La vergüenza del Memorial del Cementerio de la Almudena y las miserias de la derecha española en la memoria histórica
La imagen destacada se corresponde con la "Sala de los Nombres", en el memorial del campo de concentración de Mauthausen, donde se recogen los nombres de todas las víctimas, incluyendo a los españoles que murieron en el campo.
Cuando parecía que las familias de las víctimas de la represión franquista habían logrado un lugar para recordar a sus muertos, ahora han vuelto a perderlo, por las miserias de la derecha española en la memoria histórica.
El Ayuntamiento de Madrid considera que el monumento que homenajeaba a las 2.934 personas que fueron ejecutadas en la ciudad, entre 1939 y 1944, es “sectario e injusto”. Y lo dice a pocos metros del monumento a la División Azul, que se encuentra en el mismo Cementerio de la Almudena de Madrid.
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Parece ser que el monumento a las víctimas de un bando no molesta, ni es sectario ni injusto, mientras que el monumento que debía hacer referencia al otro bando es ofensivo y debe transformarse en un monumento menos visible, que no diferencie a las víctimas de diferentes períodos históricos, que no las reconozca, que no las individualice. En definitiva, que no nos diga que fueron personas, con anhelos y sueños de libertad como los nuestros.
La excusa para esa destrucción sin sentido se ha debido, según el alcalde José Luis Martínez-Almeida y su equipo de gobierno, a “no cumplir con el acuerdo del Comisionado de Memoria Histórica”, que estableció que se alejaba de las premisas de imparcialidad. Se trata, sin embargo, de una lectura torticera e interesada, porque el acta del comisionado establecía que era necesario que se hiciesen dos monumentos, y no uno solo para ambos bandos.
Estos son unos argumentos, cuando menos, peregrinos, teniendo en cuenta que los gobiernos (municipales, autonómicos y estatales) conservadores, siempre han tenido a bien obviar repetidamente las recomendaciones que sobre el tema de la memoria histórica se han hecho desde diferentes organismos nacionales e internacionales. Parece ser que, como siempre, el PP solo acata aquellas resoluciones que mejor casan con su agenda política. Y la agenda política del PP, ahora, está marcada por los intereses de sus socios de gobierno ultraconservadores.
Después de poner el grito en el cielo cuando algo no les gusta, ahora asumen una postura que, como tanto les gusta decir, sólo sirve para “reabrir las heridas”.
Las familias de las víctimas han esperado 80 años para obtener un reconocimiento. Y, cuando algunos ya lo tenían un poco más cerca, vuelven a quedar relegados a un segundo plano, por intereses partidistas. Esto supone un nuevo insulto a las víctimas, al bando perdedor y, en general, a todos los demócratas.
El trifachito muestra, de nuevo, su auténtica cara, su rostro más reaccionario, más antidemocrático. Así nos demuestran, una vez más, que son los herederos, los hijos y nietos, del régimen del dictador franquista.
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Solo a través del recuerdo individualizado de las víctimas queda claro que detrás de las cifras de víctimas hay nombres de personas, biografías individuales, que debemos sacar del anonimato. Con el paso del tiempo, cada vez son menos los supervivientes de la generación de los perseguidos, de las víctimas, que están vivos. Y cada año vemos como decae la memoria de los desaparecidos, como desaparece una comunidad de la memoria.
Y esa parece ser la intención de las políticas de memoria del trifachito… el olvido de las víctimas, de los reprimidos, dejar sin justicia y reparación a sus familias. Esa es la política que han aplicado desde la Transición, la política que han mantenido frente a los intentos de abrir las fosas, de investigar y juzgar la dictadura. Esa es la política que utilizan siempre que llegan al poder.
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Las imágenes que ilustran este artículo demuestran la importancia que los nombres de las víctimas, la individualización de los que desaparecieron, tiene a la hora de recordar su memoria.