Nayib el travieso: el brazo “influencer” del fascismo
El joven presidente de El Salvador se cosió un tribunal a la medida, consiguió el camino a su reelección, se declaró dictador, y ninguna potencia desea derrocarlo.
Aparentes maniobras audaces y aperturas transgresoras pusieron al El Salvador en la agenda internacional. Nayib Bukele, quien hasta hace muy poco fuera el niño consentido de los medios de comunicación, es hoy una especie de muchacho mal portado que ya no juega a ser un atrevido Presidente, sino más bien, un dictador.
En todos los “rankings” fue ganador, según le convino al sistema neoliberal tal y como se le conoce. Porque eso hay que verlo también, hasta que punto mantener los mismos extremos democráticos es favorable o no a los intereses de los grandes capitales.
Lo que ha hecho Nayib Bukele en El Salvador cumpliría, en otros casos como el de Venezuela, con los requisitos para una “intervención democrática”. Sin embargo más allá de los pronunciamientos de la comunidad internacional, nada sucede.
Nayib tumba floreros, rompe platos, desconoce al poder judicial, monta reformas para para asegurar su reelección, y hasta se declara dictador en twitter.
No se escuchan anuncios de sanciones contra Bukele o su gabinete, tampoco se sabe de reuniones del Consejo de Seguridad en la ONU, y muchísimo menos está sobre el tapete ninguna intervención armada.
Las primeras travesuras
Tomarse un selfie en la Asamblea General de la ONU no fue la primera travesura. Gracias a una fotografía y un discurso que desarrolló la idea superficial de que el “había llegado con lo nuevo”, quedo con selfie de por medio en la categoría de los que no se portan bien.
Como se ha dicho no fue la primera. Nayib Bukele entró acompañado de militares en otra movida simbólica que la prensa denominó el Bukelazo. Un show dirigido a demostrar fuerza en un organismo que ya tenía controlado políticamente.
Poco después, esa misma Asamblea Nacional decidió destituir a los magistrados de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Sonaron las primeras alarmas de la comunidad internacional a la cual Nayib mandó a no meterse en asuntos de El Salvador.
La razón de la soberbia
Contrariedades, cuestionamientos. Nayib Bukele tiene, según las encuestas, un fuerte apoyo popular pero paradójicamente fueron las críticas a la gestión de la pandemia las que desencadenaron los enfrentamientos entre el máximo tribunal de El Salvador, y el joven presidente de ese país.
BBC mundo destaca que las medidas de los magistrados del tribunal, a favor de las personas detenidas arbitrariamente por denunciar irregularidades en el estado de los hospitales y atención a pacientes con COVID-19, fue la razón de la confrontación que acabó con la independencia del poder judicial en El Salvador.
Lo que podría significar una decisión soberana no es más que un acto de censura. Pero el arrebato de Nayib Bukele, apenas califica para la consideración de El Salvador en un país con democracia relativa, o sistema híbrido, en ningún caso se trata de dictadura.
Magistrados a la medida
Entre otras cosas, las nuevas autoridades avaladas por el joven presidente de El Salvador acaban de aprobar la reelección presidencial con la cual Nayib, después de haber subvertido el orden constitucional también buscará quedarse en el poder.
Esta cadena de vicios que llevó a Nayib Bukele hasta este momento actual, donde la institucionalidad en El Salvador entra en una fuerte crisis enciende algunas alarmas, pero sin que se produzcan pronunciamientos de rechazo ni movimientos diplomáticos que realmente le aíslen de una comunidad internacional que regañándole igual le reconoce legitimidad.
Nayib, el más influyente
Junto a Bad Bunny, Nayib es uno de los 100 más influyentes. Lo que la comunidad internacional no puede avalar porque sería demasiado incoherente, el mainstream controlado por los grandes grupos empresariales, le da su santa bendición.
Lo cierto es que Nayib, no es solo un chico popular con mal carácter, Bukele representa un nuevo atentado contra la democracia que el fascismo arma de distintas formas.
El capitalismo neoliberal se refresca, y actualmente la anti política tiene en sus más reconocidos y encumbrados influencers una herramienta que acaba con todo límite, pues de eso se trata, de barrer con todo lo que no satisfaga el capricho del capital.
No importa si el próximo aluvión carga contra la OEA, la ONU y otros escenarios donde también se acordó ir contra la democracia, Nayib y los que son como él, dicen cosas incuestionables, y bajo la mampara de la lucha contra la corrupción, el sistema no cambia, solo se lava y se restituye.
Contra que va Bukele
A diferencia de aquellos con quienes pretenden compararlo, a Nayib Bukele no le interesa denunciar realmente al imperialismo, ni la injerencia extranjera. La figura de Nayib, el travieso, apenas toca la superficie. Denuncia la forma, no el fondo, ni siquiera roza los temas realmente complicados de la geopolítica mundial.
“No somos el patio trasero de nadie“, proclama en Twitter, pero la postura de El Salvador es claramente continuista con la estrategia hemisférica de los Estados Unidos (EEUU).
De igual forma, Bukele como una gran muestra de rebeldía, implementa el Bitcoin, pero negocia al mismo tiempo un convenio con el Fondo Monetario Internacional por 1400 millones de dólares.
Perfectamente arreglado y bien parecido, algunos lo llaman el presidente Millenial, podría tratarse más bien de un sofisticado experimento sociológico que pretende viralizar el fascismo.
Sin embargo, ese apoyo incondicional parece estar terminando. Estados Unidos incluyó en su lista de personalidades corruptas a cinco magistrados de El Salvador por “socavar la democracia” e “interpretar la Constitución” de manera que su niño malcriado, Nayib Bukele pueda presentarse a la reelección.