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Brasil: más allá de la disputa entre Lula y Bolsonaro

Visto a miles de kilómetros nos parecerá que las locuras de Bolsonaro lo llevarán a su dimisión. Que Bolsonaro, o cae por si sólo, o caerá porque los suyos lo han empujado a hacerlo. Que Bolsonaro es un verso libre que suena a falta para la mayoría de los brasileros. ¿Y qué mejor alternativa a la ultraderecha capitaneada por Bolsonaro que Lula da Silva? Todo está por ver, y el camino conlleva dudas.

Bolsonaro se niega a aceptar las causas sociales de la irrupción del COVID-19 en el país. Ya ha tenido que corregir su actitud el poder judicial: el estado de Maranhao, en el nordeste de Brasil, ha sido el primero del país en adoptar medidas de confinamiento total de la población, a fin de contener el avance de la pandemia de coronavirus, en base a una decisión judicial adoptada este jueves. Y  el mismo ejército, según algunos medios nacionales, estaría molesto con el máximo mandatario del país respecto a la lucha por controlar la pandemia del coronavirus.

Sus problemas ha tenido. La dimisión del “número dos” del Ministerio de Salud (Wanderson Oliveira) es una prueba de ello, y la destitución del titular en esta misma cartera (Mandetta) por “desobedecer” la estrategia comunicativa de Bolsonaro respecto a la pandemia.

No se sabe si será un soufflé alimentado desde algunos medios de comunicación opositores a Bolsonaro como Folha de Sao Paulo o Red Globo, pero parece que empiezan a salirle opositores entre sus propias filas.

Nada menos que Sergio Moro (magistrado encargado de condenar a Lula da Silva) es quien encabeza este ranking. El ex-titular del Ministerio de Justicia parece iniciar una guerra mediática para enfrentarse a Bolsonaro, habiendo sido uno de los fieles a línea política bolsonarista. Se habla en Brasil de un nuevo impeachment, esta vez contra el mismo Bolsonaro.

Bolsonaro resiste

A todo esto, Bolsonaro resiste. Sí, y aunque parece que su coalición está dividida entre liberales, conservadores y autoritarios según argumenta un estudio realizado por Monitor del Debate Político en el Medio Digital, del Grupo de Investigación en Políticas Públicas para el Acceso a la Información de la Universidad de Sao Paulo. Su popularidad pero se mantiene en un “fit a fit” con su opositor Lula da Silva.

Y es que Lula da Silva a pesar de los feroces ataques, de dudosa credibilidad, de la justicia brasilera por múltiples casos de corrupción, según la empresa Datafolha mantiene un nivel mayor de confianza entre el electorado (25%) que Bolsonaro (19%).

Como decíamos, la idea de impeachment contra Bolsonaro es muy difusa pero parece cobrar fuerza con la actitud negligente de éste respecto a los efectos devastadores de la pandemia entre la población brasileña. La izquiera petista de Lula y Rousseff parece abrir el foco y tender puentes al centroderecha para retomar este proceso tal y como argumenta la miembro indígena del PT en una entrevista a Le Monde Diplomatique en Brasil.

Lula en el tablero político

Sin duda, los ataques fraudulentos y corruptos de los poderes judiciales y económicos contra el expresidente Lula da Silva (en libertad desde hace unos meses por decisión judicial) y Dilma Rousseff han polarizado el país. Todo pasa por la lucha entre Lula y Bolsonaro.

Este embate entre ambos, en el caso de los bolsonaristas no tiene aún una grieta clara, no parece sufrir grandes perturbaciones gracias a la sostenibilidad en el tiempo de la popularidad de Bolsonaro.

En el espacio del PT (Partido dos Trabalhadores) Lula sigue llevándose todo el protagonismo, y con él se ha llevado víctimas colaterales como han sido Rousseff o el último candidato fallido del partido, Haddad. Además, la realidad es que el PT ha sufrido casos de corrupción que el partido no ha sabido ni llevar ni aceptar, lo que ha conllevado que con ellos se acabase la imagen de partido fresco y transformador de la realidad brasileña.

A pesar de todo el PT sigue sosteniendo más de un millón de afiliados, una capacidad de organización social ejemplar (movimiento MAB, movimiento sindical, movimiento de los sin tierra). Y los números, como se ha expuesto antes, no parecen indicar malos parámetros para popularidad de su máximo líder.

El caso es que la lucha personal entre ambos genera dudas respecto a lo que esté realmente en juego: el futuro de la democracia brasileña.