Hoy hace un año que Juan Guaidó vulneró la Constitución Bolivariana de Venezuela, proclamándose presidente interino o encargado -¡menudo lío hasta que los medios de comunicación en manos de los poderosos se pusieron de acuerdo en usar uno de los dos apellidos del cargo!-.
La asistencia al acto fue masiva, tanto que por un momento, quienes no conocieran a fondo el escenario político de Venezuela, pudieron llegar a pensar que el golpe de estado no se iba a quedar en el intento que ha terminado siendo.
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Sin embargo, al pasar los meses Juan Guaidó se ha quedado solo, tanto, que ha decidido perderse la fiesta que todos esperaban. Los que lo acompañaron el 23 de enero de 2019, y él mismo, pensaban que 365 días después, estarían celebrando el primer aniversario en el Palacio presidencial de Miraflores, ¡estaban dispuestos a soportar una invasión estadounidense con tal de conseguirlo!
¿Por qué hoy no habrá nadie en Caracas repitiendo la masiva movilización? ¡No estará ni el propio Juan Guaidó! Uno de los motivos es que Nicolás Maduro ha vencido con su apuesta por el diálogo, gracias a iniciativas previas como la apuesta por la profundización de las misiones, las comunas, y la Asamblea Nacional Constituyente, que dibujaron un escenario en el que la oposición solo podía volver a los cauces constitucionales si quería volver a ser un actor importante en la política del país.
El otro motivo lo ha supuesto el propio Juan Guaidó. No ha cumplido ninguna de sus promesas (ni siquiera la que no perpetuarse más allá del año que le correspondía como presidente de la Asamblea Nacional), ha tenido vínculos con el narcoparamilitarismo y la corrupción embarga a sus más cercanos colaboradores.
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En las últimas movilizaciones Juan Guaidó estaba acompañado por un número de personas menor que los periodistas que se acercaron a cubrir las marchas, por lo que el político de derecha se ha ausentado del país, para no comprometer la credibilidad que le han forjado los medios de comunicación de Estados Unidos y sus aliados internacionales, ya que la administración de Donald Trump quiere aprovecharlo antes de descartarlo, para llevar a cabo un boicot a las elecciones legislativas que se celebrarán este año, en las que sostendrán el argumento de fraude electoral después de intentar minar la credibilidad de la jornada electoral apostando mediáticamente por una alta tasa de abstención.