Últimamente, todos los años en estas fechas se escucha mucho hablar del Black Friday y aunque algo menos, también del Cyber Monday. Ambas celebraciones se originaron en Estados Unidos y se celebran el primer viernes y lunes después del Día de Acción de Gracias.
Aquí en España las empezamos a conocer en el año 2010, cuando la compañía Apple decidió importarla e implementarla en todas sus tiendas. Hoy día es el evento más importante del año en cuanto a ventas on-line. Con las Navidades a la vuelta de la esquina, los consumidores aprovechan hasta el último día de rebajas y eso es algo que los empresarios saben muy bien.
¿Es realmente el Black Friday una jornada de descuentos fuera de lo común? ¿Es tan sólo una estrategia? ¿Consiguen ahorrar los consumidores?
La Organización de Consumidores y Usuarios alertó el año pasado que un 22% de los productos analizados de una muestra de 15.000 se habían encarecido en el último mes antes del Black Friday. Esta parece ser una práctica habitual que no solamente ocurre en el Black Friday, sino que ocurre durante todo el año. Rebajas, ofertas, descuentos…las grandes empresas llevan jugando con nuestra percepción de los precios (entre otras cosas) desde hace muchos años.
Las redes sociales han permitido que usuarios y consumidores tengan herramientas para compartir y denunciar abusos que unos años antes hubiera sido imposible detectar. Se han comparado precios de productos antes y después de los supuestos “descuentos” y se ha comprobado que en muchas ocasiones el precio original se había inflado para poder así aplicarle un descuento ficticio que aparentemente era una “ganga”.
Para poner un ejemplo, si un teléfono móvil tiene un precio de 199 € en octubre, en noviembre lo habrán subido a 249 € para venderlo por 199 € como si tuviera un descuento de 50 €. En realidad lo estamos comprando por su precio original, pero el consumidor que lo desconozca, es decir, la mayoría, creerá que se está llevando un producto que cuesta mucho más de lo que está pagando.
Pero parece ser que esta práctica se está desgastando con el tiempo. Descuentos que en otros años habían llegado al 70% este año se han visto reducidos hasta el 30% o incluso el 20%. Se ha notado un descenso en el consumo en este 2019. El Black Friday ha dejado de llamar la atención como lo hacía en otros años.
En general, en los tiempos de descuentos, se tiende a comprar de forma compulsiva productos que al final no se necesitan. No se compra por necesidad, sino por consumismo capitalista y esta es una tendencia que va en incremento con los años. Cada vez hay más días al año con ofertas y descuentos. Hace años había dos períodos de rebajas al año y estos solían aprovecharlos los trabajadores con los sueldos más bajos como momentos en los que realmente se podían comprar productos necesarios a precios bajos. Hoy día se trata más bien de una sensación que venden las grandes empresas, una manera de gastar más que cualquier otro día. Se compra más cantidad con la percepción de ahorro cuando la realidad es que se está comprando al mismo precio que en cualquier otro momento.
Otro factor que hace de estas celebraciones algo turbio es la explotación laboral a la que se somete a los trabajadores que se contratan. Las condiciones laborales son cada vez más precarias. Gracias a la reforma laboral del PP, las empresas se pueden permitir tener a un trabajador enlazando contratos temporales o hacerle firmar un contrato en el que los festivos sean de trabajo obligatorio y de esta forma no se cobren pluses, sin mencionar las horas extras que no se cobran.
Queda evidenciado que tanto Black Friday como Cyber Monday no dejan de ser otra estrategia capitalista para vaciar los bolsillos al ciudadano de a pie, mientras empresarios se los llenan a base de estafar a comprador y trabajador.