Observando la culminación de la estrategia del Régimen del 78, no para evitar nuevas elecciones, sino para seguir perpetuándose en el poder, queda en evidencia su gran capacidad táctica y su mayor inteligencia estratégica, que con su poder mediático, ha logrado reducir al máximo el daño que Pablo Iglesias le hizo al aceptar el veto de Pedro Sánchez.
Tal y como hemos venido analizando en ElEstado.Net desde que se conocieron los resultados de las últimas elecciones generales, Ciudadanos iba a servir a los intereses del actual sistema que rige España, y que el resto de los partidos que lo integran se plegarían a los deseos de quienes lo dirigen, los grandes bancos y empresas que conforman el IBEX 35 y la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE).
Sin ser una organización revolucionaria, Unidas Podemos (UP), recoge en sus propuestas varias medidas que suponen una pérdida de privilegios para las clases poderosas, que desde el primer día tras las elecciones, mediante representación de la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, expresaron que “con UP no“.
Sin embargo, el Régimen del 78 sabía que no podía descabalar las artificiales diferencias, construidas mediáticamente, entre sus tres fuerzas principales, con un rápido acuerdo entre ellas que evidenciara que defienden lo mismo para beneficiar a los mismos. Después de todo Pedro Sánchez lleva más de un año en el poder ejecutivo y no ha tocado nada de lo hecho por Mariano Rajoy.
El sistema neoliberal ha tenido que crear un escenario de urgencia institucional para justificar que Ciudadanos salga a la tribuna en el último momento para pedir al PP, por el bien de España, una abstención para permitir el gobierno de Pedro Sánchez, que gobernará en solitario buscando acuerdos, tal y como expresó el dirigente del PSOE que quería hacerlo tras conocer los resultados electorales.
De hecho el propio Pedro Sánchez ha dirigido una moderación de su programa electoral que lo ha hecho parecerse más al del PP y Cs que al de UP, no solo en las cuestiones fundamentales, sino en detalles que entran dentro de lo social (fracking, memoria histórica, dependencia…), suponiendo una oferta electoral más a la derecha que en anteriores ocasiones.
También el presidente en funciones ha pedido en reiteradas ocasiones a las fuerzas de la derecha que se abstengan para permitirle gobernar sin Unidas Podemos, a quién el propio Sánchez llamaba “socio preferente” en campaña electoral.
De esta manera el gobierno recae en una de las tres fuerzas del Régimen del 78 sin depender de Unidas Podemos, por lo que la visibilidad mediática, vital en la lucha por la hegemonía en el campo progresista la tiene el PSOE, quedando los de Pablo Iglesias invisibilizados, a la vez que Ciudadanos y el Partido Popular aparecen como unos partidos de Estado que dejan a un lado sus mediatizadas diferencias ideológicas con el PSOE, por el bien de la ciudadanía.