El Memorial Democrático de la Cárcel de Segovia
Desde hace décadas diferentes organizaciones y asociaciones memorialistas están detrás de la defensa de los espacios de represión y castigo de la dictadura franquista, luchando contra el olvido en que estos lugares han caído, intencionadamente o no, por parte de las autoridades y gobiernos de España.
Estos espacios deberían transformarse en parte de la historia y la memoria del país, porque son importantes para explicar a las futuras generaciones lo que fue el franquismo y su represión. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de esas asociaciones, de los investigadores y de los historiadores, siguen siendo lugares destinados al olvido, que se van desvaneciendo en las tramas urbanas de las ciudades, sin que ningún gobierno se quiera implicar en su conservación.
Y, de este modo, se van perdiendo esos espacios de memoria, igual que se pierde la batalla, que no la guerra, contra el olvido. Un olvido que marca, de forma intensa aún, nuestro presente.
La cárcel provincial de Segovia
La cárcel provincial de Segovia funcionó desde 1.924 hasta el año 2.000. Aunque en el año 1.933 fue transformada en un moderno hospital penitenciario para hombres, durante el franquismo se convirtió en una de las principales prisiones de mujeres de España, además de albergar, posteriormente, cientos de prisioneros políticos. Se calcula que durante su funcionamiento en la dictadura franquista pasaron unos 2.700 presos y presas por esta cárcel.
Durante su período como centro de represión franquista, en la prisión de Segovia llegaron a acumularse hasta 500 presos al mismo tiempo, en unas condiciones de vida durísimas, sobre todo por las extremas temperaturas invernales a las que eran sometidos los internos. Esto la convirtió en uno de los principales centros de represión franquista.
Entre 1946-1956, durante su funcionamiento como centro de internamiento de mujeres, la cárcel de Segovia acogió a las más destacadas presas políticas de España, como Tomasa Cuevas. Fueron estas luchadoras las que, a comienzos de 1949 protagonizaron una huelga de hambre, que se originó tras un pequeño motín provocado por el castigo a una de las reclusas, que había denunciado ante una abogada chilena las penosas condiciones que sufrían las reclusas.
En el contexto de la represión franquista a las mujeres se las perseguía por sus ideas, pero también por el mero hecho de ser mujeres que se salían de los cánones establecidos por el régimen.
Desde mediados de los años 1960, volvieron a ser hombres los principales reclusos, especialmente prisioneros políticos, entre ellos Marcelino Camacho y Gerardo Iglesias, además de varios miembros de ETA.
En 1976, una treintena de presos, la mayoría políticos, protagonizaron una fuga a través de un colector, que les llevó hasta las afueras de la ciudad.
El Memorial Democrático de la Cárcel de Segovia
Con el objeto de servir como centro cultural se inició la rehabilitación del edificio, creándose “La Cárcel. Segovia Centro de Creación”, una iniciativa que finalizó en 2011, y que pretendía recuperar el espacio de la antigua prisión para establecer un centro de difusión cultural. Este espacio se ha transformado en un lugar multidisciplinar, dedicado a fomentar la creación artística desde todos los ámbitos, y se ha convertido en un referente cultural para la ciudad.
La rehabilitación del edificio conservó la estructura y organización del espacio de la antigua prisión.
Pero no ha sido hasta este año 2.019 que se ha abierto, después de muchos debates, el espacio memorial y de recuerdo. Esta recuperación ha sido posible gracias a una iniciativa municipal de Izquierda Unida, recogida por el Ayuntamiento de la ciudad, según una propuesta del Foro por la Memoria de Segovia.
La iniciativa se ha impulsado para recuperar la memoria de los represaliados antifranquistas que pasaron por las cárceles de la provincia, pero también es un recuerdo de todos aquellos que pasaron por las prisiones y campos de concentración del régimen.
El espacio memorial se sitúa en la primera galería, junto a la entrada principal. Se pueden visitar algunas de las celdas, para conocer las condiciones de vida que sufrían las personas presas. En la segunda planta se sitúa el memorial, en cuatro celdas contiguas, a través de las cuales se explica la historia de la cárcel y las condiciones de vida en la prisión.
