Hace unos días leía en la prensa convencional un artículo que lanzaba la siguiente cuestión: ¿Qué mensaje están transmitiendo? Se refería a un par de artistas musicales del ámbito del rap y del trap. Más concretamente aludía tanto a su estética, como a las palabras usadas para referirse a ellas mismas. Personalmente me pareció un burdo intento de unir feminismo a enseñar carne o a autodenominarnos con adjetivos como “puta“, dándole a su vez, una connotación negativa al significado de la misma.
La era de la perversión de los conceptos
Vivimos en una época tan extraña que no es raro tener que explicar una y otra vez los mismos conceptos cada vez que se habla de un tema. Y eso pasa con el feminismo. Desde que ha ido cogiendo más fuerza, desde que se le ha empezado a oír y a ver más en los medios de comunicación, se ha pervertido el concepto. Es como si desde que han empezado a ver que es un movimiento fuerte, que avanza, hubieran puesto todos sus mecanismos en marcha para pararlo, para corromperlo.
O seré yo que soy muy exigente o quizá muy cuadrada para ciertas cosas. La cuestión es que nos quieren vender que el derecho al desnudo es feminismo; que el derecho a adjetivarnos a nosotras mismas con palabras usadas para menospreciarnos o cosificarnos, es feminismo; o incluso que vestirse con un vestido incómodo y totalmente incoherente con la función básica para la cual fue creada ropa, es feminismo. Pues no, estáis equivocados. Eso no es feminismo.
El derecho a elegir, ese sí formaría parte de los valores del feminismo. Vender como poder subversivo el que autodenominarse “puta” altere el orden social y lo desestabilice me parece una falta de respeto a todas aquellas personas que tanto han sacrificado en esta constante lucha.
Sí, sé que muchos me estaréis etiquetando como “exagerada“. “Pues que hagan lo que quieran“. Por supuesto, que cada persona haga lo que quiera, que sea libre de tomar sus propias decisiones, sobre su cuerpo, sobre su futuro, sobre su comportamiento… Pero para ser “libre” nos falta mucho. ¿Qué libertad puede existir en la toma de unas decisiones limitadas u orientadas por los estereotipos sociales y culturales que esta sociedad patriarcal nos ha escrito a fuego desde que tenemos uso de razón?
Hay que reconocer que el propio titular que presentaba esta noticia es cuanto menos tendencioso, juzguen ustedes: “En plena ola feminista, ¿qué mensaje transmiten?” Como bien he dicho antes, puede que sea una persona exigente, demasiado cuadrada para ciertos temas, pero yo ni veo que estemos en “plena ola feminista“, todavía no. Y tampoco creo que el trap sea un estilo de música que se identifique con el feminismo. Ni el trap, ni el metal, ni…
El problema no es estilo musical, sino el mensaje que se manda
Lo que quiero decir es que lo que importa es el mensaje que manda ese tipo de canción, aunque es verdad que hay ciertos estilos que analizándolos de manera generalizada, se alejan bastante -incluso son contrarios- a los principios y libertades que el feminismo defiende. Así encontraríamos estilos musicales diferentes entre sí, aunque de alguna manera comparten las mismas actitudes patriarcales para con el género femenino. Aunque no es cuestión de estilo, sino de mensaje.
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Si preguntamos en la calle cual es el estilo musical machista por antonomasia, la mayoría se decantaría por el Reggaeton. Un estilo musical en el que predominan las letras que cosifican, humillan y menosprecian a la mujer. Pero el reggaeton que conocemos no es exactamente el que era cuando surgió.
Es un estilo musical nacido a finales de la década de los 80 y que se extendió plenamente en la década de los 90. Consiguiendo su mayor apogeo entre 2000 y 2010. Una mezcla de diferentes tipos de música que hoy día se ha alejado mucho de sus raíces. Aunque sigue usando los mismos instrumentos y las mismas melodías, no ocurre lo mismo con sus letras, que tienen los cambios más visibles. Como es cualidad de la música, este estilo musical se convirtió en un modo de expresión para muchos jóvenes hispanos.
