Se cumplen cuatro años del fallecimiento de David Bowie. Cuatro años de ausencia paliadas con regulares publicaciones póstumas, las cuales muchas de ellas él mismo ha dejado pactadas antes de convertirse en historia de la música. Como homenaje, repasamos su último álbum de estudio: Blackstar
Hablar de David Bowie es hacerlo de una figura que ha trascendido en distintas áreas artísticas. Principalmente, ha sido un innovador en la música, pero ha influido en la moda, ha hecho sus pinitos en el cine y en la pintura. También fue un devorador de libros. De hecho, también ha realizado una lista de las obras que más le han marcado.
Su carrera no fue un camino de rosas. Le costó comenzar. Tropezó varias veces antes de dar con la tecla. Fue perseverante y gracias a ello obtuvo una gran recompensa. Él devolvió el favor y recompensó a la música, puesto que la nutrió hasta límites insospechados y por eso se convirtió en leyenda.
Querido por todos, ha ayudado a reflotar la carrera de varios músicos, ha trabajado con muchos de renombre, ha colaborado con otros tantos y ha influido en un montón de bandas y álbumes de diferentes estilos musicales.
Un lanzamiento especial
En definitiva, todo lo que rodea a Bowie es arte. Y de una forma artística se despidió de todos nosotros. Cuando salió Blackstar en el día de su cumpleaños, un 8 de enero de 2016, celebramos un nuevo lanzamiento de David. Una obra sólida que sin embargo dejaba varias dudas sin resolver. Cuando falleció dos días más tarde por culpa de un cáncer que llevó en secreto, todas las preguntas que planteaba la obra fueron respondidas al momento.
Mientras tanto, en muchos países se lloraba su pérdida a la vez que comenzaban los pertinentes homenajes, muchos de ellos tremendamente sonados. Pocas veces hubo tanto ruido amable alrededor del mundo.
Bowie supo de su enfermedad en 2014. A finales de 2015 recibió la noticia de que estaba ante sus últimos días de vida. Saber que tenía cáncer no frenó su actividad. Al contrario, la aceleró todo lo que pudo desde el mencionado 2014 para distraerse, intentar vencer al monstruo de alguna manera y trabajar por lo que pudiese suceder. El hecho de saber después que no habría recuperación, le dejó la sensación de haber hecho un buen trabajo, aunque intentó crear hasta los últimos días.
Blackstar como despedida
La obra con la que se despidió, Blackstar, fue asimilada por completo tras los días posteriores a su fallecimiento. Es increíble cómo al cabo de unos días, todos los cabos sueltos terminaron bien atados.
En lo que a sonoridad se refiere, la obra está repleta de art rock, jazz, rock experimental y algo de electrónica. Esto no es ninguna sorpresa, ya que el autor siempre sintió debilidad por el jazz, como por tantos otros sonidos. No hay más que repasar toda su trayectoria marcada por el eclecticismo.
Nada más salir al mercado, las reseñas especializadas plasmaban que estábamos ante el mejor álbum de Bowie desde Scary Monster (And Super Creeps) (1980). Algunos apuntaron más alto y trataron de emparentarlo con la trilogía berlinesa. Independientemente de lo dicho, sí pensamos que es uno de los diez mejores trabajos del británico, y eso es una enorme noticia si tenemos en cuenta el alto nivel de su discografía, y por supuesto que en el momento en que fue grabado ya tenía cáncer. De ahí las imágenes de un David demacrado en los propios videoclips, y en los cuales quiso reflejar las consecuencias del mismo.
Creación y canciones
En Blackstar, el prolífico autor llora, grita, sonríe, se cae y se levanta. Para llevar a cabo todo esto se apoyó en nuevos músicos. Y digo nuevos porque en él no participó ninguno de los habituales, salvo el productor y amigo Tony Visconti. Conoció a una banda de jazz en Nueva York, se interesó en ellos y se los llevó al estudio. Lo hizo para grabar una canción nueva que apareció en el recopilatorio Nothing Has Changed (2014), y que Bowie reelaboró para Blackstar haciéndola más dura y penetrante. Se trata de “Sue (Or in a Season of Crime)”.
