Que Josep Borrell maneje la estridencia y el amarillismo contra Venezuela no constituye una sorpresa. El Vicepresidente de la Comisión Europea/Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, no constituye una excepción a la regla y está siguiendo la tradición que implantara su anterior homónima, la gris Federica Mogherini en relación a los asuntos políticos de esta nación sudamericana.
Sin embargo, lo que signa la gestión de Borrell en el cargo es la pasmosa habilidad para demostrar un euro centrismo que se creía olvidado en el foso de lo indigno, una noción de superioridad europea frente al panorama político latinoamericano y por supuesto, un amarillismo al que nuestros jóvenes acertadamente llaman “postureo” para involucrarse en la ola de satanización mundial contra la Revolución Bolivariana.
Este extracto lo dice todo: “hace tres semanas hablamos de la crisis migratoria en Venezuela, una crisis realmente humanitaria debido a la situación que se vive en Venezuela y desgraciadamente hoy tenemos que hablar del deterioro de la situación en Venezuela, debido a los ataques contra el funcionamiento democrático de la Asamblea Nacional y que haya habido un presidente ilegitimo que haya querido asumir el poder. Se ha querido evitar la elección de una nueva junta directiva, impedir el acceso a la Asamblea Nacional es un ataque a la democracia y crea nuevos obstáculos para que se resuelva el conflicto. Desde luego lo que ha ocurrido pues ha llevado a que no haya un quórum que haya sido comprobado, eso lleva a que todas las medidas que adopte esa Asamblea, no puedan ser reconocidas como legales.”
Esta desafortunada declaración ocurrió en el Debate sobre Venezuela en el Parlamento Europeo, Estrasburgo, el 14 de enero de 2020. No solamente observamos cómo el Vicepresidente obvia (¿intencionadamente?) todas las noticias, testimonios y vídeos que mostraron al mundo la negativa de Juan Guaidó a entrar a la Asamblea Nacional.
>>Oposición come oposición, análisis mediático de Luis Parra y Juan Guaidó<<
A eso hay que agregarle el silencio (¿cómplice?) sobre los hechos de corrupción, el robo descarado de los dólares que “desinteresadamente donó” la USAID para apoyar la “causa democrática” de Guaidó, el robo público y notorio de activos venezolanos en el exterior y sobre todo, las influencias y secretos que siguen saliendo a La luz pública sobre los oscuros manejos de la contrarrevolución venezolana con paramilitares y narcotráfico colombiano. Esto para el viejo Borrell no existe, o no es materia de interés. Raro.
Ahora, al leer estas líneas: “nosotros ya hemos dicho, que seguiremos haciendo esfuerzos para restaurar la democracia y el estado de derecho a través de elecciones democráticas y libres presidenciales, además queremos un enfoque más concertado hablando de la situación de Venezuela por parte de la comunidad internacional. Me gustaría hablar con el señor Enrique Iglesias (asesor especial del Alto Representante), para ver que podemos hacer”. Yo estoy obligado a acotar al anciano que el verbo seguiremos ya no entra (o no debería) entrar en su discurso prefabricado.
Porque se va. Y no lo digo yo, lo dice la tribuna por excelencia de la derecha en España, El País: “el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha aprovechado los dos primeros meses de su mandato para dejar clara su intención de liderar la agenda internacional de la UE. El nuevo ímpetu, manifestado la semana pasada con una gira por los puntos calientes del vecindario europeo, deja en una delicada situación a Josep Borrell, alto representante de Política Exterior, un cargo teóricamente pensado para unificar la actividad de la diplomacia europea. Los departamentos de Michel y Borrell aseguran trabajar de forma coordinada. Pero la disputa por el protagonismo en la escena internacional es evidente“.
Se va Borrell pataleando en el ahogo, generando gritos y estertores, rayando en lo ridículo en su inapetencia y sinsabor político y la Europa del siglo 21 hereda a Charles Michel, un pupilo de Macron. Un representante de la derecha más rancia (si se puede calificar así a las posiciones extremas del liberalismo “democrático” que hace vida en Europa).
Entre sus “logros” más fulgurantes se encuentra la bajada de tensión en Libia y Egipto, y que no te importe saber al leer esta afirmación que fue precisamente Francia quien apoyó, financió y ejecutó el genocidio en Libia.
Michel, enfrentado en este momento a la Italia, gobernada por una coalición de izquierda, pretende convertirse en el tan ansiado “representante” de la Unión Europea dócil con las políticas del Pentágono.
Él pretende conseguir lo que tanto deseaba Roosveltt, el adalid que pedía Churchill: el símbolo de una Europa dócil y domesticada frente a la patanería de Trump. Una Europa asfixiada por las deudas, hambrienta como zombi de recursos que se reparte la carroña que deja el imperialismo norteamericano en sus guerras.
Michel también es una palanca simbólica de Macron para contener la rebelión interna que asola París. La ciudad de las luces y antiguo estómago cultural del mundo está en llamas. Y la presencia de Michel en representación de Europa va a “limpiar” la represión de Macrón a nivel internacional, condenando al movimiento de Chalecos Amarillos a la extinción o al menos esa es su intención principal. Obviamente, no vamos a ver declaraciones de Michel al respecto. El tótem Venezuela seguirá ocupando su discurso.
Por último, Borrell, he titulado el texto con tu apellido y lo menos que he hecho es hablar de vos. Quizás sea la metáfora de lo que es o fue tu carrera política. Un grano de polvo al viento, al cual un rayo de luz tocó en su lento descenso a la tumba de la historia. Polvo cósmico eres Borrell, y polvo cósmico serás. Seguimos.
ElEstado.Net no tiene por qué compartir todo el contenido de los artículos que se publican en su Sección de Opinión.