El memorial es un espacio integrado en el edificio de la antigua prisión, cuyas salas se pueden recorrer, en una experiencia que intenta hacer que el observador sienta las emociones que allí se dieron. En la primera de las celdas se puede ver un audiovisual que relata la historia de la prisión (1.924-2.000), paralelamente a los acontecimientos históricos del país, haciendo hincapié a la forma en que éstos afectaron al funcionamiento y desarrollo de la prisión.
En otra de las celdas se analizan todos los elementos que componían el universo concentratario del franquismo, con sus diferentes aspectos explicados: penales, cárceles, batallones de trabajo, campos de concentración… Esto ofrece una idea aproximada de la extensión del sistema represivo del régimen.
Un tercer espacio se centra en una representación alegórica de Marcos Ana, como icono de la represión franquista por motivos políticos, ya que fue el peso que más tiempo pasó en diversos centros de reclusión. Es paradójico el hecho de que Ana no estuvo internado en la cárcel segoviana. En la celda se muestra la representación artística de uno de sus poemas, “Mi vida”, a través de los ojos del artista Gonzalo Moca, con la instalación “De cómo en el mundo de la existencia pueden las nubes echar raíces”.
En uno de los espacios hay una pequeña representación de 54 fotografías de presos de las más de 2.700 personas que pasaron por centros penitenciarios de la región durante el franquismo. Esto nos enfrenta a los rostros de los presos (al menos a una pequeña parte de los mismos), a través de sus fotografías y los nombres de los más de 2.700 presos y presas de la provincia. El hecho de poder poner nombre a algunos de los rostros, que en algunos memoriales se presentan como rostros anónimos (como en el caso de Auschwitz), permite contextualizar y humanizar esas historias.
El memorial persigue un doble objetivo. Por un lado, recuperar las experiencias, las voces de todos aquellos que sufrieron la persecución y la represión. Y, por otro lado, servir como herramienta pedagógica para hacer saber a las nuevas generaciones lo que significó el régimen, los crímenes contra los derechos humanos que se cometieron durante la dictadura. Es decir, presentar lo que significó, realmente, la dictadura y la represión franquista.
La memoria de la represión
Gracias al memorial, la ciudad de Segovia se ha convertido en la primera ciudad española que ha recuperado este tipo de memoriales, uniéndose a la larga lista de ciudades europeas que han conservado algún tipo de representación memorial de los centros de represión que sufrieron durante sus dictaduras. Por ejemplo, por toda Alemania encontramos memoriales y museos que recuerdan, mediante exposiciones, pero también a través del gran impacto emocional que tienen los sitios reales de la represión, para evitar que esos hechos caigan en el olvido.
En el caso español, los ejemplos son múltiples, y van más allá de la destrucción de Carabanchel, en un vano esfuerzo por enterrar el recuerdo y la memoria del sufrimiento. La cárcel de Palencia ha sido entregada a la Policía Nacional para la creación de un “archivo-museo policial” en el que la memoria de los represaliados quedará en la oscuridad. O la de Burgos, transformada en un centro cívico en el que apenas una escultura recuerda a los hombres y mujeres que lucharon contra el franquismo, colocada en 2.008 gracias a los esfuerzos de las asociaciones memorialistas y de expresos.
Mientras tanto, en otras ciudades de España aún se están intentando llevar a cabo proyectos similares al segoviano. En Barcelona se está poniendo en marcha el proyecto de la prisión Modelo, que tendrá también su espacio memorial y cultural. Sin embargo, esta no ha sido la tónica general, como demuestra la destrucción de Carabanchel y los repetidos incumplimientos de las promesas del PSOE, y que en la actualidad sigue siendo un solar vacío y descontextualizado.
Esta falta de interés en la conservación de esos lugares ha favorecido el olvido de muchos y el desconocimiento de la mayoría sobre los hechos que allí tuvieron lugar. Estos espacios deberían transformarse en parte de la historia de nuestro país.
Con iniciativas como la del Memorial Democrático de la Cárcel de Segovia se consigue dignificar a las víctimas del régimen franquista, represivo e injusto, que sufrieron por defender sus ideales políticos. Pero sirven también para ayudar a recuperar la memoria silenciada durante el franquismo, la Transición y gran parte de nuestra “democracia”. Y sirven asimismo para educar y favorecer los valores democráticos de la sociedad.
Estos memoriales no “reabren” las heridas, sino que permiten cerrar algunas de aquellos que fueron criminalizados, estigmatizados y olvidados por el franquismo y gran parte del periodo democrático.