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Gambito de Dama: el ajedrez y la genialidad en escena

Atención. Si no has visto por completo la serie Gambito de Dama, debes saber que en este contenido hay spoilers.

Gambito de Dama, es una miniserie de Netflix, estrenada en octubre, que relata la historia de Beth Harmon (Ana Taylor-Joy), una joven genio del ajedrez, que tiene que lidiar con la adicción a los ansiolíticos y el alcohol y también con la tragedia. Está basada en el libro de Walter Tevis, The Queen’s Gambit (1983).

La miniserie es muy estricta en exponer todo lo relativo al juego. Buen detalle el de colocar los títulos de los capítulos como el proceso del ajedrez. Muy fiel en los nombres de las piezas, roles, movimientos y jugadas típicas y comunes. Pero no solo en aquello, sino también en otros detalles muy relevantes de aquella época.

ajedrez
Beth, en una partida de ajedrez.

Un juego donde la participación femenina era casi nula, el escaso reconocimiento social de este deporte, el poco apoyo de los gobiernos, la Unión Soviética, como la cuna de los mejores ajedrecistas. Gambito de dama no cae en complejidades. No se necesita saber de ajedrez para poder disfrutarla. Inclusive, para quien no sabe absolutamente nada del juego, al final le deja una espinita de curiosidad e inquietud por aprender. Hace del ajedrez una experiencia apasionante.

Quizá algo que criticar en relación a la puesta en escena del ajedrez es que casi todos los planos de las partidas no tenían una toma más explícita, por lo que se dificultaba ver con exactitud todas las jugadas. Y creo que este detalle no solo hubiera sido apreciado por aquellos que saben de ajedrez.

En cuanto a la protagonista, Beth Harmón, tuvo que enfrentar una vida llena de tragedias, vacíos y soledades. La muerte de su inestable madre (Chloe Pirrie), un padre al que no conoció, la separación de su amiga del orfanato cuando fue adoptada, un padre adoptivo ausente e indiferente, la muerte de su madre adoptiva (Marielle Heller) y la muerte de su mentor, el Sr. Shaibel (Bill Camp), conserje del orfanato, quién le enseña a Beth jugar ajedrez) y una pobre vida sentimental (amor no correspondido, ¡vaya tragedia!).

En ese caos emocional, el ajedrez se convierte para Beth en su puntal, en el piso que necesitaba para darle sentido a su existencia. A tal punto se suscita esto, que el juego se vuelve una obsesión y toda su vida gira en torno a eso. A la pasión por el juego se une también la adicción a los ansiolíticos y al alcohol.

Beth, entre la adicción y el ajedrez.

Y esto último, que al principio parecía ser un buen aliado, va haciendo mella en Beth a medida que va escalando en el mundo del ajedrez, generándole consecuencias para ella dolorosas, como haber perdido una final con Vasily Borgov (Marcin Dorocinski ), el mejor del mundo.

La muerte de la madre adoptiva, si bien es significativa, porque crearon un buen vinculo, es la muerte del sr. Shaibel, la que quiebra a Beth. Dado que las dos figuras paternas que tuvo estuvieron ausentes, y Shaibel es el personaje que representa no solo eso, sino la entrada al eje en el que gira su vida. La soledad de Beth va ajustándose con la camaradería de los amigos ajedrecistas y la aparición de Jolene (Moses Ingram), quien fue y es un pilar importante para ella.

Es imposible no ponerse en los zapatos de la pelirroja ajedrecista por todo lo que ha vivido. La empatía del espectador va más allá, se pone de su lado haciéndole barra detrás de la tv para que gane las partidas, para que no cometa ninguna tontería, deje las drogas y no se muera al final. Por eso la construcción y la interpretación del personaje es casi perfecto. Y digo casi, porque si Beth hubiera rayado en la locura y tuviera un trágico desenlace la hubiéramos amado de igual forma, y quizá más.

La recreación de la época es fenomenal. Nos transporta rápidamente a 1960. El vestuario de la serie es excelente, pero el de Beth es impecable. Su vestuario tiene que ver con dos cosas. La primera con representar en Beth la figura o analogía de Reina en el juego, palabra con la que Netflix titula la obra en inglés. Y segundo, poner de manifiesto la posición y prestigio que alcanza Beth en un juego de élite e intelectual, y al que llegó desde un orfanato.

Vestuario de Gambito de Dama.

Por supuesto que Gambito de Dama se desarrolla en plena guerra fría. Pero como columnista de política, siento ese mal sabor de que la serie no pierde la oportunidad de oro para lanzar sus dardos y generar en el público ese factor de suspicacia hacia la Unión Soviética (Rusia hoy).

Si bien el final es muy bueno. Estoy seguro que durante toda la serie muchos espectadores creamos una imagen trágica para Beth (muerte por sobredosis, suicidio, etc.), dado a como se habían desarrollando los acontecimientos de su vida. No obstante, el final es muy aceptable, Beth gana la final al ruso Borgov, esta vez sin que el alcohol interfiera, y se queda con el ajedrez (de ahí la imagen final de Beth jugando con unos ancianos) y con sus amigos.

Me pregunto si tal vez Gambito de Dama no podía extenderse a varias temporadas, porque pareciera que se hace muy corta. Puedo asegurar que si Netflix hubiera querido alargarla tenía muy buen material para hacerlo. Sin embargo, con 7 capítulos (con los nombres de todo el proceso de una partida) deja al espectador bastante satisfecho.

Imdb le da una puntuación de 8.8. En Rotes Tomatoes, la aprobación alcanza un índice de 100%. Gambito de Dama tiene un calidad indiscutible. Se encamina a ser la mejor serie de la plataforma en este año bizarro, y por qué no a ganar un Emy. ¿Por qué no?