España es el país con el Congreso más paritario de Europa, con un 47% de mujeres. Aún así todas las formaciones, salvo en el caso de la formación gallega BNG, tienen como líderes a hombres.
Las mujeres ocupan también cargos de primera línea, empezando por la portavocía de las formaciones políticas. Usan este contexto como logro, explicando que la democracia del país apuesta por la igualdad, ya que, según ellos, la principal institución de la democracia cumple con la paridad, dando protagonismo creciente en el acceso al poder político. Pero, ¿se limita el feminismo a ver a mujeres en puestos de primera línea?
Que las mujeres sean la cara visible de una formación política no mejora en nada las demandas del feminismo si no se trabajan, crean y aplican leyes para suplir las carencias, discriminaciones, necesidades y violencias que sufren las mujeres en España.
Poner a una mujer al frente se queda en una simple limpieza de cara, si el partido político que dirige o representa no tiene un proyecto con medidas eficaces que cubran las necesidades demandadas.
Políticas feministas
Quizá resulte relevante desde el criterio de la visibilidad de su actividad en política y de sus aptitudes de liderazgo y gestión, pero la actividad parlamentaria no asegura indudablemente que vaya a ganar en perspectiva de género. Porque lo realmente importante, no es la visibilidad, sino las políticas feministas. Queda mucho camino que recorrer hasta alcanzar la igualdad real. Sin leyes no se puede conseguir la igualdad real, pero solo con ellas tampoco. La política debe ser el modelo de la sociedad.
Sin leyes no se puede conseguir la igualdad real, pero solo con ellas tampoco. La política debe ser el modelo de la sociedad. Hacer feminismo es defender leyes en el Congreso que aseguren los derechos y libertades de las mujeres, como la de la Ley de Protección Integral por la Libertad Sexual y por la erradicación de las violencias sexuales, por ejemplo.
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La realidad es que la mujer está sumida en la brecha salarial, la exclusión y la falta de derechos sociales, dependiendo de la región en mayor o menor medida. Escuchar a las mujeres y llevar sus demandas reales a la política, puede ser un primer paso que resulte eficaz para acabar con la problemática de la mitad de la sociedad.
La conducta y las acciones de las formaciones políticas, no representan una situación de igualdad sino solamente la apariencia, en aspectos concretos y formales, de esta pretendida equiparación. Una cortina de humo que pretende ser la excusa para ponerle freno al movimiento feminista que coge fuerza cada año que pasa. Una realidad distorsionada.
Caminando hacia una sociedad feminista real
Aunque algunos estudios afirmen que en la sociedad española está extendida la creencia de que hombres y mujeres son iguales, el resto de indicadores demuestran lo contrario. Las evidencias demuestran la existencia de un techo de cristal. Los términos despectivos, como “feminazi” son habituales para referirse a las mujeres que transmiten su rechazo al modelo patriarcal actual. A fecha de octubre de este año, 51 era el número de mujeres asesinadas por la violencia de género.
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Para que España se convierta en un país feminista de verdad, la política es una herramienta necesaria. Porque a fin de cuentas, es ahí donde se deciden las leyes que mejorarán o empeorarán la situación de las mujeres; es ahí donde se puede cambiar el código penal, ese que define lo que es abuso y lo que es una violación. Hace falta aplicar unas políticas públicas feministas que respondan realmente a las necesidades que el feminismo plantea.
Hay que debatir y hablar claro de los problemas que existen. Tanto en debates públicos, como introducirlo en el debate político. Las voces de las mujeres deben hacerse oír y el espectro político debe escuchar. Y sobretodo deben dejar de alzar la bandera del feminismo cuando necesiten votos y empezar a actuar de manera feminista. Empezando por fomentar la igualdad en sus formaciones políticas y dándoles a las mujeres puestos de decisión y dejarlas desarrollar todas sus capacidades. Y no usándolas solo de cara a la galería.