Cuando se piensa en fascismo muchas veces nos imaginamos las dictaduras de Hitler o Mussolini, y las prácticas de asesinatos sistemáticos cometidos por justificaciones racistas, clasistas y xenófobas. Pero olvidamos que el sistema es adaptable y va cambiando respecto a las nuevas circunstancias y retos que se imponen cada día; aunque el fascismo aún mantiene sus rencores contra la diversidad, la pobreza, y todo lo que parezca contrario, especialmente hacia los comunistas.
El fascismo ha encontrado nuevas maneras de ser aceptado en algunos casos por la sociedad. Pues quien diría que después de la dictadura del General Franco, aún hoy se hable de la existencia de una ideología/movimiento político dispuestos a seguir este tipo de prácticas nocivas para cualquier tipo de sociedad. Pues esta ideología tiene grandes vínculos con el sistema neoliberal.
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El sistema se encuentra en una lucha, las mismas contradicciones han hecho que llegue a un colapso en su estructura financiera, y por tanto se busca emplear el aparato bélico para oxigenar la economía capitalista. A través de estos procesos genocidas, Trump y los presidentes fascistas de América latina,buscan mantener el status quo de beneficios para las élites.
Teniendo en cuenta esto, el fascismo ha servido como herramienta para lograr que los monopolios se hagan con el poder del estado, estructurando la sociedad a sus necesidades. Llegada esta etapa lo que se pretende es contener la lucha de clases, para lo que el neoliberalismo utiliza el asesinato, la desaparición, el hostigamiento, la persecución, el apresamiento y la estigmatizaron hacia “las clases bajas”, son medios que llevan a los fines de la destrucción del Bienestar del Estado, siendo así el elemento más reaccionario del capital financiero.
Ahora bien, este esquema de muerte se ha disfrazado de democracia, libertad y desarrollo en América Latina en el siglo XX, con la finalidad de hacerle frente a los gobiernos progresistas; Con Alfredo Stroessner en Paraguay se vislumbra en el resto del continente una expansión de las dictaduras del Cono sur, que con la Llegada de Pinochet en Chile se recrudecieron ejecutando el Plan Cóndor, que constaba de medidas neoliberales junto con desaparecimiento y tortura de aquellos opuestos a tal orden, estas acciones respondían a una agenda política y económica de Estados Unidos en la región.
En la actualidad vemos como terminadas las dictaduras, llegan gobiernos democráticos en América Latina, con un Estado de Bienestar que responde a las necesidades del pueblo; en el caso de Venezuela la democracia se hace participativa y protagónica.
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Entrando el sistema Capital-financiero en una nueva crisis en 2007, se vislumbró aún más la necesidad de re-colonizar América Latina, objetivo que fue logrado a través de golpes de estado (Manuel Zelaya -2009, Dilma Rousseff– 2016, Evo Morales– 2019). Además se ha traicionado el proceso en el caso de Lenín Moreno (Ecuador), y se hacen campañas mediáticas que terminan deslegitimando el transcurso del progreso, como en el caso de Argentina.
A tal progreso de derecho le merece una represión por parte del gobernante de derecha que imponen el autoritarismo como sostén del neoliberalismo, avalados por los “diplomáticos demócratas” como Luis Almagro.
Estos nuevos gobiernos de derecha en Latinoamérica: Jair Bolsonaro (Brasil), Ivan Duque (Colombia), Juan Orlando Hernández (Honduras), Lenín Moreno (Ecuador), Jeanine Áñez (Bolivia); entre otros personajes de Derecha como Juan Guaidó en Venezuela, representan la mutación del fascismo y las dictaduras (en casos de los presidentes) en el siglo XXI.
Este fascismo clientelista (definido así por Noam Chomsky y Edward Herman), explica que este tipo de mutación, en América Latina representa el antinacionalismo, oligarquías que pretenden mantener su estatus vendiendo el país a terceras naciones, lo que hace que la política económica quede en manos de terceros, propiciando el libre mercado afectando a la ciudadanía con recortes en el presupuesto de seguridad social.
