La segunda República. El pasado no ausente (II)
Las calles volverían a ser escenario de combates entre los actores en disputa (...) La fuerte oposición al primer programa de gobierno de la República, obtuvo otra victoria.
Bienio reformista 33 – 35
Habida cuenta de los acontecimientos vividos durante la conformación de la República en el primer bienio; el siguiente (llamado por algunos autores como el bienio radical cedista) mantiene sobre sí todas las tensiones acumuladas entre los actores que participaron en ella.
Es justo en este momento histórico, donde se retrotraen casi todas las victorias obtenidas a través de las decisiones tomadas por los republicanos principalmente de izquierdas que hacían las veces del grupo de mayor poder dentro del gobierno provisional .
Estos flujos y contraflujos entre los grupos partidarios de la República, de izquierdas y derechas, en una especie de juego de ajedrez, donde el jugador avanza y retrocede; generan en España un escenario caótico donde van a entrar en barrena y se perderán parte importante de los elementos modernizadores que introdujo el año de 1931, a partir de la constitución republicana.
De las instituciones conservadoras
La iglesia católica, principal intermediaria de la monarquía española desde tiempos inmemorables, contaba con un poder casi providencial que no estaba dispuesta a perder con la República. El bienio conservador en un gesto de reconciliación devuelve parte de ese protagonismo a esta institución arcaica por demás.
Este reimpulso y recolocación de la iglesia en los asuntos de Estado, le permitió barrer con la idea de una educación plural, laica, científica. La reducción de la influencia de los conventos y claustros ya no era tal.
La idea fuerza de los primeros republicanos con visión modernizadora, apalancada en la mejora de la educación como punto de ruptura con las estructuras pre existentes, había separado radicalmente a la vetusta institución católica de los destinos instrumentales y formativos de la educación. Esto fue revertido a partir del 33.
La fuerte oposición al primer programa de gobierno de la República, obtuvo otra victoria al retrogradar las decisiones concernientes a la institución militar.
La Ceda, Confederación Española de Derechas Autónomas, encabezadas por Gil Robles junto a la renovación española y el partido agrario español, pudieron incluso deslastrarse de la reforma agraria concebida en la patogénesis del proceso republicano.
Otro tanto sufrirían los avances de los autonomistas, las concesiones recogidas por la constitución del primer bienio fueron difuminadas rápidamente. La misma suerte correrían los sindicatos y sus propuestas más radicales.
Nuevamente a la calle
Los resultados de toda esta reconfiguración a la derecha por parte del gobierno, sirvieron de campo fértil para nuevamente generar profundas contradicciones y fracturas entre los grupos auto reconocidos como republicanos.
Las evidentes diferencias ideológicas y las distintas herramientas a esgrimir, incluida la violencia por parte de los grupos y partidos más radicales de ambos bandos, valió de impronta a los acontecimientos que seguirían; incluidos los resultantes en el caso de las autonomías por los pendiente dejados por Primo de Rivera.
Otro tanto aportaría a la hoguera las asociaciones patronales, el comunismo libertario y la propuesta del partido comunista español a la voz de la dictadura del proletariado.
Esta poderosa contrarreforma traería consigo un hecho que posteriormente sembraría las bases de los trágicos acontecimientos que seguirían, la amnistía de los militares sublevados que acompañarían en su primera aventura al general Sanjurjo; hombre que mas adelante en maridaje con Franco dinamitaría las bases del proyecto histórico republicano.
Este bienio llegaría a su fin con la dimisión de Alejandro Lerroux a consecuencia de las contradicciones internas derivadas del amplio y complejo espectro político que debilitaba a su gobierno.
La dimisión de Lerroux dio paso a unas elecciones que serían ganadas por las izquierdas aglutinadas en el Frente Popular. Este gobierno trataría de retomar las reformas y procesos de transformación de una España convulsa y ávida de cambios.
Las calles volverían a ser escenario de combates entre los actores en disputa. Sin embargo, el triunfo del Frente Popular desde una posición compleja plagada de fuerzas y contrafuerzas debilitarían rápidamente este proyecto modernizador. El ingreso en la escena de los militares que a partir de la conspiración 18 julio del 36 de manera brutal lograron irse abriendo camino al calor de la respuesta revolucionaria.