El líder de Podemos, y también de la coalición de esa organización con otras fuerzas políticas solo en el plano electoral bajo el nombre de Unidas Podemos (UP), ha expresado que en unas hipotéticas negociaciones con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), tras las elecciones del diez de noviembre, seguirá poniendo como línea roja el gobierno de coalición.
Pablo Iglesias no ha variado su posición, que el PSOE intentó usar como una justificación para rechazar un acuerdo que habría impedido la realización de las próximas elecciones, sin lograrlo por lanzar un arriesgado farol al líder de la formación morada que éste aceptó, dejando muy dañada la credibilidad de Pedro Sánchez.
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El presidente del gobierno expresó que si Iglesias se apartaba del gobierno de coalición, es decir, que si admitía no formar parte de los cargos de UP que formarían parte de ese ejecutivo multicolor, aceptaría la propuesta de la izquierda alternativa. Pablo Iglesias aceptó y Pedro Sánchez no cumplió, sin haber encontrado a día de hoy una justificación creíble para traicionar su propia palabra.
Precisamente, al haber sido capaz de imponer ese relato sobre una cuestión tan importante como lo es haber demostrado que el PSOE nunca quiso acuerdo con UP, Pablo Iglesias insiste en el mecanismo que activa ese recuerdo en el electorado, para evitar que el PSOE pueda evitar mantener a los dos millones de votantes de UP que lo apoyaron en abril para impedir el gobierno de las tres derechas gracias al voto útil.
En esta campaña electoral si Pedro Sánchez vuelve a expresar que el voto útil es el apoyo en las urnas al PSOE, porque él es la garantía de un gobierno progresista, los electores recordarán su veto injustificado a Pablo Iglesias, y su posterior incumplimiento de la promesa, considerando al líder del PSOE el culpable de la repetición electoral y de lo que suceda después de la jornada de votación.
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El otro motivo lo supone la situación interna de Podemos. El liderazgo de Pablo Iglesias ha sufrido un gran desgaste no solo por sus constantes vaivenes políticos (rechazo a IU, apuesta por la coalición con IU; populismo de izquierdas, discurso clásico de la izquierda, alineamiento con la Constitución del 78 para ensalzar los derechos que los autodenominados “constitucionalistas” no garantizan), sus errores (compra de un, inaccesible para los trabajadores, Chalet tras haber aseverado que quién tuviera dinero para acceder a uno igual no podía ser de fiar, imposición de listas y de programa), y otras cuestiones como la salida de Errejón y las situaciones internas de Podemos en diferentes comunidades autónomas (Andalucía y Galicia como los mayores ejemplos).
La forma que Pablo Iglesias ha encontrado para calmar los ánimos, y las discordias internas que se mantienen tapadas esperando el inicio de una legislatura estable, es prometer cargos en el gobierno. Por ello necesita una coalición de gobierno con el PSOE, para colocar a diferentes cuadros de Podemos en las instituciones del Estado, y así evitar las quejas nacidas por haber perdido cuota institucional al mismo ritmo que votantes en las sucesivas elecciones generales.