Al cumplirse tres meses del estallido social que comenzó el 17 de octubre del año pasado, son varias las denuncias presentadas por el uso excesivo de la fuerza por parte de los carabineros a los manifestantes, sumado a la implementación del uso sistemático, arbitrario e indiscriminado de químicos en los gases lacrimógenos que contienen agentes CS, CN, CR y DM, además del agua expulsada a presión través de los carros lanza agua (Guanacos) atentando a corto, mediano y largo plazo contra la salud de la población chilena.
El pasado viernes 10 de enero cuando se llevaba a cabo en Santiago la manifestación, que como todos los viernes congrega una gran cantidad de personas, en lo que es ahora Plaza de la Dignidad, los carabineros hicieron notable el uso de armas químicas ante la población civil, las cuales fueron utilizadas a través de los gases lacrimógenos de alta toxicidad y del agua tirada a presión, desde los carros lanza agua que generó quemaduras, por químicos desconocidos, en los que se sospecha el uso de sosa cáustica y gas pimienta.
Quienes nos encontrábamos cubriendo la manifestación, pudimos ver el líquido (amarillo) que expulsaban los carros lanza aguas y el efecto en la piel de las personas que corrían heridas con quemaduras de segundo grado, además del efecto letal de los gases lacrimógenos que en cuestión de segundos generaron vómitos, pérdida de conciencia, ceguera, asfixia y dolor en el pecho, momento que es empleado por los carabineros para lanzar perdigones que alcanzaron el cuerpo y los ojos de los manifestantes.
La incorporación de nuevos agentes químicos y de las violaciones a derechos humanos durante estos tres meses en Chile, se debe a una exasperación por parte de los carabineros a las resistencias que los manifestantes han podido gestar frente a las represiones, a la persistencia de las exigencias y a las voces que no han podido silenciar. De esta manera justifican y reproducen sus comportamientos bélicos a través de una guerra creada para justificar sus acciones.
Sin embargo esta no es la primera vez que suceden estos hechos. En ocasiones anteriores ya se había denunciado por medio de las brigadas de salud, quemaduras provocadas a través de los componentes químicos en el agua y efectos altamente nocivos en los gases lacrimógenos, los cuales han sido lanzados a los puntos de salud donde son atendidos los heridos, de esa misma manera han atentado contra el personal médico mientras atienden a las personas heridas, como sucedió el pasado viernes.
La utilización de armamento químico, es una de las formas más crueles de atacar a una población civil. En Chile ya prevalecen estos químicos en la salud de las personas durante más de 90 días, dejando secuelas irremediables, que a largo plazo pueden generar diferentes tipos de cáncer, cegueras, enfermedades pulmonares, abortos espontáneos y alteraciones en el ADN de las personas.
En un estudio realizado por académicos de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago, el primer mes de protestas, expusieron que las personas propensas continuamente a los gases que emiten las bombas lacrimógenas pueden sufrir irritación y quemaduras, algunos efectos que ellos mismos califican como “preocupantes”, así mismo se realizó un estudio médico realizado por la Universidad de Valparaíso en noviembre del año pasado, el cual advierte sobre el efecto en la salud por el uso prolongado de las mismas.
¿Qué componentes químicos tienen los gases?
Los agentes químicos involucrados son: Clorobenzilideno malononitrilo (CS) es una variante del agente antidisturbios cianuro de bromobencil (CA). Según el estudio realizado por la Universidad de Valparaíso, químicamente es el agente lagrimal más persistente en el tiempo, destacando, además, que se absorbe en la mayoría de las superficies porosas como, por ejemplo, la piel.
A bajos niveles de exposición frente a estos gases, los efectos son ardor ocular, blafaroespasmo, tos irritativa. Sin embargo la humedad en la piel y el sudor, activan y aceleran el agente químico. Lo preocupante se genera cuando las personas están expuestas continuamente durante un periodo largo. En el caso de Chile son casi tres meses conviviendo con esta clase de componentes expulsados a través gases. A largo plazo y a causa de los metales pesados en la sangre se pueden generar cáncer, enfermedades pulmonares, esterilidad y abortos espontáneos.