Hoy día el Reggaeton que presentan o al que dan voz las grandes plataformas de comunicación, dista mucho de lo que transmitía en un principio este estilo musical. Se resume en un baile caliente, de roce, con un lenguaje poco respetuoso hacia el género femenino. Y ahí reside el problema, en el mensaje que transmite y en las personas a las que llega ese mensaje.
Solo es música
¿Creéis que es el único tipo de música con mensajes de este estilo? Os sorprendería saber cuantos de los cantantes que admiráis han escrito alguna vez canciones con mensajes similares. Aquí analizaremos algunos ejemplos:
- “A lo mejor es muy tarde para echarse atrás”. No soy una de esas –Alejandro Sanz y Jesse & Joy. La canción escenifica un diálogo entre un hombre y una mujer. Según la canción, la mujer tontea y luego decide que no quiere seguir, a lo que él responde: “Y no deberías haberme tentado, te gusta jugar“; “Si no quieres flamenquito, no toques las palmas“; “A lo mejor es muy tarde para echarte atrás“. El mensaje se percibe como una aportación a la cultura de la violación.
- “Si empiezo acabo, aunque tú no quieras”. El título de la canción es Si me porto mal – Dasoul. Parte de su letra dice así: “Si me sigue provocando, No es culpa mía si me porto mal“; “Baby dime cuál es tu plan, No es culpa mía si me porto mal, Qué es lo que buscas, si te me acercas ma’, No es culpa mía si me porto mal”. El mensaje que manda es claro, no es su culpa, sino el de la mujer por mirarle, por acercarse. Él no se puede controlar. Otro aporte a la cultura de la violación, el que da a entender que el violador no puede parar, no controla.
- Caciones infantiles. ¿Quién no conoce alguna canción infantil cuyas letras no dejen claro la labor que debe desempeñar la mujer? Así, desde pequeños crecemos escuchando mensajes machistas como el de la canción que habla de aquella niña que no podía jugar porque tenía que lavar, planchar, cocinar… todas aquellas tareas que los poderes patriarcales consideran que corresponden por género a la mujer. Y nada menos que ¡de boca de los payasos!
“Lunes antes de almorzar/ Una niña fue a jugar,/ Pero no pudo jugar/ Porque tenia que lavar./ Así lavaba así, así/ Así lavaba así, así/ Así lavaba así, así/ Así lavaba que yo la vi.”
Duro trabajo en casa y en los centros educativos
Ningún padre, ni madre querría ver a su hija siendo tratada o sintiendo que son como los mensajes que desde pequeños interiorizamos. Por ello, es primordial una educación sólida que empiece en casa de cada uno y se complemente con los valores y aprendizajes que pueden extraerse de las situaciones que en los centros educativos se den.
Personalmente no creo en la prohibición, sí en cambio en la educación. Siendo madre o padre sería positivo explicar por qué en casa no se va a escuchar esa canción. Es una oportunidad para exponerles parte de la realidad del mundo en el que viven, un mundo machista. Podrán ser conscientes de los mensajes que mandan algunas canciones y en un futuro será muy probable que acaben repudiando ese tipo de actuaciones y mensajes.
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Los centros educativos son otro pilar fundamental en la educación de las personas. Gran parte de nuestra vida, generalmente hasta la adolescencia mínimo, la pasamos en los centros educativos. Me refiero única y exclusivamente a las personas que tienen acceso a la educación escolar. Hoy en día, las nuevas tecnologías están muy presentes en los centros escolares, si no son los móviles que algunos alumnos llevan de estrangis, son los ordenadores o incluso los crome books.
Esta facilidad de acceso a canales como YouTube, hacen posible que no sea poco habitual la presencia de estas canciones en las aulas. Las diferentes figuras educativas pueden aprovechar estas situaciones para desgranar, debatir y reflexionar sobre los mensajes machistas que algunas canciones transmiten. Las aulas deberían ser lugares en el que las personas pudieran poner en marcha aquellas herramientas que han adquirido y que le ayuden a reflexionar y a formarse unos valores que siga desarrollando durante toda su vida.