Sin embargo, las dos composiciones protagonistas son la inicial homónima y la espectacular “Lazarus”, las cuales fueron presentadas con sendos videoclips llenos de emociones y simbología. Las letras dejaban lugar a la libre interpretación y acentuaban la oscura atmósfera de ambas. La primera de ellas, una extensa suite que contiene una parte esperanzadora y muy bella, la segunda es más directa pero igualmente extraordinaria. Ambas se han convertido en clásicos del autor.
Entre las dos encontramos una fantástica “‘Tis a Pity She Was a Whore”, con solos de saxofón y una base rítmica potente.
El resto de la obra está a un nivel superlativo. Es cierto que no es tan fácil de digerir como otros discos del británico, pero favorece que la duración no sobrepase los 40 minutos en total. Aún así, hay píldoras musicales inmediatas como “Girl Loves Me”, con voces en falsete de David, unos textos sobrecogedores y capas de sonido que envuelven al oyente. “Dollar Days” es una maravillosa balada que mantiene su intensidad de principio a fin. Conviene no olvidar el trabajo de los músicos, los cuales fueron animados por Bowie a dar rienda suelta a su creatividad.
Para el final, Blackstar reserva un hueco a la especial “I Can’t Give Everything Away”. Se trata de un tema elegante y un tanto premonitorio. Parece cerrar el círculo iniciado en el primer corte. Todo atado, una vez más.
Certificaciones y legado
David comenzó su descanso eterno sabiendo que su regalo en forma de álbum nos recordó a los mejores momentos de su carrera en cuanto a inspiración se refiere. Y por supuesto, tuvo respuesta en el mercado. Es más, Blackstar contribuyó a las buenas ventas de vinilo de 2016. Sí, como prácticamente la totalidad de los álbumes en la actualidad, fue publicado en formato cedé, vinilo y digital.
El álbum fue número 1 en prácticamente todos los mercados musicales del mundo y fue certificado con disco de platino en Reino Unido, Australia, Austria, Suiza y Canadá. En Estados Unidos ha alcanzado, por el momento, el disco de oro, como en otros muchos rincones del planeta.
Bowie ha firmado casi una treintena de álbumes de estudio, además de un montón de material musical en formato single, directos, recopilatorios y mucho más. Ha sido un icono artístico en la década de los 70, reventó estadios en los 80 coincidiendo con su peor época, se reinventó de nuevo en 1990 y, aunque de una manera más espaciada, siguió publicando en el nuevo milenio, material de enorme valía como el que encontramos en trabajos como Heathen (2003), The Next Day (2013) o, precisamente, este Blackstar (2016).
Tracklist y créditos del álbum
- Blackstar (David Bowie)
- ‘Tis a Pity She Was a Whore (David Bowie)
- Lazarus (David Bowie)
- Sue (Or in a Season of Crime) (David Bowie, Maria Schneider, Paul Bateman, Bob Bhamra)
- Girl Loves Me (David Bowie)
- Dollar Days (David Bowie)
- I Can’t Give Everything Away (David Bowie)
- David Bowie: voces, guitarras, harmónica y arreglos de cuerda.
- Ben Monder: guitarras.
- Tim Lefebvre: bajo.
- Donny McCaslin: saxofón, flauta e instrumentos de viento-madera.
- Mark Guiliana: batería y percusión.
Músicos adicionales
- Tony Visconti: cuerdas en “Blackstar”.
- James Murphy: percusión en “Sue (Or in a Season of Crime)” y “Girl Loves Me”.
- Erin Tonkon: coros en “‘Tis a Pity She Was a Whore”.
Grabado entre enero y marzo de 2015 en The Magic Shop y Human Worldwide de Nueva York (Estados Unidos).
Producido por David Bowie y Tony Visconti.