Por otro lado está el CN precursor del CS. Su compuesto químico se llama cloroacetofenona y aunque causa efectos similares al CS se considera significativamente más severo, principalmente a nivel cutáneo y ocular, y potencialmente mortales. Además de causar más lacrimación también puede generar daños graves sobre la piel.
Según el Dr. Domínguez, uno de los académicos que participó en el análisis realizado en la Universidad de Santiago, explicó que “el ácido clorhídrico que se genera a través del contacto con el agua, es un elemento corrosivo y si entra en contacto con la piel o cualquier tejido, va a quemar y, con el tiempo, destruir dicho tejido. El mismo ácido que se tiene en el estómago para digerir los alimentos, por lo que es relativamente fuerte. Si entra en contacto con los ojos, una persona fácilmente podría quedar ciega”.
Por otro lado el gas DM Vomitivo, Difenilaminoclorarsina (dinhidrofenarsacina) o conocido también como Adamsita contiene alrededor del 27 por ciento de arsénico con la DM genera su efecto inmediatamente en los ojos. Poco después, el individuo empieza a estornudar violentamente y a toser, y las partículas sólidas del agente químico se depositan en los pulmones. Un sujeto perderá completamente el control; presentará dolores intensos de cabeza, vómitos y náuseas similares a un estado grave de mareo y los efectos serán muy prolongados y con frecuencia tan graves que se necesitará tratamiento médico.
Si bien, todos efectos de los químicos que anteriormente se han descrito a partir de los estudios realizados en Chile no son inmediatos, es inminente el impacto que durante las manifestaciones se pueden experimentar y cómo son utilizados para atentar contra la población, utilizando un accionar bélico omitiendo que son únicamente los carabineros los que portan las armas. Aún en estas circunstancias las formas de resistencia prevalecen y se gestan las historias de los que se esfuerzan por amansar la violencia y mantener el derecho a seguir exigiendo dignidad.
La Historia detrás…
“Nos están matando lentamente” fue la frase con la que comenzó “el Domador de Guanacos”. Su sobrenombre deriva de una noche de esas donde los carabineros suelen llegar a reprimir violentamente con el Guanaco, es así como en acto épico este joven se trepa encima del carro lanza agua para controlar con sus propias manos el chorro de agua a presión que apuntaba a las personas, lo que activa las alarmas de los carabineros para acelerar y posteriormente obliga al joven a saltar del carro en movimiento, inmediatamente fue atendido y aplaudido por las personas que fueron testigos de su hazaña.
Su historia comienza una mañana de octubre cuando se encontraba el primer día del estallido social, en la Estación Central de trenes, donde fue testigo de cómo un carabinero disparó al útero de una adolescente. Ella fue la primera herida de perdigones de esta historia, “era una niña” manifestó con indignación, desde entonces ha buscado estudiar de cerca los componentes químicos de los gases, además de buscar la forma que apagarlos en el acto. En principio logró hacerlo con bidones llenos de agua y bicarbonato. Sin embargo con el paso del tiempo ha podido identificar el aumento de los químicos en los gases, ya que el agua con bicarbonato se volvió insuficiente para disolver los gases.
Su rol en las manifestaciones es agarrar con los guantes húmedos las lacrimógenas que lanzan los carabineros y meterlas dentro de los recipientes con agua y bicarbonato antes de que logren esparcirse y llegar hasta la concentración pacífica. Esta acción le ha valido varias heridas con perdigones en su cuerpo, varios se le incrustaron. Cuenta que durante el toque de queda los militares se lo llevaron, lo golpearon y le apuntaron con un arma, amenazando con quitarle la vida. A la madrugada del día siguiente fue liberado.
“Hay que superar el miedo. Este es un momento único para mí, poder luchar con el pueblo ser joven para soportar las heridas, recuperarme pronto y volver a salir a las calles” fueron las últimas palabras que regaló el Domador de Guanacos, como quiso que lo llamara.