Comprender a Latinoamérica es siempre un desafío, aún para los propios habitantes de este extenso territorio y es que a pesar de padecer las mismas desgracias, como gobiernos corruptos, falta de servicios públicos de calidad y constantes crisis financieras, las particularidades culturales e históricas son variadas y tan extensas que no alcanzarían palabras de una servidora para dar cuenta de ello.
Una de las particularidades de las que hoy, me tomo la libertad de hablar, es acerca de la llamada “Narco-cultura”, nombrada así por numerosos estudiosos como sociólogos y antropólogos mayoritariamente.
Este ejemplo es una de las tantas expresiones culturales que se dan en Latinoamérica y en México principalmente; la narco-cultura es un fenómeno cultural que empieza a sostener una presencia fuerte a partir de los noventa en México; es un repertorio de símbolos, prácticas e imaginario en torno a la vida cotidiana de criminales. Las expresiones son generalmente aberrantes, violentas, sexuales, escenas gore (género cinematográfico que recrea abundantes escenas sangrientas o cintas cinematográficas ilegales de asesinatos, violaciones o mutilaciones).
La legitimidad de los grupos criminales recae, en este conjunto de enunciados simbólicos, funciona como un mecanismo de emancipación social. Las expresiones culturales de este tipo no solo juegan dentro de los grupos, lamentablemente este tipo de estilo cultural, abarca más esferas, haciendo de esta, un mercado; como lo señala José Carlos G. Aguiar; antropólogo por la Universidad de Ámsterdam:
“El crimen organizado moviliza múltiples valores y genera formas de producción, consumo, y acumulación. Claramente, el dinero es la expresión más expansiva del poder del narco, que existe junto con la violencia y múltiples formas de coerción que se ejercen sobre y entre actores del Estado, criminales y la sociedad civil en su conjunto”. José Carlos G. Aguiar.
En la cultura popular, los narcotraficantes, llamados “narcos” son representados como seres poderosos e impunes. Contradictoriamente a los que se piensa, en muchas ocasiones son considerados héroes del pueblo o bandidos justicieros, pues se ponen en pelea mano a mano con un Estado, el cual es inepto, corrupto e igual de sangriento.
Coloca al grupo criminal como un emancipador social, un grupo fuera y por encima de la ley, que bajo las carencias económicas de países tercer mundista, es una generación de recursos ecónomicos importantes, no es de sorprenderse que comunidades enteras, principalmente indígenas estén bajo su látigo; la localización histórica capitalista en las que estamos situados, es otro factor, donde las ganancias de est, dependen mucho de la misma encarnación del dinero; Sayak Valencia lo concreta maravillosamente en su libro Capitalismo Gore: “El derramamiento de sangre injustificado llevado a la crueldad; violencia como medio y como fin; para legitimar y hacer la economía; palabras más, palabras menos, es el cuerpo, la violencia y la economía los principios del narcotráfico“.
El mercado creciente y bien cobijado por capitales privados han hecho de la narco cultura una mercancía en Latinoamérica donde los papeles presentados son controversiales.
En fin, como decía al principio es difícil hablar con claridad frente a estos fenómenos relativamente nuevos justo por la falta de discusión sociológica, antropológica y política a demás de ser un tema de carácter de clandestinidad y riesgo, pese a eso siempre habrán curiosos tratando de comprender mejor, el mundo del otro y es por eso que los invito a leer la próxima publicación en torno a la religiosidad narco.