Así mismo expresa Bretam Gross su preocupación por “el fascismo amistoso”, donde los sujetos intentan influir en las decisiones públicas, haciendo uso de los medios de comunicación para reclamar democracia y libertad, creando así una confianza en el pueblo para posteriormente cuando se tenga el poder desmantelar el estado.
>>Diccionario Político: Luis Almagro<<
Partiendo de estos concepto podemos decir que esa fue la transformación de la derecha en América Latina, utilizada por las élites estadounidenses, aliándose con las derechas más extremistas, se buscó obtener el poder para llevar a cabo su agenda de recolonización y muerte.
Ahora se disfrazan los golpes de estado y buscan legitimación en alguna institución del estado como en el caso de Brasil.
Describir un caso en especifico para una mejor comprensión seria lo ideal; Honduras siendo un estado de derecho antes del golpe de estado a Manuel Zelaya en 2009, ha quedado vulnerado por el desmantelamiento.
HONDURAS
Según un informe de Human Rights Watch: “los delitos violentos son un problema generalizado en Honduras. El país sigue presentando una de las tasas de homicidios más altas del mundo, a pesar de la reducción de estos delitos en los últimos años.
La represión de las protestas tras las elecciones generales de noviembre de 2017 provocó la muerte de al menos 22 civiles y un policía, y la detención de más de 1.300 personas. Los grupos más vulnerables a la violencia son los periodistas, ambientalistas, y lesbianas, gais, bisexuales y personas trans genero (LGBT).
Hubo escasos avances en los esfuerzos para reformar las instituciones responsables de brindar seguridad pública. La actuación del poder judicial y la policía, dos instituciones donde la corrupción y los abusos son generalizados, sigue siendo en gran medida ineficaz. En general, los delitos y las violaciones de derechos humanos quedan impunes”.
>>Coincidencias entre la dictadura de Honduras con Ecuador<<
Además de estos graves delitos que se han mencionado en el informe de Human Rights Watch, Honduras se ha convertido en un país autoritario, en donde el líder del ejecutivo Juan Orlando Hernández se ha mantenido en un dictador ya que se ha reelegido a pesar de que en la constitución de su país no se lo permite, los asesinatos sistemáticos a la población “inferior” acrecienta.
JOH, se hizo del apoyo de la oligarquía, utilizando la propaganda como medio difundidor de las promesas, las cuales incumple y por ello pierde soporte en la población y en la pequeña burguesía, entre ellos empresarios, sectores de la iglesia y la sociedad civil. Consecuentemente con la perdida del respaldo, traslada el uso del terror a los sectores populares. En síntesis, Juan Orlando Hernández, ha utilizado el fascismo amistoso para llegar el poder, y después desmantelar el estado de derecho, a través de una política exportada de los Estados Unidos.
Honduras es el claro ejemplo de esta nueva versión del fascismo, y si antes los medios de comunicación condenaban este tipo de acciones, ahora las ocultan. Tales casos también se reflejan en la gobernabilidad de Duque en Colombia, Jeanine Áñez en Bolivia, entre otros. Este fascismo representa la agenda de muerte de derechos y el progreso. El fascismo de estos tiempos liderados por Donald Trump, ha significando un retroceso en los niveles vida y oportunidades.
Así mismo en el Estado colombiano, se reprime la clase baja con la finalidad de mantener el estado de beneficio para los Estados Unidos. Otro rasgo a resaltar del fascismo en Latinoamérica ha sido la estigmatización y el rechazo de venezolanos en diversos países, tal es el ejemplo de Perú o Ecuador, donde personas protestan por la expulsión de venezolanos en sus naciones, estas mismas manifestaciones se suscitan posteriormente de denuncias despectivas encontrar de los venezolanos por los presidentes de dichos países.
Esto representa volver a la época de genocidios y desapariciones, Bolsonaro con un mandato inspirado en Mein Kampf, desconoce el derecho de un pueblo, y entrega Brasil junto con la Amazonia a los grandes monopolios extractivistas. Estos perfiles de “Libre Mercado” corresponden al fascismo entreguista de los poderosos de cada país.