 1881 por la Guardia Civil, llegaban a dar serenatas a guardias y policías por la calle, ante la vista de todo el pueblo. Diego Corrientes, por ejemplo, también pasó a la historia por poner en evidencia personalmente a las fuerzas del orden.
>>¿Existió realmente Diego Corriente, el Robin Hood andaluz?<<
Es precisamente este hecho, el uso de las crónicas de la época para retrotraernos a esas historias, el culpable de que encontremos pocas referencias a mujeres bandoleras, y menos datos aún, pese a saber que existieron.
Generalmente, el tiempo de actividad de estas personas es bastante bajo, alrededor de un año en la mayoría de los casos, dado que las fuerzas que operan contra ellas (militares, guardias, etc.) son bastante elevadas. Su continuidad suele estar condicionada a la cooperación del pueblo. Las instancias de gobierno compraban la colaboración con recompensas bastante jugosas. Cuando el gobierno se ganaba la abierta antipatía del pueblo es cuando más podían las personas bandoleras operar con cierta manga ancha.
La Memoria Histórica y los maquis andaluces
El último maquis de Sierra Morena, José Murillo, o Comandante Ríos, falleció en un pueblo de Córdoba el 2 de septiembre de 2012. Se echó al monte con 17 años, con su padre, huyendo de la Falange. Con 19 ya mandaba a partidas de guerrilleros. Fue detenido en 1949 y pasó 15 años en la cárcel.
La primera exhumación que se realiza en Sorihuela de Guadalimar (Jaén) un maquis es la del José María Mendoza Jimeno. Rojo Terrinches, en 2009. En 2010 se exhuma a Indalecio Fuentes Agüero, El Estraperlista, y a Rafael Jiménez Ortega, Emilio el de Bayarque, en Almería.
En 2014 se pudieron exhumar en Adamuz (Córdoba) los restos de los últimos maquis de Córdoba, la Partida de Romera, fusilados y enterrados entre 1943 y 1949.
En 2017 se celebraron unas jornadas en Jerez de la Frontera. Además de conferencias, se pudieron exhibir muchas documentaciones, fotos y evidencias documentales de la represión franquista y de la lucha de maquis en Andalucía.