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La desmemoria del votante como arma política

En la política española es habitual utilizar la desmemoria colectiva del electorado con fines partidistas. Todos los partidos, en general, se sirven de datos y estadísticas, publicadas en medios afines o, incluso, en sus redes sociales, para hacer creer a la población que sus organizaciones son las más valoradas.

En el caso de los partidos de derechas, este modus operandi parece normativo. Hace unos días el Partido Popular se postulaba como el ente más interesado en conseguir limpiar los mares de plásticos, en el marco de la campaña mundial con este objetivo que se ha desarrollado en las dos últimas semanas. Evidentemente, muchos analistas hicieron notar la contradicción de dicha afirmación, recordando el caso del Prestige en Galicia.

Otro partido que acostumbra a lanzar proclamas grandilocuentes es Ciudadanos. En este caso, en relación al pacto que la formación naranja ha firmado con PP y VOX para gobernar las comunidades de Madrid y Murcia, los de Albert Rivera publicaban un tuit en el que aseguraban haber “logrado el cambio” en dichas asambleas, después de 24 años.

>>La oportunidad de Ciudadanos de hacerse con el liderazgo de la derecha española<<

El cambio al que se refieren consiste en formar un gobierno de coalición entre las tres formaciones de derechas más importantes del país, que son las que han recogido los votos que antes acumulaba el Partido Popular.

La pregunta parece impertinente, pero es necesaria: ¿a qué cambio se refieren? El PP ha gobernado en Madrid y en Murcia ininterrumpidamente desde 1995. Ramón Luis Valcárcel fue el presidente de Murcia durante casi veinte años (1995-2014), mientras que Alberto Ruiz-Gallardón (1995-2003) y Esperanza Aguirre (2003-2012) gobernaron Madrid durante casi el mismo periodo de tiempo.

En 2015, para contrarrestar el auge en las encuestas de Podemos, el IBEX-35 creó el mito fundacional de Ciudadanos, un partido neoliberal pero de centro, que sería el que recogería el voto cansado del Partido Popular. La jugada salió bien, iniciándose un trasvase ordenado de votos y miembros del PP al partido de Albert Rivera.

Dentro de esta campaña, la intención es mantener a Ciudadanos como un partido nuevo, libre de corrupción y enemigo de las instituciones que permitieron a PP y PSOE convertir España en su cortijo particular y esconder los casos de corrupción que salpicaban a uno y otro partido.

Es por este motivo que Ciudadanos mantiene en su nomenclatura habitual frases como política útil, regeneración o reforma de las instituciones; lenguaje que introdujo Podemos con fuerza al conseguir unos resultados inesperados de las elecciones europeas de 2014, y que Ciudadanos adoptó para contrarrestar su auge.

Evidentemente, Ciudadanos no pretende mejorar el funcionamiento de las instituciones, realizar políticas útiles o regenerar el propio sistema político. Lo demuestran cuando llaman “cambio tras 24 años” a mantener en el poder al mismo partido que gobernó durante este periodo. No obstante, se fían de que los votantes sigan olvidando lo que pasa cada cuatro años.